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El viaje de vuelta en tren le había servido a Alba para dejar atrás la euforia y empezar a comerse la cabeza respecto a los acontecimientos menos agradables que les había traído el fin de semana.

Pensó en las palabras de Marta, que su chica se había encargado de desacreditar, pero que a la cantante se le habían quedado irremediablemente grabadas.

Temía que los sentimientos que había entre Natalia y ella, así como la fase de luna de miel constante que vivían, estuvieran tapando de alguna manera posibles daños colaterales.

Tras darle vueltas, acabó con la sensación de que, aunque los amigos de la pelinegra la habían integrado bien, podían ser de la opinión, como la malagueña, de que ella igual no estaba a la altura de su amiga.

Natalia no era consciente, pero la relación que mantenían la separaba en cierto modo de su gente y el hecho de ser ella la que viajaba constantemente a Madrid descompensaba la balanza de responsabilidades y esfuerzos en la pareja.

A la pelinegra no parecía importarle, pero a Alba le inquietaba que a la larga pudiera llegar a desgastar lo que tenían.

La rubia se alegró de llegar por fin a la capital, para poder poner en mute a las miles de voces que rondaban su cabeza al ritmo del traqueteo del tren.

"Baby, acabo de llegar"

"¿A Madrid o a tu casa?"

"A casa, ya te he cambiado por Queen"

"Anda que has tardado"

"La echaba de menos"

"Me ha encantado tenerte el finde en mi casita"

"Y a mí, nena, en serio"

"He hablado con Marta"

"¿Sí? Espera, te llamo y me cuentas"

Natalia le relató al teléfono su conversación con Marta. Le explicó la charla profunda que habían tenido y lo arrepentida que estaba su amiga.

Se aseguró de hacer hincapié en que ella no había hecho nada mal, sino que la malagueña había proyectado su mala racha en ellas dos, tal como intuyó la Mari.

- Igualmente, te va a llamar Marta mañana para pedirte perdón. ¿Vale?

- Vale - repitió.

- No te oigo muy convencida... - dudó la morena.

- Que sí, Nat. Que ya está todo aclarado.

- ¿Seguro?

- Sí. No te preocupes.

- Vale.

- Genial.

- Entonces, ¿está todo bien? - quiso asegurarse la morena, que notaba a su clic demasiado escueta en sus respuestas.

- Todo bien, nena.

- Vale, hablamos luego.

- Hablamos luego. Un besito.

- Un besito, baby.

Estaban a punto de colgar, pero ninguna lo hacía. Escuchaban la respiración de la otra.

- Nat... - rompió Alba el silencio con un susurro.

No quería, ni podía, terminar la conversación sintiendo que se dejaba cosas en el tintero.

- Dime.

- En realidad estoy un poco rayada - murmuró, mordiéndose el labio, aunque la navarra no podía verlo.

- ¿Sí? ¿Por qué? - se interesó, con un tono relajado que invitaba a la ilictana a desahogarse.

- No sé, venía en el tren pensando en lo que dijo Marta, en la opinión que tenían antes las demás sobre nosotras...

- ¿Qué es lo que te preocupa? Cuéntame - la animó Natalia, con dulzura.

- Lo que dijo Marta, que... que eres tú la que viene siempre, la que hace el esfuerzo de viajar, la que se gasta el dinero... Me da cosa que parezca que yo no estoy aportando lo mismo.

- Viajo yo porque nos va mejor así, y para mí no es ningún esfuerzo. Además tú pones el alojamiento, el desayuno, el concierto, el amor... - empezó a enumerar.

- Ya.

- Alba, necesito que tú también veas que las dos estamos en un 50/50, porque lo estamos.

- En cuanto a sentimientos no lo dudo, Nat. De verdad que no, sé que tú me quieres igual que yo te quiero. Pero me da miedo que vaya pasando el tiempo y el hecho de viajar tanto te desgaste - confesó.

- El tiempo va a pasar, eso seguro, y serán más y más viajes acumulados. Pero es que soy la persona más feliz del tren cada vez que voy a verte, Alba. Mis ganas no se pasan.

- Lo sé. Pero si te cansas... - planteó.

- Si me canso, si se me hace bola, te lo digo. Igual que tú me acabas de contar esto.

- Seguro, ¿eh?

- Mis viajes no van a ser una arma que usar como reproche si esto no funcionase en un futuro. Ni eso ni el tema de mis amigas, que ya está solucionado.

- Tenía la cabeza como un bombo, Nat. De repente he empezado a pensar en todas las opiniones sobre nuestra relación y me he agobiado...

- No tienes, ni tenemos, nada de lo que preocuparnos mientras sigamos teniendo estas conversaciones cada vez que haya algún fantasma rondando.

- Si soy capaz de decírtelo es porque confío en ti, porque sé que estás de mi lado y que los problemas los resuelven mejor dos mentes que una.

- Me alegro mucho de que sea así. Estoy muy orgullosa de la relación que tenemos.

- Yo también, Nat.

- Te quiero mucho.

- Yo también te quiero mucho - sonrió al otro lado del teléfono.

La conversación con Marta al día siguiente, realmente dejó a la cantante más tranquila todavía. Una cosa era la versión filtrada que Natalia le podía contar para no hacerla sentir mal y otra era oírlo directamente de la boca de la malagueña.

- Te pido perdón otra vez y te prometo que no volverá a pasar, Alba. No estoy en mi mejor momento y claramente lo pagué contigo.

- No te preocupes, empezamos de nuevo, Marta.

- Muchas gracias. Te prometo que la próxima vez que vengas todo será diferente.

- Eso espero - suspiró aliviada.

- Verás como sí. Te puedes venir a una de nuestras barbacoas en el campo. Es una experiencia religiosa - bromeó.

- Si es apta para vegetarianos, estaré ahí la primera.

- Más que apta.

- Pues entonces cuenta conmigo.

- Gracias otra vez por la segunda oportunidad.

- De nada, Marta. Todos nos merecemos una.

Las noches mágicas | AlbaliaWhere stories live. Discover now