Capítulo 58.- La Decisión del Solitario

2.7K 163 89
                                    

En la cima de un enorme árbol, pegado a un pequeño lago que daba vista al océano y que se encontraba en una isla que flotaba a cientos de metros de la superficie del mar, Harry estaba observando el panorama. Sentado a una rama tan gruesa como un tren y tan dura que si la golpeara con su fuerza normal no le aria ni un rasguño, miraba como el sol se levantaba. Podía escuchar a las criaturas fantásticas que habitaban la isla, algunas que se iban a dormir otras que seguro lo atacarían si lo vieran y unas cuantas mas que eran inofensivas. El aire matutino del mar le golpeaba el rostro, con un tono salado y haciendo que se sintiera fresco.

Subió sus goggles para mostrar sus ojos verdes y de paso descansar su adolorido rostro, restregó las manos contra la cara y tomo el libro que tenia en su pierna, no era cualquier libro, mas bien un grimorio. Uno negro con un dragón blanco. Tenia tiempo para leerlo y si bien pensaba que era exagerado, aun no terminaba de entender ni un décimo de lo que había leído.

La mañana tenia colores naranjas, rojos, amarillos y azules pintados en horizonte, el mar brillaba con colores oscuros y reflejando el sol de forma que lucia como un gran espejo que mostraba el cielo algo oscurecido, las nubes encima no ayudaban. Pero era un indicio que se acercaba lluvias intensas y que pronto tendría que encontrar un refugio.

Harry la miro por minutos hasta que la mañana se aclaro. Se sentía frustrado, no solo por el grimorio casi imposible de leer, también por el tiempo que llevaba en ese archipiélago ascendente y que contenía diversas vegetaciones, climas e incluso criaturas. Sin contar con cosas extrañas, como aviones estrellados, barcos encallados en la isla del mar o esqueletos esparcidos por todos lados. Pero lo que mas le frustraba era que no podía llegar a la isla que tenia la torre de cristal. Y su situación se encontraba estancada desde que llego.

Para explicar todo lo que le pasaba, tenia que pensar a los siguientes días de llegar a la isla. Y lo recordaba tan bien como veía el cielo levantarse.

Despertó de la manera mas inesperada después de caer del cielo, un cangrejo pequeñito le pellizco las mejillas, haciendo que saltara y le doliera el cuerpo, pero se lo arrancara de golpe. Era extraño, muy pequeñito con un cuerpo esférico, con cuatro pinzas y un solo un ojo, por la sorpresa Harry lo aventó y las piernas le dolieron a montones.

Se sintió extraño, algo no encajaba en su mente, como si de un momento a otro hubiera olvidado quien era, solo que lo que no lograba encajar era ¿Que hacia ahí?. La cabeza le dolía, medio cuerpo no reaccionaba y su espalda ardía como el infierno. Se intento incorporar, algo lo sujeto de los hombros y con una fuerza sobre humana lo regreso a su lugar, ese algo... no alguien estaba sentado a su lado.

-Quedate quieto- dijo la voz antigua que tantas veces escucho, como un resorte giro la cabeza a arriba y lo miro.

Harry esperaba un hombre mayor, con barba larga y plateada, de cientos o miles de años, con un rostro que parecía ver haberlo visto todo y que luciera poderoso. Sin embargo se encontró con un chico. No mucho mas grande Harry. Aunque mucho mejor vestido, con un rostro sin heridas y seguramente sin algún daño físico. El muchacho apenas le prestaba atención, mordía lo que parecía ser un brote de trigo o parecido lo vio mucho mejor ya de cerca.

Tenia el pelo desordenado y amarrado en una coleta tan larga que le llegaba a la cintura, tan negro que no podría distinguirse diferencia entre cabello y cabello, con orejas algo puntiagudas, sus ojos de un tono rojo intenso, su nariz puntiaguda, y sus labios finos formando una sonrisa burlona, que dejaba ver sus dientes blancos y destellantes, ademas de unos caninos muy afilados y para culminar todo tenia un aspecto muy despreocupado. A pesar de los rasgos aun parecíria un chico normal, si no tuviera unas vestimentas tan raras. Con una gabardina color morado y negro, con un alones en su camisa, unos guantes igual de olanados y marcas de runas que nunca vio en cada antepalma, un cinturón bastante ancho que se les unía a pantalones abombados y que se metían a botas gruesas en las cuales terminaban en puntas redondas. En su cinturón se podía ver dos cráneos colgando, uno blanco y el otro negro con la boca abierta y cerrada respectivamente, un reloj de bolsillo, una brújula y una vaina de espada vaciá.

Harry Potter y el mayor poder del pasadoWhere stories live. Discover now