Caída libre. Parte II

294 62 7
                                    

Otro capitulito extra, :). Que se note que estamos cerquita del Día del Libro 🥰🥰🥰.

——————————-

Me miraba, callado, con los brazos descansando con desdén sobre el regazo de la butaca y con una pierna cruzada sobre la otra. Sentí una leve vacilación en la velocidad de sus latidos en cuanto le miré.

—¿Qué hac...?

—Tu nombre real es Helena —dijo antes de que yo pudiera terminar la frase—. Vivías en las afueras de la capital. No me preguntes el nombre porque nunca me importó. Tenías un hermano y una perra, pero ignoro a cuál de ellos querías más. Tus padres viajaban mucho.

Mi corazón se apretó con fuerza contra mi pecho.

—¿Qué estás haciendo? —balbuceé.

—Tus notas no eran brillantes, pero te gustaba la poesía, algo que, me temo, no se te daba demasiado bien. —Se incorporó un poco hacia delante—. Eras indecisa y bastante caprichosa, en parte porque nadie te negaba nada cuando sonreías. Pero te odiabas desde hacía años, en secreto. Creías que nunca nadie te querría.

Guardó silencio. Yo fui incapaz de decir nada.

Entonces, su puso en pie y se plantó frente a una de las ventanas, mirando al exterior.

—Llegué allí por casualidad y pasé cinco años torturando tu alma con mi presencia. Fue tan fácil que captaras mi atención... La primera vez que me alimenté de ti me miraste como si pudieras verme, como si lo hubieses estado deseando. No lo entendí, pero ya no fui capaz de apartarte. Durante casi media década solo me alimenté de ti hasta que la alegría se transformó en tristeza.

—¿Por qué? —balbuceé.

—Porque me odiaba, y te odié a ti desde el momento en que te vi. Por tu absurda manera de vivir, por todo. —Se volvió hacia mí y clavó sus ojos en los míos. Algo en él no parecía el de siempre—.No hubo nada heroico en tu muerte, ni en la manera en que te cruzaste en mi camino. —Se acercó despacio y se sentó a un palmo de distancia de mí, de modo que su respiración se mezclaba con la mía—. Contártelo en un principio tal vez hubiera sido más divertido pero no habría supuesto ningún cambio, Lena. Habría conquistado tu corazón y tu cuerpo de igual modo, como podría hacer con cualquiera, pero si no lo hice, fue porque deseaba esto, deseaba sentir tu desprecio y tu odio igual que el que yo sentí por ti la primera vez que te vi.

—¿Y ahora tienes lo que querías? —balbuceé, dolida, en un hilo de voz.

—No lo sé. —Por primera vez, titubeó—. De un modo u otro te amo y mis deseos por tocar tu piel, por sentir el dolor de tu tacto, son mucho mayores que mi sed de venganza. Demasiado...

—¿Venganza...? —Esa palabra caló como un puñal en mi corazón.

—Destruiste cuanto yo era. Me lo quitaste todo, y no solo cuando estabas viva, sino cuando reapareciste en este mundo, y de nuevo ahora. Dependía de ti, dependo de ti. —Se acercó más, sus labios estaban a escasos centímetros de mi boca—. Has partido mi alma en dos ocasiones. Me has obligado a poner en juego lo que soy, y pienso en aquella niña mimada y no entiendo por qué.

Sentí el sabor suave de su aliento contra mi paladar y el aturdimiento que ese aroma producía en mi cuerpo. Mis ojos estaban llorosos, por primera vez en mucho tiempo.

—¿Por qué me has contado todo esto?

—Por muy cruel que te haya parecido la verdad, jamás habría deseado esto para ti. Yo soy la razón de que estés en este mundo, pero no cambia lo que siento. Te he revelado mis sentimientos en varias ocasiones y no hay mentira en ellos.

—¿Crees que no? —dije con un hilo de voz...

—Nada de lo que ocurrió entonces resta valor a lo que hemos vivido juntos ni a las palabras que he pronunciado todo este tiempo. Eres parte de mí. Estás en cada centímetro de mi cuerpo, en cada milímetro de mi mente y en cada latido de mi corazón. Daría todo porque volvieras a vivir, lo sabes, pero no puedo cambiar lo que soy. No puedes hacerme más humano.

Sentí su aliento en mi cuello, pero mi cuerpo estaba rígido. Mis ojos seguían empañándose por momentos.

—Vete —pedí.

Se apartó por completo de mí y clavó de nuevo sus ojos en los míos.

—Olvidas las mentiras de los De Cote, pero te afanas en torturarme a mí. ¿Por qué?

—Tal vez lo aprendí de ti. Tú no quieres que lo olvide —respondí acercándome a milímetros de su cara—. Si creyera que existe la más mínima razón que de alguna macabra manera justificara lo que me hiciste, te escucharía, pero no la hay. Tú mismo lo has dicho.

—Siempre supiste lo que yo era —me recordó.

—Crees que lo que eres justifica todo lo que haces. Puedes justificarte en tu naturaleza de gran predador, de bestia salvaje, pero no puedes justificar lo peor de todo, Christian, y es que te burlaste de mí. Ni siquiera quiero preguntarte si de verdad me querías porque tampoco eso importa.

—Pregúntalo —dijo con intensidad.

—No. No soy la misma, Christian. No soy la niña estúpida que estaba dispuesta a sufrir con tal de no perderte. Porque al final me has perdido tú a mí y contra eso no puedo hacer nada.

Me tomó por los brazos.

—Ódiame, mátame. No me importa. He tenido suficiente castigo solo con verte cada día y recordar que nunca tendrás una vida por mi culpa, que nunca amarás de verdad, que nunca crecerás, ni serás feliz, y me duele. Me duele por dentro de tal manera que me arrancaría la piel a tiras, pero si eso no es suficiente, si lo que quieres es venganza, entonces deberías unirte a las alimañas de mi hermano.

—Suéltame. —De pronto, sentí miedo de él.

Pero él no se movió, así que me levanté y salí de la habitación, con la mano apoyada en el pecho. Aún podía oír su corazón latir dentro de la habitación. Ni siquiera sabía de qué manera me afectaba lo que acababa de decir. En un intento de huir del palpitar, bajé de nuevo al recibidor.

Trilogía Éxodo (Éxodo, Revelación y Jueces)Where stories live. Discover now