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Todas las miradas en la mesa se dirigían alternativamente a Natalia y a la puerta por la que acababa de desaparecer Marta.

La morena le dedicó a María su mejor mirada, dándole a entender lo que necesitaba: cambiar el mood de tensión a uno agradable, que salvara la situación. Un par de frases ingeniosas de la Mari, así como la ayuda inestimable de Ici y África, contribuyeron a conseguirlo.

Acabaron de cenar intentando obviar lo sucedido y se dirigieron a un bar de copas, que hacía las veces de karaoke para seguir la noche.

Antes de que llegara el momento de brillar en el escenario, la pareja, junto a María, salieron a fumarse un cigarro.

- Hacéis una parejaza, de verdad. Mantecón - silbó la Mari-. Se nota la química que tenéis y que va más allá de cómo empezó todo.

- La verdad es que va mucho más allá - admitió Alba, apoyándose en el hombro de su clic.

- Necesitaba conocerte, ¿sabes, Alba? Aquí mi amiga es una intensa de cuidado que no duda en alquilar durante semanas una habitación en un hotel solo para ver cantar a una chica que le parece guapa. Lo da todo muy rápido, es una kamikace y yo no puedo evitar ser una mamá pollito y preocuparme.

- Probablemente, yo habría hecho lo mismo en tu lugar, María- reconoció.

- ¿Y ahora te quedas tranquila, Mari? - quiso confirmar Natalia.

- Me quedo muy tranquila. Perdóname si no te he sabido entender en algún momento, Nat - se disculpó-. Te puse la tirita antes de que te hicieras la herida, pero está clarísimo que no la necesitas.

- No pasa nada, me vino bien. Me alegra que tú sí hayas podido darte cuenta de lo que de verdad hay entre nosotras - sonrió a medias, sin poder evitar hacer referencia al comportamiento la malagueña.

- Si lo dices por Marta, creo que está proyectando su dolor y sus frustraciones por su ruptura en vuestra relación.

- ¿Eso crees?

- Sí, lleva semanas haciendo como que no pasa nada, pero en el fondo sí que le afecta. Y lo paga contigo, Nat, porque te ve tan feliz que es lo que le gustaría tener a ella. ¡Es solo mi teoría, ojo! - se encogió de hombros.

- No lo había pensado así. De todas formas, Albi, te aseguro que tú no tienes la culpa - quiso hacerle saber.

- Yo me siento mal, Nat. Es tu amiga, te conoce y piensa que te perjudico...

- Los demás no pensamos eso, de verdad - le aseguró la Mari, con honestidad en la mirada-. De hecho, nos has caído muy bien a todos y que sepas que estás invitada a volver cuando quieras.

- Muchas gracias - sonrió Alba también con sinceridad, necesitaba escuchar eso.

- Y después de que la oigáis cantar en el karaoke ya os digo yo que la vais a querer fichar para siempre - intentó levantar los ánimos la pelinegra, cambiando de tema.

Y, funcionó. Y, efectivamente, la ilicitana les dejó a todos con la boca abierta con su actuación.

Los amigos de Natalia la vitoreaban y le hacían la ola, pidiéndole otra canción. Acabaron haciéndole los coros a la rubia en un improvisado y desastroso "Este amor no se toca" lleno de mamarracheo, que ciertamente les vino muy bien a todos.

Con semejante derroche de energía, llegaron al piso de la morena entrada la madrugada y cayeron rendidas, aunque ambas con cierta preocupación por el hecho de que Marta parecía no estar nada de acuerdo con su relación.

- ¿Crees que me va a pedir perdón? - preguntó la navarra a la mañana siguiente, mientras desayunaban en una cafetería del centro.

- No lo sé, baby. Igual no se ha dado cuenta de que se pasó un poco...

- ¿Un poco? Se pasó mil pueblos, primero contigo y después con lo que me dijo a mí. ¿Tú crees que es por lo que nos dijo María?

- Puede ser - afirmó, tras beber de su café-. Cuando estamos mal con nosotros mismos es fácil proyectar eso en los demás.

- Pero, si es así, me da rabia que no viera que era el peor momento para hacerlo... Fue súper violento para ti.

- La verdad es que un poco... - reconoció la rubia.

- ¿Si le saco yo el tema me va a saltar a la yugular? Joder, Albi, yo quería pasar un finde tranquilo y maravilloso contigo y ahora pasa esto - bufó-. Debería estar haciéndote un Lacunza Free Tour y estoy aquí rayándote con...

- Nat, no me estás rayando con nada - la interrumpió para tranquilizarla-. Es tu amiga, es importante para ti... Es normal que te preocupes.

- Le voy a mandar un mensaje en son de paz, ¿vale? Quedaré con ella y seguramente hablando nos entenderemos, porque no hay otra explicación - rodó los ojos.

Alba le acarició el dorso de la mano en señal de apoyo. Aunque Marta la había tomado con ella, sabía que a su chica le estaba doliendo más.

- Pero mientras tanto, olvidémonos de todo esto y difrutemos, que precisamente tiempo juntas no nos sobra - cambió el chip la navarra.

- Me parece bien, me da curiosidad saber qué incluye el Lacunza Free Tour - le guiñó un ojo, sonriente.

- Es exclusivo para ti e incluye todos los extras - agitó las cejas, haciéndose la interesante.

- Qué suerte tengo, entonces, ¿no? - dejó un besito en su mejilla.

Terminaban el desayuno sin prisas, Alba tratando de adivinar el recorrido y Natalia sin querer desvelar ni un solo detalle.

- ¿Ya estás? ¿Vamos? - se impacientó la rubia.

- Vamos, impaciente - se levantó y entrelazó sus manos-. Deja que te enseñe la ciudad más bonita del mundo.

Las noches mágicas | AlbaliaWhere stories live. Discover now