60

6.3K 412 37
                                    

Las tres bajaban del coche de la cantante cargadas de bolsas de playa, neverita y sombrillas incluidas.

- Bueno, niñas, yo me voy a poner con mis amigas, así os dejo un poquito de intimidad.

- Menos mal, ¡milagro! - celebró Alba.

La pareja seleccionó con cuidado su ubicación en la arena, asegurándose de que estaban fuera del campo de visión de la Rafi.

- Llevo viniendo a esta playa desde que era un moco. Me hace mucha ilusión que estés aquí, Nat.

- Y a mí. Es super bonita - la morena miró a su alrededor, a la vez que unos niños corrían justo por el lado y le llenaban la toalla de arena-. Y muy... familiar.

- Sí, eso sí - rió su clic, más que acostumbrada a la nula tranquilidad de esa playa, que al ser poco profunda era ideal para los niños.

- Perfecta para mini Lacuncitos navarricos llenando de arena las toallas ajenas - soltó Natalia como si nada.

- ¿Qué?

- ¿Qué? - se hizo la loca.

- Lo que acabas de decir.

- Nada. Era broma - le restó importancia.

- No era broma.

- Que sí, Albi.

- Nat - evidenció su incredulidad.

- Que me ha hecho gracia, los niños correteando, no sé qué... Ya está - se encogió de hombros.

- Estoy segura que hasta los has visualizado en tu cabeza. ¿Cuántos mini Lacuncitos eran exactamente? - alzó una ceja.

- Ven que te ponga crema - cambió de tema.

- ¡Nat! - se apartó de sus manos embadurnadas-. Contéstame.

- Que no he visualizado nada. Ven, que te vas a quemar - consiguió esparcir la crema por sus hombros.

- Vale, pues nada - se rindió, viendo que insistir no iba a surtir efecto.

- ¿Te has enfadado? - preguntó la morena un rato después, ya que Alba estaba más callada de lo normal.

- No.

- Sí te has enfadado.

- ¿Me pasas una cerveza, por fa?

- Eh... sí, claro - se la tendió-. Alba...

- Mm... ¡qué fresquita! ¿No quieres tú una?

- Albi...

- ¿Sacamos unas aceitunas también? Me muero de hambre.

Y Natalia entendió que estaba haciendo lo mismo que había hecho ella hacía unos instantes.

Qué vengativa. Cómo jode.

Las dos bebían cerveza y picaban algo en completo silencio.

- No sé si quiero tener hijos. Nunca he tenido un instinto maternal fortísimo, tampoco todo lo contrario... Pero sí, he visualizado en mi cabeza a dos criaturillas rubias correteando por aquí. ¿Contenta?

- Mucho. Verás cuando le diga a la Rafi que le quieres dar nietos - picó Alba.

- ¡No! Alba, por favor, eh - suplicó.

- ¿No es tu amiga?

- Amor... ¿Y tú? - preguntó la navarra con cierta timidez, mientras jugaba con el borde de la toalla sobre la que estaba sentada.

- ¿Yo qué?

- Que si tú... Que si a ti te gustaría tener hijos.

- En un futuro, puede que sí. Admito que si son mini Lacuncitos rubitos, la oferta es tentadora.




- Mamá, nos vamos a dar una vuelta, ¿vale?

- Acuérdate de ponerte bien guapa para esta noche, Rafi, que te invito a cenar fuera.

- ¿Tú y yo, Nati? - le guiñó un ojo.

- Ya me gustaría a mí, pero es que tengo a un piojo rubio pegado y mira que he hecho de todo, pero no se va de ninguna de las maneras.

- ¡Qué graciosa! - ironizó el piojo en cuestión.

- No hace falta que nos invites a nada, Natalia, te lo digo de verdad - se puso seria la Rafi.

- Ya se lo he dicho yo mil veces, mamá. No te vamos a convencer, ¿verdad?

- Nop, es lo mínimo que puedo hacer. Te dejo invitarme ahora a un heladito para merendar, si te quedas más tranquila.

- No es comparable, amor.

- Uno de dos bolas. Incluso de tres, si quieres.

Alba rodó los ojos.

- Anda, vamos.

Sentadas en una terracita, disfrutaba Natalia de un cucurucho más grande que su cabeza, mientras la rubia había preferido una horchata para refrescarse.

- Jo, se derrite super rápido - protestó Natalia, intentando evitar el inminente desastre-. Suerte que tengo práctica con la lengua.

- Sabía que ibas a decir eso - rodó los ojos.

- Maldita vena previsible - rieron las dos, mientras la morena seguía luchando por mantener la estabilidad de su helado-. ¿Me ayudas?

- Solo probar, que lleva lactosa.

La navarra le acercó el helado y Alba puso su mano encima de la suya para acercárselo y darle un buen lametón.

- Uy, uy, me estoy poniendo nerviosa - confesó la pelinegra.

- Sí, nerviosa, precisamente- ironizó la rubia-. Pues tú no es que chupes muy finamente, la verdad.

- ¿Has mojado braga? - agitó Natalia las cejas, con una sonrisa pícara.

- Somos unas salidas, baby - se avergonzó, tapándose la cara.

- Lo importante es aceptarlo - le guiñó un ojo.

Natalia lamió su labio inferior y tiró de él.

- No te vengas arriba que nos está mirando todo el pueblo, amor.

- Que miren, si les damos envidia - le dio un pico.


La pareja, junto a la Rafi, daban buena cuenta del postre en uno de los mejores restaurantes de Elche.

- De verdad que no hacía falta todo esto, Nati.

- Claro que sí, he estado a gustísimo en el Hotel Reche. Y eso lo tengo que agradecer de alguna manera.

- Me da mucha penita que te vayas mañana, nena - puso un pucherito Alba.

- Y a mí irme, de verdad. Pero vuelvo en agosto, ni os va a dar tiempo a echarme de menos.

- ¿Y por qué no te quedas todo el verano, Nati? ¿Dónde vas a estar mejor que aquí?

Natalia rió, no lo dudaba.

- Tengo que trabajar unos días y bajar a Murcia con mis amigas y pasarme por el pueblo a estar con mis papis. Soy una chica ocupada, Rafi. Y como Alba trabaja, no puede venir conmigo. ¡Qué triste! - dramatizó.

- Vamos a estar deseando que vuelvas, amor - le aseguró su clic.

- Además voy a aprovechar para hacer cambios en casa y organizar todo para que Queen y tú estéis cómodas cuando os mudéis.

- Ay, que ya casi se me había olvidado - exageró la Rafi, dramática.

- No te vuelvas loca que nos conocemos, intensita - advirtió Alba.

- Puedes estar tranquila. En agosto cuando vuelva lío a Marina para que se venga y así estamos todas.

- Uy, hija, la niña esa es muy difícil de convencer. Yo no sé qué tiene en Madrid pero este año no hay quien la traiga.

- Déjamelo a mí, suegri - le guiñó un ojo.

Las noches mágicas | AlbaliaWhere stories live. Discover now