Natalia llegó quince minutos antes de la hora a la que sabía que quedaban sus amigas en uno de los bares del centro. Pese a que era pequeñito y estaba a reventar de gente, ellas solían tener mesa reservada, pues no por nada África era la novia del dueño.
Damion saludó a la pelinegra, al verla acercarse.
- ¡Hey, Nat!
- Hola, guapo - le sonrió.
- ¡Cuánto tiempo! - la abrazó.
- Nos vimos el otro día, Dam - le sacó la lengua.
- Pero hacía mucho que no te pasabas por aquí - le guiñó un ojo-. Tengo mi mejor albariño cogiendo polvo en la despensa.
- Pues ponme una copita mientras espero a estas, venga.
Apenas unos minutos después, aparecieron María, Marta y África riendo a carcajadas.
- ¡Nat!
- ¿Me echábais de menos? - alzó las cejas.
- Pues claro, cariño - la achuchó fuerte África, llenándola de besos-. ¡Qué sorpresa!
- ¿Tú no deberías estar en Madrid? - cuestionó Marta, tras darle un beso en la mejilla.
- ¡Ay, Wonka, el regreso de la hija pródiga! - la abrazó María intentando sin mucho acierto alzarla en el aire.
- ¡Mari, que me matas! - protestó.
- Damion, una rondita para celebrarlo - le pidió al chico, que había salido de la barra para saludarlas, especialmente a su novia.
- Chicas... - habló Natalia una vez estuvieron sentadas alrededor de su mesa de siempre-. Yo quería pediros perdón si os he descuidado un poco últimamente.
- Nat...
- No, déjame hablar, Mari - le pidió-. Vosotras sabéis que hacía mucho que no me ilusionaba así con nadie y quizás sí que es verdad que, además al estar lejos, he estado muy centrada en Alba... Cuando se me mete algo en la cabeza, y ya no digamos en el corazón...
- Y en lo que no es el corazón, cariño- apuntó África, con un guiño de ojo.
- Sé que soy muy intesa. Y tengo que aprender a tener perspectiva y daros a todos el lugar que merecéis en mi vida. Porque yo quiero que mi relación salga bien, pero también os quiero mucho a vosotras - las miró con ojillos emocionados.
- Pues mucho no se nota - le aseguró Marta.
- No digas eso porque no es verdad - la contradijo África, dedicándole una media sonrisa a Natalia-. Claro que lo sabemos, Nat. Te queremos mucho y nos alegramos de todo lo bueno que te pase. No tienes que disculparte, cariño, no pasa nada.
- Quiero que contéis conmigo para todo, como siempre. Solo es cuestión de organizarme. Encontrar algún hueco entre semana. O si quedamos nosotras algún viernes, puedo ir a ver a Alba el sábado, por ejemplo.
- Y si nos quieres llevar a Madrid alguna vez tampoco nos quejamos, ¿eh? - bromeó Afri.
- No abuses, tía. ¿Qué quieres? ¿Ir de sujetavelas? ¿Nos metemos todas en el sofá cama de su novia? No, no, no - se metió María, entre risas.
- Alba me hace mucho bien, ¿sabéis? - reflexionó Natalia, tras un silencio-. De hecho, ha sido ella la primera en preocuparse de que arreglara la situación con vosotras.
- Ah, ¿que no ha salido de ti? - hizo una mueca la malgueña.
- Marta, tía - la regañó África, que no estaba de acuerdo con el tono y la actitud reticente que mostraba.
- Joder, Martus - se pasó Natalia la mano por el pelo-. Lo hablé con María, fui consciente y lo estoy arreglando porque sale de mí estar bien con vosotras. ¿Qué más quieres que haga?
- Nada, nada - reculó, aunque no muy convencida.
- Es que necesito que la conozcáis - explicó frustrada-. Me duele que la podáis estar viendo como alguien que me perjudica, si es un amor.
- Seguro, Nat. Yo confío en tu buen gusto - le guiñó un ojo Afri.
- ¿Y cuándo nos la vas a presentar, entonces? - se interesó la Mari, intentando destensar la situación-. Ya va siendo hora, ¿no?
- Va a venir en dos semanas - anunció la morena con una enorme sonrisa.
- ¿En serio? ¡Mantecón!
- Sí, se va a quedar todo el fin de semana.
- Fantasioso, cariño - se alegró Afri.
- Haremos una cena, ¿vale? Con vosotras y con Ici y Jon, seguramente.
- ¿Nos vas a juntar a todos en una noche para tenerla para ti el resto del tiempo? - evidenció la malagueña su estrategia.
- Pues claro, Martuca - le guiñó un ojo-. ¿Le darás una oportunidad? ¿Nos la darás a las dos? Yo sé que te cuesta confiar en la gente así de primeras...
- Beneficio de la duda - cedió.
- Bueno, vale - se conformó la morena-. Aunque luego me vendrás diciendo que tengo razón y que estabas equivocada con lo que crees que es nuestra relación. Es que os vais a enamorar.
- Ya veremos, Nataliuca.
- Nosotras tenemos muchas ganas de conocerla, de verdad, Nat - le aseguró María, con el apoyo de África.
- Yo también, Natinat - le gritó Damion, que desde la barra había estado poniendo la oreja en lo que decían.
La conversación derivó rápidamente a otros temas. Natalia se pudo poner realmente al día de la situación entre África y Damion, que ya se había arreglado. También se alegró al saber que Marta estaba llevando un poquito mejor su desengaño con Paco y hasta se había animado a empezar a salir de fiesta con María en busca de una nueva presa.
Las chicas acabaron cenando unas tapas y berreando en un karaoke.
Eran las dos de la mañana cuando Natalia aterrizó en su cama. Le envió un audio a la rubia explicándole brevemente su noche, preguntándole por la suya y quedando en que charlarían al día siguiente.
En cuanto el visto se volvió azul, la pantalla de la navarra se inundó con una videollamada entrante.
- Hola, Albi, pensaba que estarías durmiendo - la saludó, contenta.
- Ya ves que no. ¡Qué guapa estás! - piropeó mordiéndose el labio, con ojos sonrientes.
- ¡Anda que tú! ¿Qué tal ha ido el concierto?
- Muy aburrido sin ti - puso un pucherito-.
- No le habrás dedicado mi canción a nadie, ¿no? - bromeó.
- Sí, a un viejito de las mesas de delante que me ha parecido súper tierno, todo el rato aplaudiéndome.
- Vaya, vaya - fingió indignación, cruzándose de brazos.
- ¿Y tu noche de chicas?
- ¡Bien! - sonrió en grande Natalia-. Ya hemos hablado de todo, les he contado que venías y hemos acabado en un karaoke.
- Noche completita entonces.
- Sí, creo que las aguas ya están volviendo a su cauce. Solo me faltas tú aquí - le hizo un pucherito.
- Estoy aquí, baby, contigo. Y nos vemos mañana.
- ¿Me cantas un poquito? Para compensar el concierto perdido... - demandó batiendo sus pestañas exageradamente.
- Si me lo pides así...
Alba canturreó un par de canciones y Natalia cayó rendida. Tras observarla con una sonrisa boba unos minutos, la rubia colgó la llamada.
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Las noches mágicas | Albalia
FanfictionAlba canta todos los viernes en un hotel madrileño. Natalia se aloja allí precisamente un día de concierto. Y no puede apartar los ojos de ese ángel que brilla en el escenario.