Locuras varias. Parte 2.

2.8K 447 51
                                    

Escucharle hablar sobre lo que nosotros hacíamos me resultó raro y confuso. Sentía que tenía que estar en completa alerta para no revelar nada de lo que luego tuviera que arrepentirme, así que decidí no hablar demasiado.

—¿Te fías de todo lo que te dicen tus amigos?

—Puedo fiarme de lo que me digas tú, si lo prefieres.

Reí para mí misma pero, de repente, me puse en pie de un salto. Me había pareció ver algo entre los árboles. Sentí un fuerte golpe en el pecho, como una gran alegría contenida y unas ganas enormes de llorar. No era algo, sino más bien alguien.

—¿Estás bien? —me preguntó.

—Sí —me apresuré a decir, apartando a regañadientes la vista del lugar—, el fuego me está abrumando un poco, voy a pasear por ahí.

Antes de que pudiera decir nada, o sugerir acompañarme, salí de allí. Subí la pequeña colina y me interné entre los árboles. Todo ahí arriba estaba oscuro, y más aún según iba internándome en el bosque.

—¿Christian? —susurré—. ¿Christian?

Me detuve a analizar el silencio, pero no había nada, nada fuera de lo normal. Continué adentrándome cada vez más entre los árboles, buscándole. Estaba segura de que lo había visto, pero, al cabo de unos minutos, me di cuenta de que estaba completamente sola en el corazón del bosque. Ahí no había ningún Christian.

—¿Buscas algo? —preguntó alguien a mis espaldas. Me di la vuelta sobresaltada y me encontré cara a cara con Jerome.

—Creía haber visto algo —me disculpé.

—¿Algo? ¿Qué tipo de «algo»? —Entrecerró los ojos y me miró suspicaz.

—Nada —mentí, encogiéndome de hombros—, no lo sé.

—La «fiesta» está al otro lado —informó.

—Lo sé, pero creo que necesito estar un momento sola.

—Me senté sobre un tronco caído y suspiré. Él hizo lo mismo.

—Perdona que te lo diga pero ¿no estás ya bastante sola?

Giré la cabeza hacia él y lo contemplé con el ceño fruncido, ¿por qué tenía que ser tan sincero?

—Es... difícil de decir.

—Quizá no te sientas cómoda conmigo.

—No, no. —Sacudí la cabeza —. Me has salvado de ese lugar.

—Entonces, ¿no soy yo?

—Aunque me cueste creerlo, no. —Sonreí—. Soy solo yo. —Rodé los ojos—, siempre soy yo.

—Lamento que no seas feliz. —Chascó la lengua.

—¿Crees que no lo soy? —Lo miré sin poder ocultar mi preocupación.

—Se ve a kilómetros de distancia.

—¿Por qué?

—Eso solo lo sabes tú. —Sonrió de forma cortés.

—¿Y a ti te importa? —Entorné un poco los ojos.

—Es complicado. —Hizo una mueca.

—Ya veo... —Tomé aire lentamente—. No quiero que te ofendas, Jerome, pero los problemas que pueda tener son cosa mía.

—No pretendo sacártelos, ya cargo con los míos, pero te entiendo. Ser nuevo y diferente es duro. Hablas con alguien que ha cambiado de instituto más veces de las que puede recordar. Si puedo ayudarte, lo haré encantado. A to- dos nos viene bien tener un amigo y a tí parece hacerte más falta de la que crees.

Trilogía Éxodo (Éxodo, Revelación y Jueces)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora