La flor de la esperanza

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En el destierro
de lo imposible
la flor
de la esperanza
brota en silencio
lentamente.
Sin preocuparse
de su destino,
si sabe
la semilla
esperar lo mejor,
en impropicias
circustáncias.
En un jardín yermo,
por el temor
a lo desconocido
solo queda
el eterno
invierno gélido
que no pasa
o el desierto
de la incertidumbre
de la nube
con agua
escasa.
No dejar
de crecer
en un impulso
de vida,
estirándose
entre la tierra,
buscando la luz
con poderosa fuerza.
El universo conspira
que no en vano
la fe de la simiente
que sueña
con hojas verdes
y pétalos de colores,
con el néctar
de la sabiduría.
Un paso más
y la sombra
del dolor
te abandona.
Te das cuenta
de cuanto
llevas caminando
en el interminable
viaje que lleva
hasta el corazón
que se
marchita en
ausencia
de propósitos.
Cuándo un
grito apagado
acaba muriéndose
en una
soledad infinita.
En un eco lejano
que perdura
en su amargura
y se pierde
en los reinos
del olvido.
La voz del alma
al rescate,
te socorre
y te dice
que no tengas
miedo.
No hay
sentencias
que debiliten
la fe,
ni duda
para la absoluta
confianza.
En un desierto
de pena
la flor del amor
siempre se espera.
En la oscuridad
más absoluta,
la luz de una vela
disipa la tiniebla
y en calma
esta el Ser
que todo
lo espera.
Volver
a renacer
soñaba
una semilla
antes
de germinar,
sin esperar
se espera,
el esplendor
de la primavera
siempre por llegar.


Alberto Real Borrueco

Tiempo de PoesíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora