Para tal acontecimiento, se reunieron todas en el salón. La Rafi ocupaba su sillón favorito dejando a la familia feliz en el sofá.
Alba sostenía entre sus brazos a Queen y Natalia hacia lo propio con el pequeño Fígaro, justo al lado.
Marina se mordía el labio, expectante, desde otro de los sillones.
- Bueno pues, no sé, como parece que Nat ya se ha ido de la lengua, pregunta lo que quieras, Mini - le indicó Alba.
- ¿Desde cuándo...? ¿Cuándo...? - ni siquiera era capaz Marina de articular una frase.
- Pues tres semanitas o así - informó la cantante, usando de referencia la fecha de acogida de Fígaro.
- Tres semanas y tres días, exactamente, Marina - especificó Natalia, dejando que el gato jugara con su pulsera.
- ¿Pero lo teníais planeado? No... No me habías dicho nada, tata.
- No, no, planeado no estaba. Lo habíamos hablado alguna vez pero así para un futuro, muy por encima.
- ¿Entonces, por qué ahora, de repente? No lo entiendo.
- ¿No te hace ilusión, cuñi? - puso un puchero la pelinegra.
- Sí, pero... ¿Cómo tomásteis la decisión? Porque vosotras precisamente no podéis tener hijos así, inesperadamente...
- Fue un poco un venazo de Nat, la verdad. Ya sabes como es de intensa.
- Pero esto no es como para hacerlo a la ligera, ¿eh? Que es una responsabilidad para toda la vida - trató de poner cordura.
- Lo sé, lo sé. Pero con todo lo de la mudanza y la convivencia y todo, pues... ¡me vine arriba, Marina!
- Y tan arriba - murmuró su cuñada.
- No sé, ya que damos el paso, lo hacemos bien, ¿no? Agrandando la familia. Y tu madre encantada - le dio pie a la Rafi, que estaba deseando participar.
- Yo encantadísima. Ay, Marina, cuando me lo dijo la Alba. Lloré, te lo juro, de felicidad. Los pelitos de punta. Esto es lo más grande para mí.
- Es que estoy flipando - seguía sin salir de su asombro Marina-. ¿Y por qué tú, Nat?
- Pues porque fue mi idea inicialmente, me apetecía cargar con la responsabilidad. Y se lo propuse a tu hermana y estuvo de acuerdo, así que pa'lante. Que la vida son dos días, cuñadita.
- Sí, sí... ¿Y cómo lo habéis hecho? En una clínica, ¿no?
- A través de una asociación - explicó Natalia, manteniendo la seriedad como podía.
- ¿Pero con un donante?
- Todo donado, sí, nosotras no queremos alimentar ningún negocio con esto. Al revés.
- Todo súper altruista - añadió Alba, a la que le costaba más no reírse.
- ¿No habéis pagado? - frunció el ceño Marina.
- ¿Pero cómo vamos a pagar? No, no. Nosotras solo queremos darle una vida mejor a...
- Nat, que la vas a cagar. No te flipes - le susurró Alba disimuladamente, aprovechando para dejarle un beso en la mejilla.
- No lo entiendo.
- Lo importante es que están muy contentas, y nosotras también. Y tú que no querías venir este año, mira todo lo que te estabas perdiendo - chinchó la Rafi.
- Ya veo, ya - suspiró.
Por la noche, en el concierto de Alba, el show continuó.
- Bueno, yo quiero dedicarle esta última canción a mis chicas preferidas de la primera mesa y muy especialmente al nuevo miembro de mi familia, que nos tiene muy ilusionadas.
- Ooooooh - gritó Natalia con exageración-. Te queremos, mamá.
- Mamá, dice - murmuró-. Es que es increíble, ¡que voy a ser tía!
- Ya lo eres, cuñadita, ya lo eres... - le dio un toquecito con el hombro.
Alba terminó su actuación y las tres decidieron tomarse algo, pues la Rafi se había quedado cuidando de Fígaro, que al ser tan pequeño necesitaba atención constante.
- Tres mojitos - pidió la morena en la barra.
- No, no, dos mojitos - rectificó su clic, dándole un codazo.
Natalia dibujó un NO rotundo en sus labios, pero la ilicitana negó con la cabeza.
- Dos mojitos y un zumito de melocotón para ella.
- Alba, no seas cabrona - le susurró.
- Pero si eres tú la que quiere seguir con esto. ¿No te parece divertidísimo? Pues comprométete con tu papel de preñada.
- Le podemos decir a Marina que hay una teoría nueva de que el alcohol no afecta. Una mentira más, una mentira menos... ¿Qué más da?
- Zumito de melocotón para mi clic - le tendió el vaso, sonriente.
- Ay, Natinat, quién te ha visto y quién te ve - se burló Marina, ante la cara de acelga de la navarra.
Natalia estuvo todo el rato bebiendo del mojito de Alba a escondidas, hasta que Marina la pilló.
- Nat, ¿qué haces? ¡Que no puedes beber! - se alarmó.
- Un poquito no pasa nada, cuñi. Si es todo hielo - le restó importancia.
- Natalia, en serio - sonó preocupada-. Se lo voy a decir a Alba en cuanto vuelva del baño. Y lo del cigarro del otro día también. No puede ser.
- No, no, Marina - suplicó, pero no le sirvió de nada.
- ¿Qué has hecho qué, Nat? - se indignó la cantante, disfrutando de la situación.
- Albi, a ver, ya basta...
- Natalia, lo hemos hablado mil veces. Que esto no es un juego.
- Hazle caso, Nat, no puedes hacerle esto a tu hijo.
- Que no pasa nada, Marina, que a los fetos de ahora les encanta el azúcar y el mojito lleva un montón. Les espabila.
- ¿Pero qué dices? - rebatió alarmadísima.
- Sí, es una nueva teoría, de un médico americano, dice que el azúcar y el ron, especialmente, son super beneficiosos.
- Alba, dile algo a esta loca. Natalia, ni se te ocurra hacer caso a esas cosas que se leen en internet, que son todas mentira...
Natalia, viendo la insistencia, confesó.
- Que no estoy embarazada, tía - soltó, acercándose el mojito a la boca, pero Marina se lo arrebató de las manos.
- Y yo soy tonta, ¿no? Natalia, no puedes beber. Ahora en serio. Tienes que tomar conciencia.
Natalia suspiró, frustrada.
- Claro que sí, mi amor. Es solo un pequeño esfuerzo - la navarra le devolvió una mirada asesina.
- Pues a ver si haces tú el esfuerzo conmigo, guapa. Esto es cosa de las dos, ¿o no?
- Yo te doy apoyo moral - le pellizcó un moflete.
- Pues no sé si compensa el ipiyi miril, mi amor - bufó.
- Te digo yo que sí compensa - le dio un pico Alba, gozándolo con la situación.
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Las noches mágicas | Albalia
FanfictionAlba canta todos los viernes en un hotel madrileño. Natalia se aloja allí precisamente un día de concierto. Y no puede apartar los ojos de ese ángel que brilla en el escenario.