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Una cosa es que Alba le tuviera ganas, ella también se las tenía; pero no era normal entre las dos esa especie de frialdad, en el sentido más caliente de la palabra.

- ¿Qué dices, Nat? - se hizo la loca.

- Es lo que parece. ¿Te pasa algo conmigo? ¿Está todo bien? - se interesó la pamplonica, acariciándole la mejilla con el pulgar.

- Sí, claro - sonrió-. Solo estoy tratando de recuperar el tiempo perdido.

- ¿Seguro que es eso?

- Seguro, Nat - le dio un pico.

- Y yo que pensaba que ya te habías cansado de mí - murmuró Natalia.

- Difícil - respondió Alba, repasándole la línea de la mandíbula con un dedo-. Me lo paso demasiado bien contigo.

- Como la semana pasada no te apetecía... - dejó caer la morena.

A la rubia se le encendieron las alarmas, no quería recordar el motivo.

- Al final va a ser verdad que eres una rencorosilla - ronroneó dejando pequeños besos en su boca.

- Ya ves que no, estoy aquí, aunque prácticamente me hayas ignorado toda la semana.

- Mimimimi. Rencorosa - insistió la rubia, Natalia rió.

- Es que me abandonaste - puso un puchero la navarra.

- Oh, pobrecita, Nat - ironizó Alba, deformándole la mueca.

- Pues sí, pobrecita yo.

- Seguro que encontraste algún otro entretenimiento.

- Eso sí - se relamió pícara y la rubia apartó la mirada.

- No lo dudaba - murmuró entre dientes, visualizándola con aquel chico trajeado-. ¿Y lo pasásteis bien?

La pregunta salió de su boca sin permiso, Natalia le cogió la cara para que la mirara.

- ¿Que si lo pasamos bien? ¿Te refieres a mis manos y yo?

- Eh... claro - contestó Alba tras un titubeo.

No fue difícil para la navarra detectar que la rubia mentía. Y tampoco tuvo que atar muchos más cabos para encontrar al causante de ese plural que había usado.

Así que era eso.

Natalia abrió la boca para sacar el tema, pero vio cierta reticencia en los ojos de la otra.

Su mirada fue una petición silenciosa de que lo dejara correr.

En efecto, Alba rezaba porque la morena no verbalizara lo que estaba segura que había hilado. Si lo hacía se volvería real.

Y tendrían que hablar cosas.

Alba no quería perder lo que tenían por unos celos estúpidos.

Natalia no quería complicarse la vida.

La besó y llevó las manos a su culo.

La rubia respiró aliviada.

De vuelta a la piel, terreno seguro para ambas.

- Creo que ella no quiere nada más allá del sexo - Natalia le explicaba la situación a su amiga María, en su bar favorito del centro de Pamplona.

- Y tú sí - dedujo dándole un sorbo a su cerveza.

- ¡No! - exclamó por incercia-. Bueno, yo... yo no lo sé.

- Si no lo sabes es que sí, Wonka.

- El caso es que Alba seguro que no. Solo quiere lo físico.

- Pero me has dicho que ella pensaba que te habías acostado con Miki, ¿no?

- Sí, eso creo. ¿Y?

- Pues que no subió a la habitación ese día.

- ¿Y? - repitió, alzando las cejas.

- Que si solo le importara follar contigo le habría dado igual que te lo hubieras tirado a él.

- Igual no subió por orgullo - se encogió de hombros-. No sé, ni siquiera quiso que sacara el tema el otro día, cuando insinuó lo de Miki.

- ¿Y por qué crees que no quiso sacarlo?

- ¿Porque no le interesa lo que yo haga con los demás? - dudó, María suspiró frustrada.

- Tú tampoco quisiste sacarlo y mira el cacao que tienes en la cabeza. Y no precisamente por indiferencia.

- Creo que se nos va a ir de las manos, por lo menos a mí.

- Porque no os comunicáis una mierda, par de conejas.

- ¡Pero es que ella no quiere!

- Pero es que tú tampoco lo has intentado.

Natalia se llevó las manos a la cara.

- Me estoy rayando por una tontería. Es tan fácil como no darle más vueltas y seguir disfrutando lo que tenemos.

- Pero quieres más - evidenció María, Natalia puso los ojos en blanco.

- No sabes el polvo que...

- Sin detalles, Lacunza, por favor - la cortó la Mari tapándose los ojos teatralmente.

- Perdón.

- Es broma, Wonka. Si a mí los detalles me encantan. Cuéntame más - pidió entrelazando sus manos bajo su barbilla.

- Idiota, préstame atención - le pegó un manotazo en el hombro.

- Toda oídos.

- Pues eso que me echó un polvo... no sé, cósmico, de otro planeta.

- ¡Pues mantecón!

- Pero a la vez es como que no era... ella - gestualizó Natalia, tratando de hacerse entender.

- Natalia Lacunza quejándose de un polvazo. Mira, tía, paso de ti.

- Joder, María, no se puede hablar contigo. No me sirves.

- Deberías plantearte que si tenéis el mejor sexo del mundo mundial y no estás contentísima es que lo que te pone contentísima no es el sexo maravilloso que tenéis.

- ¿Qué? - frunció el ceño.

- Reflexiona y llegarás tú solita a la conclusión.

Natalia negó con la cabeza, cuando su amiga se ponía en plan gurú...

- Me pilló, Marina - se pasó la mano por el pelo la cantante-. Vamos, es que se me escapó la pregunta, directamente.

- ¿Y que te dijo? ¿Se lo tiró? - se interesó su hermana.

- No. Pero yo quedé en evidencia, ¿sabes?

- Y se enfadó por tus celos - dedujo Marina-. Pues mira, si se enfadó mejor, porque no te conviene pillarte por alguien que...

- No me dijo nada - la cortó.

- ¿En serio?

- Es como que nos hicimos las tontas las dos... Y seguimos, ya sabes...

- Follando.

- Follando, Mini, como conejas.

- Esto va a acabar mal, Alba. Tenéis que hablar.

- No quiero que me aparte, creo que no quiere complicarse y si le vengo con los celos... Es que soy ridícula. ¿Por qué no puedo disfrutar del sexo y ya?

- Porque quieres más.

Alba suspiró, estaba perdida y sentía que no podía hacer nada para proteger a un corazón que empezaba a ir por libre en el marco de una relación en la que los sentimientos no tenían cabida.

Natalia estuvo reflexionando, a petición de María, toda la semana. Quizás era verdad que lo que le ponía 'contentísima' no era el sexo que tenía con Alba o por lo menos, no solo eso.

Quizás su gurú tenía algo de razón.

Las noches mágicas | AlbaliaOnde histórias criam vida. Descubra agora