Interrogatorio. Parte II

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No pensaba regresar a ese camarote. Quería esconderme de todo y de todos. Era una auténtica mierda. Todo el mundo mentía. Todos ellos. Y me sentía estúpida por haberles creído.

Crucé al otro lado del barco y me acurruqué junto a unos barriles, para que Jerome no pudiera verme. Hundí la cabeza entre mis brazos e intenté concentrarme en el sonido del mar para calmarme.

—... tiempo —alcancé a oír.

Era solo un tenue susurro pero suficiente como para que captara mi atención. Alcé de nuevo la cabeza y miré a mi alrededor. Muy cerca, justo detrás de donde yo estaba, había unos cristales que formaban una pequeña bóveda, como una escotilla. Uno de ellos estaba entreabierto.

—Deberías deshacerte de él. Solo nos dará problemas — escuché de nuevo.

Reconocía la voz sin ninguna duda, y sus palabras captaron toda mi atención.

Avancé con sigilo, agachada, y asomé un poco la vista por la cristalera. Ahí abajo vi a Elora, sentada en un diván junto al líder de los grandes predadores, que estaba completamente tumbado y con el torso desnudo. Ella dejó caer un cuchillo sobre una vasija y cogió un paño para limpiarse las manos. La luz de las velas parpadeaba sobre la piel del gran predador.

—Lo he pensado —respondió él.

—No he podido leer sus recuerdos. Me inquieta.

—Es solo un peón. No es problema para nosotros Nuestra preocupación no son los guardianes, sino averiguar si estará allí —pronunció él en tono serio.

—Seguramente. Cada vez acorta más la distancia. —Se agachó hacia él—. Y sabes lo que quiere. Deberíamos acabar con el problema.

—Solo hay que mantener la vigilancia. La gente no cambia, Elora, en ninguno de los dos mundos. No hará nada.

—¿Qué te hace estar tan seguro?

—Apuesto a que lo piensa, puede que incluso esa sea su intención, pero llegado el momento no cambiará lo que ha conseguido. Por nadie.

—¿Por qué iba a estar cerca si no fuera así?

—Por ella.

—Pues mátala antes de que se acerque más. No corras riesgos.

Se extendió un pequeño silencio. Él se incorporó un poco y añadió:

—Somos intocables, Elora. Pronto no querrá nada de lo que quede.

Ella acercó su rostro hacia él. Sus ojos brillaban.

—¿Cuándo vas a decírselo?

—Aún no lo he decidido.

Hernan hizo ademán de incorporarse pero Elora le detuvo con la palma de su mano contra su pecho.

—No lo demores.

Él apartó su mano con delicadeza y se puso en pie con majestuosidad.

Piano, bella. Tomar puerto es nuestra prioridad. — Cerró la bata de terciopelo sobre su cuerpo—. ¿Vendrán?

—Todo está según lo acordado. —Ella colocó una mano en su cadera, con actitud desafiante y pícara—. La duda ofende.

—No ha habido ni hay ningún rastro de duda, tratándose de ti. —Sonrió e intercambió una mirada locuaz con la gran predadora—. Que se preparen.

Dicho esto, ella sonrió, cogió su capa y salió de la habitación, no sin antes dirigirle una última mirada. Entonces, Hernan se volvió hacia el escritorio y le vi posar unos papeles sobre la superficie de madera.

—Todo es perfecto —le oí decir.

Me aparté, poco a poco, y volví a pegar la espalda contra los barriles, meditando sobre lo que había oído.

Iban a acabar conmigo.

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Hola! Este capítulo es cortito, pero he estado pensando... ¿Os apetece una pequeña maratón de capítulos? 🥰

Trilogía Éxodo (Éxodo, Revelación y Jueces)Where stories live. Discover now