Capitulo 1.- Sueños

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Cerca de una mansión en una cabaña en Hanglenton, un hombre se levantaba de su cama malhumorado, por las viejas dolencias de su pierna. Había intentado toda la noche aguantar pero cada vez era peor el dolor. Bajo a su pequeña cocina, puso la tetera en la llave del lavabo y encendió la estufa, esperaba que el calor del agua caliente aliviara un poco el dolor. Ya había pasado antes, así que ya tenía una idea de que en unos minutos su dolor se calmaría, pero antes de que el agua estuviera en su punto vio unas luces en la mansión, por primera vez en años las veía encendidas y por lo que parecía había alguien hay dentro, pues las sombras revelaba que alguien caminaba de un lado para otro.

-¡Malditos mocoso!- escupió agresivamente el anciano.

Se dirigió a la silla que se encontraba cerca de la puerta, ahí encima había un par de zapatos y una chamarra de lana. Se abrigo bien, salo apresurado de la casa no sin antes tomar su viejo y desgastado bastón de la pared. Cruzo el gran jardín. Su pequeña cabaña se encontraba a orillas de la inmensa mansión que una vez fue propiedad de los Ryddle. Iba lo más rápido que podía y dejaba su cojera. Fue directo a la entrada, a su paso vio lo que decía sobre las grandes puertas de ébano, escrito con algún tipo de tinta verde "Ryddle". Las grandes puertas ébano estaban tan obstruidas por la vegetación que el verde sobresaltaba sobre el negó. Reviso que el candado puesto, seguía en perfectas condiciones. Rodeo la mansión y vio una pequeña puerta, que era para la servidumbre y por la cual estaba entre abierta.

-¡Ya verán cuando les rompa la cabeza!- dijo para sí mismo mientras tomaba la puerta y la abría con cuidado.

Ya adentro el lugar se veía tan igual como la había dejado hace una semana, no entraba a la casa tan seguida solo una vez a la semana para asearla y enseguida salía a cuidar los jardines, después esperaba hasta la otra semana. Solo lo hacía porque seguían llegando pagos a su pequeña cabaña para el mantenimiento de la mansión, hacía años que llevaba abandonada más de los que quisiera admitir, pero mientras a él le llegara el pago no le importara que los dueños no fueran hasta que él se muriera.

Cruzo la cocina esta ves despacio, no quería que sus intrusos se percataran de su entrada, escucho los pasos en la parte de arriba de la casa, subió tan lento como podía y se detenía cada que escuchaba crujir el escalón o el golpe del bastón en la escalera. Cuando logro subir camino a la puerta de la antigua habitación donde dormían los dueños y antes de entrar y sorprender a los intrusos se escuchó la voz de un hombre.

-Acércame más al fuego, colagusano- se escuchó como alguien arrestaba en la estancia algo, y después pasos cerca la chimenea.

-¿Donde esta Nagini?- dijo con un dejo de desprecio en la voz.

-N..N..No lo sé, mi señor-Respondió otro hombre con una voz asustada algo áspera como si en años no hubiera sido utilizado debidamente-Creo que fue a algún lugar de la mansión. Mi señor-

-El viaje me ha fatigado demasiado, necesitaremos alimento lo más pronto posible- Dijo iracundo la primera voz.

-En la mañana bajare al pueblo y conseguiré alimento, mi señor-Dijo aquel hombre de nombre colagusano-¿Perdone mi incertidumbre señor?, pero ¿Cuánto pasaremos en la mansión?-

-Este lugar es mío por derecho y me quedare en ella el tiempo que yo desee- dijo con voz furiosa -Además el plan está empezando colagusano, y todo empezara cuando acaben los mundiales de quidditch, aunque Bart me ha enviado una lechuza desde su casa, el Ministerio de magia intensifico la seguridad a puntos inimaginable tanto para esos muggles como para los magos, será casi imposible entrar a menos que comprueben que son realmente sus entradas a los mundiales de Quidditch-

En la puerta el viejo Fran escuchaba atentamente pero no entendía nada, "Ministerio de magia", " Mundiales Quidditch", "Magos", "Muggles" y de qué demonios estaba hablando aquel sujeto.

Harry Potter y el mayor poder del pasadoWhere stories live. Discover now