- Hola, nena - contestó Alba la llamada entrante de Natalia un viernes por la mañana, aproximadamente un mes después-. ¿No deberías estar trabajando?
- Albi...
La vocecilla débil y pequeña de la morena puso en alerta en seguida a la cantante.
- Nat, ¿estás bien? - se preocupó.
- Estoy malita, por eso te llamaba.
- ¿Malita? ¿Qué te pasa?
- Me encuentro como si me hubiera aplastado un camión y esta noche he tenido un poco de fiebre - relató.
- ¿Y estás en el trabajo? Vete para casa, ya - exigió.
- No he ido a trabajar, estoy en la cama.
- ¿Pero te has tomado algo para la fiebre? ¿Tienes medicamentos?
- Sí, sí, tranquila. Tengo de todo... pero no voy a poder ir a verte, Albi - dijo con tristeza.
- Ay, Nat, lo importante es que estés bien - se mordió el labio.
- Pero no me he perdido ningún viernes y justo este finde lo iba a pasar entero en Madrid...
- No te preocupes por eso.
- Tenía muchas ganas de estar contigo - la cantante podía notar el pucherito en su cara.
- Y yo, Nat.
- No me vayas a cambiar por nadie, ¿eh? - amenazó, sin ningun tipo de autoridad en su tono.
- No podría - confesó la rubia-. Va a ser muy raro cantar y que no estés.
- Es que de verdad qué inoportuno todo - se quejó.
- Míralo por el lado bueno, acumulamos ganas.
- Yo siempre te tengo ganas, baby - intentó chulear, aunque la voz congestionada le restaba seducción.
- Pues más todavía - rió la cantante.
Natalia bostezó, no había dormido una mierda y su cuerpo lo notaba.
- Tienes sueñito, ¿no? Pobrecita - puso la ilicitana voz de bebé.
- No, no, para nada - mintió la navarra-. Quiero seguir hablando contigo.
- Pero si no tienes fuerzas ni para eso - le hizo ver la otra-. Descansa un rato, anda.
- ¿Pero te vas a acordar de mí esta noche?
- Pues claro, Natalia - puso los ojos en blanco, aunque no la viera.
- Vale, vale. Me quedo tranquila.
- Cuídate mucho, Nat.
- Mándame un beso para que me cure antes - pidió la pelinegra, como si fuera una niña pequeña.
- ¿En serio?
- Sí.
- No te reconozco, ligona perdonavidas - la vaciló.
- No escucho mis besos - demandó de nuevo.
Alba replicó el sonido, hasta que Natalia se dio por satisfecha y la dejó colgar.
- Marina, esta noche vienes a verme al hotel - informó a su hermana, a mediodía.
- ¿A verte? ¿Por qué? Si te tengo más que vista, tata.
- Necesito tu ayuda.
- ¿Mi ayuda? - frunció el ceño.
Alba asintió y le contó su plan.
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Las noches mágicas | Albalia
FanficAlba canta todos los viernes en un hotel madrileño. Natalia se aloja allí precisamente un día de concierto. Y no puede apartar los ojos de ese ángel que brilla en el escenario.