- Marina, tenéis que bajar a Elche que tenemos que deciros algo muy importante - informó Natalia a través del teléfono.- ¿Otro gato, Nat? - se burló-. A mí no me engañas dos veces.
- ¡Qué rencorosa, si eso fue hace mil años!
- Perdono pero no olvido, Natinat.
- Venga, que es en serio, vamos a pasar el finde con la Rafi y os lleváis una alegría.
- Nos íbamos a ir Belén y yo de fin de semana romántico...
- ¿Y no lo puedes postponer por un finde familiar? - le puso voz de inocente.
- ¿Por qué me llamas tú para organizar estas cosas y no mi hermana? - desconfió Marina.
- Porque yo tengo más poder de convicción.
- ¡Venga ya!
- Y porque mi mujer lleva con náuseas unos cuantos días, si eso te da alguna pista.
- ¡No me pienso ilusionar otra vez, Natalia! - advirtió.
- Pues yo no quiero hablar de más, pero me temo que deberías - insistió, tan sonriente que Marina lo notó al otro lado del teléfono.
- ¿De verdad, Nat? - preguntó con ilusión.
- Venid y lo sabréis - se hizo una vez más la interesante-. Y, a ver, si fuera una broma, pues sería gracioso.
- Si es una broma te arranco los pelos, señora Reche.
- Siñiri Richi - protestó Natalia, haciendo burla-. ¿Vais a venir o no?
- Que sí, pesada, pero tendrás que traerme pruebas, tu palabra no me vale - suspiró-. Pásame a mi hermana, anda.
- ¿Eso es que no me crees? - se hizo la ofendida.
- Por supuesto que no te creo, pásamela.
- Te aviso que mi mujer se acaba de despertar de la siesta, y ya sabes el humor que se gasta cuando eso ocurre - se aproximó al sofá y Alba le hizo una mueca en señal de protesta.
- Mi mijir, mi mijir - se burló Marina.
- Estoy orgullosa, ¿vale? - se defendió-. Te paso a la señora Lacunza.
- De señora Lacunza, nada, es al revés, señora Reche - protestó Alba golpeando su pierna, Natalia chasqueó la lengua en desacuerdo.
- Nat - reclamó su atención Marina en el último momento.
- ¿Qué?
- Enhorabuena, mamá - le susurró en un tono de lo más dulce.
La navarra sonrió en enorme, musitó un tímido 'gracias', le pasó el móvil a la rubia y se sentó en el sofá, pasando las piernas de la otra por encima de las suyas.
- Mini - saludó Alba, con una mezcla entre aturdimiento de la cabezadita que se había echado y felicidad en su voz.
- ¿Es verdad? ¿Esta vez sí? - preguntó ávida de buenas noticias.
- Esta vez sí - confesó y conectó su mirada con la de Natalia, que ya posaba su mano en la tripa de la ilicitana, su nuevo lugar favorito.
- Ay, enhorabuena, tata. Dios, me alegro muchísimo. Claro que vamos a ir a Elche. ¡Qué ilusión! ¿Tú cómo estás? - frenó su verborrea para preocuparse por su hermana.
- Bien. Con malestar y náuseas a veces pero estamos tan contentas que la verdad es que ni me afectan.
- Me muero de ganas de achucharte. De achucharos.
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Las noches mágicas | Albalia
FanficAlba canta todos los viernes en un hotel madrileño. Natalia se aloja allí precisamente un día de concierto. Y no puede apartar los ojos de ese ángel que brilla en el escenario.