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A días de volver a Elche, Natalia tramaba un plan para arrastrar a Marina Reche con ella. Tras pensarlo detenidamente, se había decantado por el chantaje emocional y hacerle un poco el lío.

- ¿Sabes que tienes a tu madre muy preocupada?

- Ay, Nat, la Rafi es una dramática. Yo estoy bien en Madrid.

- ¿A 50 grados y sin playa? Lo dudo. A no ser que haya alguien que te ponga todavía más caliente que las temperaturas de la capital...

- ¡Qué dices! Es solo que en Elche no tengo nada que hacer.

- ¿Nada que hacer? - se hizo la ofendida.

- Lo mismo de siempre - reformuló.

- Lo mismo de siempre, precisamente, no.

- ¿Ah, no? Estar con mi familia y, bueno, contigo - rodó los ojos, aunque Natalia no podía verla.

- Error. Estar con tu family y conmigo, sí. Pero también... - hizo una pausa dramática- con tu sobrino.

- ¿Qué sobrino?

- Si quieres saber más, te vienes a Elche y te lo contamos todo. No es algo que podamos decirte por teléfono, Marina - se hizo la seria.

- Nat, no me tomes el pelo que nos conocemos, ¿sabes? - se le escapó la risa.

- No te estoy tomando el pelo, es muy en serio.

- Por favor, es obvio que es una de tus bromas, Nat - rodó los ojos.

- Marina, que de verdad que no. Créeme por una vez.

- No me vas a convencer, lianta - se mostró impasible.

- Que te lo digo en serio, tía. Pregúntale a Alba si no me crees a mí - le aseguró a la vez que se ocupaba de avisar a su novia por WhatsApp para que le siguiera el rollo, dado el caso.

Marina se mordió el labio, pensativa y Natalia aprovechó sus dudas para insistir.

- Sería irnos el viernes por la tarde y estarnos una semanita, aunque si quieres, te dejo que vuelvas antes para estar con tu amor secreto.

- ¡No tengo ningún amor secreto! - saltó al segundo.

- Yo sé que sí.

- Tú no tienes ni idea, Nat.

- ¿No me puedes decir quién es? Yo te acabo de soltar un bombazo, que seguramente tu hermana me va a matar por no haberme esperado.

- De tu bombazo voy a hablar con Alba porque no te creo ni media palabra.

- Tú misma, en tu conciencia queda este feo que me haces al no confiar en mí - teatralizó.

Marina le colgó rápido y llamó a su hermana, que ya estaba avisada del surrealista plan que su clic había urdido en un segundo.

- Tata, ¿tú tienes algo que contarme? - tanteó Marina.

- Bueno... puede ser - se hizo la interesante la rubia.

- ¿Cómo que puede ser? ¿Y por qué no me has dicho nada? - se indignó la pequeña de las hermanas.

- Pero si te he insistido un millón de veces en que vengas a Elche. Y la Rafi también. Has sido tú la que has pasado de nosotras. ¿Cuántas veces te lo hemos dicho?

- ¡Porque no sabía que... que tenías que decirme algo importante!

- Pues precisamente porque es muy importante, necesitaba que vinieras. Verte cara a cara.

- Ay, tata... ¿Pero un sobrino, en serio?

- ¿Cómo sabes tú eso? - se hizo la sorprendida la cantante.

- Eh... Me ha llamado Nat y...

- ¡La voy a matar! - la interrumpió, disfrutando de la situación-. Insistió en que ella te iba a convencer de que vinieras, pero mira que le advertí que no te dijera nada de... ese tema. Que no era para hablarlo así como así, por teléfono.

- ¿Entonces es verdad? - flipó Marina.

- Ay, Mini... Vente a pasar unos días y te lo contamos bien, anda.

- ¡Alba, que es muy fuerte!

- Lo sé, lo sé. Una completa locura - rió la cantante al otro lado de la línea, le estaba costando mantener el tipo.

- Eh, voy... voy a hablar con Natalia para organizarlo todo, ¿vale? Madre mía.

- Genial, Mini. Aquí os esperamos. A los tres - se atrevió a subir la apuesta, mordiéndose el labio para no soltar una carcajada.

Al fin y al cabo no estaba mintiendo, pues Fígaro era un innegable tercer pasajero.

- Ah, que es Natalia la que...

- Pues claro, tata. Ella se ha ofrecido y yo pues encantada.

- Esto es muy fuerte.

Marina le devolvió la llamada a su cuñada a la velocidad de la luz y con el corazón a mil por la más que inesperada novedad.

- Es que todavía no me lo creo - seguía tratando de asimilar la noticia-. ¿No es un poco pronto?

- Si hay amor, nunca es demasiado pronto, Marina - recitó Natalia.

- Pero así de la nada, no sé yo si...

- Entonces, vamos las dos en tu coche el viernes, ¿no? - interrumpió la pelinegra.

- ¿Eso quién lo ha decidido?

- Hombre, no vas a dejar a tu pobre cuñada dependiendo de dos trenes fatal comunicados, con lo que pesa la maleta y...

- Ya, y en tu estado...

Natalia abrió los ojos como platos y contuvo la risa con todas sus fuerzas.

Maldita Alba Reche que me la ha devuelto multiplicada por mil.

- Claro, claro. A las cinco en tu casa, ¿vale?

- No te he dicho que sí.

- Pero lo has pensado. Nos vemos el viernes, tita Marina - se despidió antes de colgar, dejando a su interlocutora más a cuadros de lo que ya estaba.

No puede ser verdad. Es imposible que sea verdad.

Las noches mágicas | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora