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Natalia le enseñaba a su clic través de una videollamada el panorama que mostraba la casa de Pablo en Murcia a las once de la mañana.

- Esta gente, Albi... Se creen adolescentes en turismo de borrachera, mira cómo lo tienen todo.

- Y tú que eres una pobre santa que no ha roto nunca un plato estás muy incómoda, ¿no? - ironizó la rubia.

- Me gustaría que estuvieras aquí, aunque la verdad es que me lo estoy pasando muy bien.

- Así me gusta, baby, que disfrutes.

- Buenos días, furby - asomó María, aprovechando para dejar un beso en la mejilla de Natalia-. Te estamos cuidando a tu novia super bien. Solo le damos alcohol y bien de comida basura.

- Maravilloso, entonces - rió la cantante.

- Te tendrías que haber venido tú también.

- Tengo que trabajar, Mari - hizo un pucherito.

- Bueno, pues para la próxima. Y tu cuelga ya, Wonka, que se te enfría el café y nos vamos a comer todo el desayuno.

- La comida me reclama, amor.

- Hablamos luego, disfruta mucho.

- Te quiero.

- Yo también te quiero, nena - le lanzó un sonoro beso antes de colgar.

- Ay, ¡qué enamoradita! - se burló África, tendiéndole un café.

- Pues mucho.

- Entonces, ¿dices que has superado la prueba de convivir con la suegra? - se interesó Marta.

- ¿Que si la he superado? La Rafi no sabe si prefiere adoptarme o casarse conmigo, ese es el nivel.

- La Wonka enamorasuegras, mi favorita - rió María.

- No, pero en serio, he estado súper a gusto. Es que todo lo que voy conociendo de Alba y de su entorno me gusta más y más... No sé ni cómo es posible.

- Oooooooooh - corearon todos, ante el puchero de la morena.

- Pero no os burléis de mí.

- Nunca, Natinat - le aseguró Pablo.

- Si el amor es mantecón puro, ¿a que sí, churri? - le metió la lengua hasta la campanilla María a su chico.

- ¡Mantecón!

- A partir de septiembre vas a estar viviendo tu mejor vida teniéndola tan cerquita, Nataliuca - le sonrió Marta.

- Ay, sí, qué ganas de librarnos por fin de la distancia. ¡Vosotros ya podéis liberar agendas!

- Por supuesto, mi comandante - afirmó Damion-. Integradísima la vamos a tener. Si es más maja que tú.

- Bueno, eh, tampoco os flipéis ahora. Que estaré enamorada, pero aquí todos sabemos que la más maja soy yo.

- El ego, Lacunza - le tiró Afri una servilleta a la cara.

Natalia llevaba dos días en Pamplona y se encontraba en plena reestructuración de su casa para adaptarla a las nuevas inquilinas.

Los ajustes para que su clic estuviera cómoda fueron relativamente sencillos, pero para la gata se dio cuenta de que le faltaba criterio. Y estuvo pidiéndole opinión a la rubia constantemente, cosa que enternecía a la mamá de Queen por encima de sus posibilidades.

"Amor, ¿de qué tamaño tiene que ser el arenero? ¿Este es como el de tu casa?"

"¿Y qué come? O sea, ¿de qué marca y qué sabor? Pásame fotos"

"¿Y jabón y eso? ¿A los gatos se les baña o se limpian solos con la lengüita?"

"También le he comprado juguetes. Unos pececitos como de peluche, que el de la tienda me ha dicho que les gustan un montón"

"Me preocupa que se aburra en un piso tan peque"

"O que le afecte el cambio de clima y de casa, ¿eso a los gatos les puede pasar?"

"Albi, videollamada, corre, corre"

- Hola, baby. ¡Qué guapa! - piropeó Alba a su clic.

- Hola, amor. Tengo una sorpresita - se mordió el labio, algo nerviosa.

- Me das miedo, Nat. A ver, ¿qué es eso tan urgente?

- Pues... estos días me he dado cuenta que no sé cuidar de un gato, o sea, que me queda mucho que aprender, ¿sabes?

- Te estás estresando demasiado, amor, Queen va a estar como la reina que es.

- Ya pero yo quiero hacerlo bien y... Bueno, una conocida mía tiene una gata que ha tenido gatitos y... buscaba a gente que los tuviera en acogida antes de que les encontraran casa y he pensado que era una buena idea, así que...

Natalia se agachó, cogió entre sus manos a un gatete blanco y negro enanísimo y lo acercó a la cámara.

- ¿En serio, Nat? - flipó la rubia mordiéndose el labio.

- Se llama Fígaro. Bueno, no tenía nombre, creo, se lo he puesto yo. Estaba entre Galileo y Fígaro, por la canción de Queen, la de Bohemian Rapsody. Me hacía gracia que tuvieran nombres relacionados y además es así musical, como tú. Aunque está en acogida el gatete, ¿eh? Yo no adoptaría sin consultártelo, obviamente... Que vamos a vivir juntas las dos y...

- Nat - frenó su verborrea-. Es monísimo y tú muchísimo más.

- ¿Sí?

- Claro que sí, nena.

- Ha venido hoy a casa por primera vez y no para quieto. Le he puesto música de gatitos y he conseguido que haga sus cosas en el arenero una vez - relataba orgullosa.

- Yo creo que a Queen no le vendría mal algo de compañía gatuna...

- ¿Crees que nos lo podremos quedar? - se acercó al gato a la cara, dándose cuenta de que muy a gusto no estaba entre sus brazos, así que le dejó ir.

- Hay que ver si se llevan bien primero.

- ¿Puedo llevarlo a Elche en agosto?

- Pues claro, Nat.

- Entonces, ¿no te molesta que le haya acogido sin decirte nada?

- ¡¿Cómo me va a molestar, nena?! Me parece perfecto. Tengo muchas ganas de conocerle. Es precioso.

- Y él de conocerte a ti, seguro. Ay, mira, que te voy a enseñar la nueva mesita del balcón. Ahora ya caben dos sillas, para cuando nos apetezca comer o desayunar fuera - le mostró orgullosa.

- Jo, baby, eres la mejor futura compañera de piso del mundo mundial.

- Lo sé - batió las pestañas con falsa autosuficiencia.

-  Te quiero muchísimo, Nat - susurró con ternura la cantante.

- Yo también te quiero mucho, amor. Estoy deseando que sea septiembre.

Las noches mágicas | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora