Las noches mágicas | Albalia

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"Llevo todo el día tarareando mi canción"

"¿Tu canción?"

"La de Pa ti pa quién si no"

"Solo te la dediqué el otro día, no es tu canción"

"Claro que lo es"

"No te flipes"

"Envíame un audio cantándola, anda, porfa"

"¿Para escucharla cada noche antes de dormir?"

"No, para ponérmela cuando me apetezca"

"Pues vaya"

"Para antes de dormir prefiero otras cosas"

"¿Qué cosas?"

"Si me envías la canción te las digo"

"Chantajes no"

"No es un chantaje, es un intercambio"

"No me dejes en visto, anda, que vas a salir ganando"

"Veeenga, vale, empiezo yo"

"Miedo me das"

"Necesito unos minutos"

"¿Me vas a enviar un audio guarro?"

"No me desconcentres"

"Pues suelta el móvil"

"No puedo, es mi fuente de inspiración ahora mismo"

"¿Estás en la cama?"

"Sí"

"¿Desnuda?"

"Siempre"

"¿Quieres que te eche una mano?"

"Ojalá pudieras"

"Imagínate que puedo"

"Voy a cerrar los ojos"

"Y a encender el satisfyer, a mi no me engañas"

<Mensaje de audio>

"Uf, Nat"

"Manos arriba, rubia"

"Ni de coña"

"Qué desobediente"

"Me pone demasiado escucharte así"

"Acuérdate de mandarme mi canción, a cambio"

"Mañana te la mando, te la has ganado"

"El poder de los orgasmos"

"No te pongas chulita"

"Vale, vale. Buenas noches"

"Buenas noches, Nat"

Alba practicaba la canción al día siguiente, en la guitarra que tenía en su cuarto y llevaba siglos aprendiendo a tocar.

Con la lengua entre los dientes, buscaba acordes que pudieran servirle.

La voz de Marina desde el marco de la puerta le asustó.