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Los días siguientes a ese desencanto fueron raros. La rubia trató de poner su mejor cara y centrar su energía en seguir enviando correos y pasándose por locales donde pudiera cantar, siendo consciente de que mantenerse ocupada la ayudaría.

Sus proyectos de diseño gráfico también contribuían a despejarle la mente y hacerla sentirse útil.

Alba se topó con una ristra de respuestas negativas, una tras otra, bar tras bar y hotel tras hotel. Aunque no quería dejarse vencer, era inútil negar que la falta de oportunidades iba haciendo mella y, aunque era muy pronto para desanimarse, no podía evitar que le afectara.

Por suerte, en esos momentos, y en todos, contaba con el apoyo, el amor y el humor de su clic, que estaba más que pendiente de ella y le regalaba toda su paciencia en los días más jodidos.

"¿Me cantas otra tuya?" acompañado por pucherito y carita de ángel era probablemente la frase más repetida por Natalia, que no paraba de insistir en lo preciosos que eran sus temas propios.

Habían paseado muchísimo, quedado con los amigos de la morena, salido a cenar en plan cita romántica, disfrutado de tardes de Netflix en el sofá y de horas interminables jugando con los gatos.

Queen y Fígaro también habían contribuido bastante en los momentos bonitos que Alba atesoraba contra su pecho ante cada nueva decepción. Solo tenía que esperar un poco más y todas las piezas se encajarían en su lugar, de eso ambas estaban convencidas.

- ¿Open Mic en el Zentral el jueves? - sonrió Natalia al ver el panfleto en la mesita del salón cuando llegó de trabajar y salió a la terraza, donde estaba Alba-. Vamos a ir, ¿no?

- Sí - afirmó sin mucho entusiasmo.

- ¿No te hace ilusión?

- Me haría más si fuera un trabajo y me pagaran - soltó, junto a un bufido.

- Ya... - se sentó a su lado, sin saber muy bien qué decir.

Le tendió la mano, que la rubia entrelazó con la suya inmediatamente después, suspirando.

- Lo siento, amor, es que estoy un poco rayada. No quería sonar borde - le acarició la cara Alba e intentó mostrarle una sonrisa.

- No pasa nada. ¿Te quieres desahogar?

- Es que... es que me está recordando un poco a mis inicios musicales en Madrid y... - dejó de hablar.

- No son muy buenos recuerdos, ¿no?

- No - hizo una mueca-. Y yo sé que esto es diferente, es otra situación pero no puedo evitar a veces pensar en aquellos momentos y venirme abajo. No fue nada fácil...

- Pero ahora estoy yo aquí para animarte. La oportunidad va a llegar - le aseguró Natalia-. Y yo me muero de ganas de volverte a ver sobre un escenario. Y es una jam session con banda de jazz. ¿Tú sabes lo bien que puede quedar Creep? - le hizo ver, con ojillos de ilusión que le calentaron el corazón a la ilicitana.

- Jo, eres increíble, mi amor. Suerte que tengo a mi mayor fan en casa - le dio un pico.

- Siempre, mi clic.

Natalia salió escopeteada del trabajo para llegar a tiempo al evento en el Zentral que no se iba a perder por nada del mundo. Poco tardó en divisar a su rubia hablando con quienes parecían ser los organizadores.

En seguida terminó su charla y se dirigió hasta su clic, sonriente.

- Hola, amor - la besó-. Justo a tiempo.

- Sí, pensaba que no llegaba.

- Canto la cuarta.

- Pues pobre el que venga detrás.

- Exagerada - chasqueó la lengua la cantante-. Estoy un poco nerviosa, hay bastante gente...

- ¿Quieres un chupito? - bromeó la morena.

- No, Nat - rió.

- Un tequila, venga.

- No voy a subir borracha, baby.

- Sería un espectáculo - siguió en su intento de destensarla con sus tonterías.

- Hola, perdona, ¿el concierto de Alba Reche? - se les acercó María, seguida por todo el séquito de amigos, Ici incluida.

- ¿Qué hacéis aquí? - flipó la cantante, con una sonrisa de oreja a oreja.

- Pues venir a disfrutar de tu arte, cariño - evidenció África.

- ¡Pero si solo voy a cantar una canción! Que esto no... no es un concierto.

- Pero es parecido - apuntó Marta-. Hay ambientazo, ¿eh?

- Nat...

- ¿Qué? - puso cara de angelito.

- No tenías por qué.

- Oye, que no les he obligado, solo he avisado - se exculpó.

- Nos hemos autoinvitado, rubia - confesó Pablo-. ¿Cuándo dices que se bajan los teloneros y sube la verdadera artista?

De todos los participantes en la sesión, sin duda fue la ilicitana la que contó con el máximo calor de su público entregado y de los desconocidos a los que dejó con la boca abierta.

- ¡Qué pasada, Alba! Es que todavía tengo los pelos de punta - aseguró Marta, mientras disfrutaban de una hamburguesa todos juntos.

- No ha sido para tanto...

- ¿Que no? Has dejado a todo el mundo flipando - apuntó Iciar.

- Nadie quería que te bajaras de ahí, furby.

- Yo creo que la banda esa de jazz pagaría porque fueras su cantante todos los días de la vida.

- Es que ha sido espectacular y solo era una canción, imagínate hora y media de esto... Me muero.

- Fírmame una teta, rubia, soy tu fan número uno - bromeó María, haciendo el amago de sacársela, ante la risa de todos.

Las palabras de los presentes le subieron los ánimos a la rubia, que se sentía mucho mejor tras aquella noche, que aunque no servía para sus objetivos de cobrar por compartir su arte, le había renovado las ganas.

Ganas que tampoco dieron su fruto en las entrevistas de la semana siguiente: la mayoría porque pretendían que cantara gratis, otros porque simplemente no tenían hueco para ella, algunos buscaban "otra cosa".

Al final todo indicaba que cumplir la prioridad número uno, la de trabajar en lo que a ambas les gustaba no iba a ser tan fácil como en un principio creía.

Las noches mágicas | AlbaliaOnde histórias criam vida. Descubra agora