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En cuanto la morena volvió a su casa, llamó a Marta. Había dejado aparcado ese asunto para poder regalarle a Alba los días bonitos que merecía, pero había llegado el momento.

Su amiga aceptó una cena en su casa.

- Hola, Martus - le abrió con una sonrisa conciliadora.

- Hola. ¿Ya se ha ido Alba? - preguntó la malagueña, acomodándose en el sofá.

- Sí, hace un rato - contestó con un puchero, sin saber leer muy bien la actitud de la otra.

Viendo que Marta no arrancaba, fue la más alta la que empezó la conversación.

- Te pasaste muchísimo el otro día, tía. Os había pedido a todos que le diérais una oportunidad, tú me dijiste que le darías el beneficio de la duda y fuiste a la yugular.

- Yo...

- No, déjame desahogarme - la frenó-. Le has jodido la primera impresión de mi casa, mi lugar favorito en el mundo. Yo me moría de ganas de que os conociera, para que me conociera más a mí. Mi ciudad, mis amigos... Y lo jodiste, Marta.

- Lo siento, Nat - se disculpó en un susurro-. He sido muy injusta con vosotras.

- No entendí tu actitud, desde el día del cumple de María especialmente, es como si tuiveras algo en mi contra...

- No tengo nada en tu contra - le aseguró..

- No lo parece. ¿Me cuentas qué es lo que te pasa? Porque algo te pasa, Martuca, yo sé que tú no eres así.

- ¿Sabes lo que me pasa? Se llama envidia - rió irónica-. Nat, a ti todo te sale siempre bien, no importa lo difícil que parezca en un principio.

- Eso no es verdad.

- Tía, tienes un trabajo de puta madre, unos padres maravillosos que no se meten en tu vida, eres la más guay del mundo y encima puedes permitirte pasar de tener relaciones esporádicas a enamorarte de la persona adecuada sin hacerte ningún rasguño... Todo te sale tal como quieres

- Marta... - intentó Natalia frenar esa descripción tan utópica que estaba haciendo de ella.

- ¿Y yo? Que pensaba que tenía la vida resuelta, una relación estable, una hipoteca, todo listo para empezar a jugar a las casitas y de repente... ¡Boom! Se me desmorona todo como un castillo de naipes. ¿Por qué no puedo ser Natalia Lacunza y que todo me vaya siempre de puta madre? - protestó, limpiándose una lágrima rebelde, fruto de la frustración.

La morena le agarró la mano y suspiró antes de darle una respuesta.

- Yo me muero de miedo por dentro cada vez que tomo una decisión, ¿sabes? Aunque no lo exteriorice, porque me encanta que todo el mundo vea a la Natalia segura de ideas claras, la verdad es que soy un desastre lleno de inseguridades la mayoría de las veces.

Marta bajó la mirada, ante la honestidad intimidante de los ojos de la otra.

- Y sí, me encanta mi trabajo... Pero de toda la empresa, solo he conseguido crear un vínculo con Ici y Jon, que ya me conocían. Y mis padres - soltó una carcajada irónica - hay tantas cosas que no les cuento que siento que en el fondo ni si quiera me conocen tal como soy. A veces el miedo a que nos vean por dentro nos quita también oportunidades.

- Pero con Alba...

- Con Alba fue un claro ejemplo. La Natalia que ella conoció el primer día y la que está con ella ahora son muy diferentes. A la primera no le afectaba nada y a la de ahora... - bufó-. Estoy tan expuesta que podría hacerme daño solo con pestañear.

Se creo un silencio entre las dos.

- Que tú estés pasando por un mal momento ahora, no significa nada, Marta. Si Paco no era para ti, mejor haberte dado cuenta cuanto antes. Ya llegará alguien que sea tu persona. Exactamente igual que un día me puede pasar a mí, que lo que tenemos Alba y yo se apague. Cada una tiene sus tiempos, en todo.

- Y si no que se lo digan a Pablo y la Mari, que siguen en la adolescencia - sacó la malagueña una media sonrisa.

- ¡Exacto!

- Perdóname, en serio, he pagado toda mi frustración con Alba y contigo solo porque os iba bien y a mí no. Y eso es horrible - reconoció, bajando la mirada.

Natalia no supo muy bien qué decir.

- Llevo unas semanas hecha mierda y no lo sé gestionar. Intento hacer como que no pasa nada, que lo tengo superado pero se me remueve todo por dentro cuando, por ejemplo, os veo a vosotras miraros como os miráis - gestualizó-. Es mágico.

- Marta...

- Me da mucha vergüenza como le hablé a Alba el otro día y como te tiré mi mierda a ti - se tapó la cara.

- Lo importante es que te hayas dado cuenta. Y que sepas también que estoy aquí para ti, todas lo estamos. Igual que tú siempre lo has estado para nosotras.

- Entonces, ¿me perdonas?

- Pues claro.

- ¿Ves cómo sí que eres perfecta? Qué asco das, Nataliuca - trató de bromear.

Natalia negó con la cabeza, con una pequeña sonrisa en la cara.

- Quiero disculparme también con Alba. Menuda primera impresión - frunció el ceño-. Me tiene que estar odiando.

- Seguro que no. Deja que hable con ella primero y encontramos la manera de que puedas pedirle perdón.

- Perfecto. ¿Amigas, entonces? - le tendió la mano.

- Amigas - se la estrechó tirando de ella para abrazarla con fuerza.

Ante esa conversación llena de sinceridad por ambas partes, no tenía nada que reprocharle.

Las noches mágicas | AlbaliaWhere stories live. Discover now