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"¿Vas a venir en tren?"

"En coche te vas a cansar mucho"

"¿Quieres que te ayude a mirar opciones?"

"Veo que apenas te hace ilusión que vaya a verte"

"Casi nada"

"Estoy mirando el tren"

"Sería genial si pudieras llegar el viernes a la hora de comer"

"Salgo de trabajar a las dos"

"Perfecto. Comemos juntas entonces"

"¿Ya sabes dónde me vas a llevar?"

"Por supuesto, baby"

"Lo tengo todo planeado"

"¿Y la improvisación qué?"

"¿Ha vuelto la Natalia previsible?"

"Siempre puedes desarmarme los planes"

"Eso me gusta"

"¿Cuándo dices que voy a conocer a tus amigas?"

"La primera noche"

"¿Tan pronto?"

"¿Te asusta?"

"Me pone nerviosa"

"No tienes por qué. Te van a encantar"

"Y Pamplona también"

"Si me la enseñas tú, seguro"

Natalia fumaba apoyada en la pared del bar donde había quedado con Alba. Le había enviado la ubicación para encontrarse allí, cuando ella saliera de trabajar y la rubia llegara a la ciudad, respectivamente.

La vio venir desde lejos, con la vista centrada en el móvil.

- ¡Albi!

La rubia sonrió. Natalia dio la última calada a su piti y abrió los brazos, imitando la sonrisa de la recién llegada.

- Hola, Nat - la saludó colgándose de su cuello.

La pelinegra agarró su mandíbula y la besó. Alba intensificó el contacto y lamió su labio inferior, pidiendo paso.

- Mm - se relamió la ilicitana-. Guapa. Qué ganas tenía de verte en tu hábitat.

- ¿Qué tal el viaje?

- Eterno, me muero de hambre - le llenó la boca de besos.

- Vamos dentro, entonces.

Dos horas después, entraban a casa de la morena con la intención de que Alba pudiera dejar sus cosas.

Natalia le hizo un tour por su maravillosamente decorado pisito. A caballo entre lo moderno y lo vintage, definitivamente eran metros cuadrados llenos de encanto y personalidad.

- Me flipa, tienes muy buen gusto para la decoración.

- ¿Lo dudabas? - alzó las cejas y aprovechó para atraerla hacia ella por la cinturilla de su pantalón-. No solo tengo buen gusto para eso, ¿sabes?

La ilicitana desabrochó unos cuantos botones de la camisa de la más alta y coló sus manos dentro para acariciar su piel.

- ¿Me enseñas otra vez tu habitación? - pidió con pircardía.

Las noches mágicas | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora