Por fin, un soplo de aire fresco. Parte 1

2.6K 412 43
                                    

¡SEGUNDO CAPÍTULO DE LA MARATÓN! No olvidéis dejar vuestro comentario. ¡Los leo todos!

_________

Cinco minutos... me revolví en la silla, incapaz de prestar atención. Estaba segura de que cuando vivía era una buena estudiante, o al menos aceptable, porque de vez en cuando tomaba apuntes sin ser consciente de ello y sentía remordimientos si no estudiaba o si no llevaba los trabajos al día. Sin embargo, ya no era una persona normal y era frustrante tener que estar allí, a pesar de que en algunas oca- siones consiguiera sentirme bien gracias a Jerome.

Volví a mirar el reloj. Tres minutos... El profesor seguía hablando. No entendía esa necesidad de apurar hasta el último minuto, ¿qué digo? ¡Segundo! ¡Hasta el último segundo! A mí solo me llegaba un barullo incomprensible en el que, de vez en cuando, sobresalían palabras como «examen» o «para mañana». Dos minutos... Busqué por la ventana en un esfuerzo porque algo de ahí fuera llamara mi atención el tiempo suficiente como para que terminara esa clase. El día estaba siendo especialmente interminable, no sé si por lo aburrido de las clases o porque Jerome no había acudido.

Entonces, oí la sirena y deduje que la clase había terminado. Sin molestarme en comprobarlo, lancé las cosas a mi mochila y salí de allí, hasta llegar fuera.

—Te has convertido en toda una colegiala —oí a mi espalda.

Me giré y grité, dejando caer todas mis cosas al suelo. Retrocedí, asustada, a punto de echar a correr.

—¿Quién eres tú? —tartamudeé.

—Tranquila, Lena, soy yo. Gareth me ha contado lo que pasó.

Seguía a cierta distancia. Me sentía como si estuviera viendo a un fantasma. Ella, de pronto, me recorrió con la mirada.

—Por favor —hizo una extraña mueca—, dime que no elegiste tú esa ropa...

Un ligero hormigueo ascendió por todo mi cuerpo. Era ella, sí, y estaba frente a mí, tan resplandeciente y alegre como hacía siglos que no la veía, pero, sobre todo, «viva» y en perfecto estado.

—Christian dijo que no podías ser tú...

—Reconoceré que tenía razón. —Sonrió ella—. ¿No vas a abrazarme?

Estaba petrificada pero, de pronto, sentí cómo empezaba a crecer una emoción dentro de mí y un segundo después me lancé sobre ella, abrazándola tan fuerte que creí que iba a dañarla.

—¡Estás bien! —sollocé contra su hombro.

—Mejor que nunca. —Rio ella. Me negué a separarme de ella. La abracé más fuerte y sollocé contra su hombro desconsoladamente. Había temido tanto no volver a verla...—. Tranquila —susurró dándome unas palmaditas en la cabeza—. Todo estará bien ahora.

—¿Cuándo has llegado?

—Hace unos minutos. No me puedo creer que estés en clase. —Rio.

—¿Por qué habéis tardado tanto en venir? —Por fin, me separé de ella.

—Había que esperar. No era seguro seguiros tan pronto.

—¿Dónde está Liam? —Miré a mi alrededor.

Ella frunció un poco el ceño. La gente comenzó a salir del centro y pronto nos vimos rodeadas por todos lados.

—Volvamos a la casa —sugirió.

Entré veloz en el coche, deseaba saberlo todo acerca de lo que había ocurrido. Ella me imitó, arrancó el motor y puso rumbo al pequeño pueblo.

Trilogía Éxodo (Éxodo, Revelación y Jueces)Where stories live. Discover now