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Al día siguiente, las cuatro tomaban unas cervezas en Navarrería, tras una jornada de intenso turismo. Cuando la Rafi se levantó para ir al baño, fue el momento de interrogar a Marina sobre sus avances amorosos.

- ¿Al final hablaste con mi doble o no? - recordó Natalia.

- ¿La de tinder? Al final no. Me abrió pero no pasamos de un "hola, qué tal".

- A perder - protestó, con una mueca exagerada.

- Otra mala previsión de la pitonisa Natinat - se burló Marina.

- Es que yo lo veía clarísimo. ¿En serio no te gustaba?

- No, era guapa, pero no mi tipo. Y tampoco surgió...

- El mal gusto, cuñi, pobre mi clon.

La morena se llevó una mano al pecho ofendida, pero fue Alba la que se quedó con lo importante.

- Entonces, admites que tienes un tipo... - sugirió, alzando una ceja.

- A ver, un tipo no.

- Pero... - rascó Alba, algo había allí.

- Bueno, puede que me olvidara de cambiar la configuración y deslizando me encontrara con una chica interesante - admitió con una sonrisa de boba que hizo saltar las alarmas de las otras dos, en el mejor de los sentidos.

- Yassssss, bienvenida al lado bueno de la vida - la navarra le puso la mano para que chocara los cinco, pero se todo lo que se llevó fue una colleja.

- Ay, Mini - se emocionó su hermana-. ¿Y habéis hablado? ¿Cómo se llama?

- ¡Fotos, fotos! - insistió Natalia.

La Rafi volviendo a la mesa dejó con las ganas a la pareja, que se morían por saber más. Y se encargaron de ir buscando cualquier excusa para que la mujer las dejara solas un ratito.

No hubo manera durante el día, así que por la noche, con la Rafi dormida, se reunieron las tres en el salón, con luz ténue y en susurros. Como si tuvieran cinco años y estuvieran haciendo alguna travesura.

- ¿Y bien? - agitó las cejas Natalia.

- A ver, Nat, como te lo digo... Esto es algo que me gustaría hablar con mi hermana a solas, ya sabes...

- No, no, no. Me niego. A mí no me puedes dejar fuera, cuñi - protestó-. Si yo tuve la idea y fui la primera en saber lo del Javi ese... y ya soy como una hermana más ¿o no? ¿Las tres mellizas? ¿Las supernenas?

- Bueno, no te flipes - picó Alba.

- ¿En serio no me lo vas a contar, Marina?

- Claro que sí. Era broma.

- Oye - chasqueó la lengua-. Que me lo había creído.

- Bueno, cuenta, cuenta, tata - la apremió Alba.

- Se llama Belén.

- Ahhhhhhhhh - emitieron las dos sendos chillidos ante los intentos de Marina de que bajaran la voz.

- Shhhhhhhh.

- ¿Hicisteis match?

- ¿Habéis hablado?

- ¿A ver cómo es?

- Pero no chilléis que vais a despertar a la Rafi.

- ¡Pero contesta!

- A ver, las preguntas de una en una - intentó poner algo de calma Marina.

- La foto y nos cuentas - demandó Natalia.

- Bueno, os pongo el instagram, pero ¡ojo con darle al corazón! - advirtió, tendiéndoles el móvil para que cotillearan su perfil.

- Uy, es guapísima - admitió su hermana.

- ¿Toca el piano? - se sorprendió Natalia y le dedicó una sonrisa ladeada-. No sabes nada, Marina, eh...

La morena movió sus dedos y la aludida le golpeó el hombro.

- Te pega, tata.

- ¿Tú crees?

- Muchísimo - coincidieron ambas.

- ¡Uy! - se llevó Natalia la mano a la boca-. Se me he escapado un like.

- Sí, escapado - frunció el ceño Marina-. Te odio, Natalia. ¿De qué año?

- 2017.

- ¿Pero cómo has llegado tan lejos? Te mato.

- Joder, es que quería ver bien qué playa era - le mostró la foto-. Sudeste asiático, mira la Belén que bien se lo monta.

- Nat, mi amor, ahora parece que la esté stalkeando. Qué cagada.

- Pues una excusa más para que le hable. "Ay, mi cuñada que es muy torpe y me ha cogido el movil. ¿Qué tal, tomamos un caña?". Infalible.

- Puede que no me hagan falta ni excusas - musitó Marina.

- ¿¡Habéis hablado!?

- Mucho. Y más que eso.

- ¿Os habéis visto? - abrió los ojos como platos la navarra.

- Puede - sonrió Marina, mordiéndose el labio.

- ¿Cuántas veces?

- Bastantes.

- ¿Y ha pasado algo?

- Puede.

- Ahhhhhhhh, Marina tiene noviaaaa - canturreó Natalia, y Alba tuvo que taparle la boca.

- No es mi novia, Nat. Solo nos estamos conociendo...

- A fondo - añadió la navarra.

- A fondo - repitió con una risita y rubor en las mejillas.

- ¿Y qué tal... la experiencia? - tanteó Alba.

- Ay, maravillosa - suspiró y les contó muy por encima.

- Me alegro mucho, Mini.

- ¿Una foto de las dos no tienes?

Marina se puso roja de nuevo.

- Vamos que tiene todo el carrete lleno, igual que nosotras con Fígaro y Queen - apuntó Alba.

- A ver, espera.

- Que va a esconder los nudes - picó la pelinegra.

- Y si fuera eso ¿qué? ¿Acaso vosotras no tenéis?

- Pues la verdad es que desde que vivimos juntas no tanto... - bufó Natalia.

- Hemos bajado el ritmo.

- Qué dura la convivencia - se apoyó la pelinegra en su clic, que le besó la sien.

- Deberíamos retomar.

- Deberíamos, sí.

- Vale, a ver - les tendió el móvil-. Pero deslizáis solo hacia la derecha, ¿vale?

- Vale, vale, cincuenta sombras - le guiñó un ojo Natalia.

- Ay, sois monísimas. Mira, Nat...

- Madre mía, las modelos... ¿La portada de Vogue para cuando?

- Ay, es que además ella es tan... increíble - gestualizó.

- Ooooooohh.

- Para la próxima vez que vengáis a Madrid os la presento, si tú te comportas - advirtió a Natalia.

- Yo siempre me comporto, cuñadita - alzó las manos en señal de inocencia.

Marina rodó los ojos y negó con la cabeza.

Pero en el fondo estaba deseando que su hermana, la que era su mitad, y Natalia que se había hecho con cierto hueco en su corazón conocieran a aquella mujer que la estaba volviendo loca como nunca nadie antes lo había hecho.

Las noches mágicas | AlbaliaWhere stories live. Discover now