Parte XII Cazador Cazado I

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¡Hola a todos! Muchas gracias por vuestros comentarios. Me siento entusiasmada de que mi historia os esté gustando. Disfrutad del nuevo capítulo :) 

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Cazador cazado

Entré en mi habitación, necesitaba distraerme de alguna manera. Me senté en la cama y cogí el libro que descansaba sobre mi mesilla. Liam me lo había recomendado unas semanas atrás pero, con todo el trabajo extra que me había puesto Flavio, no había tenido tiempo más que para leer tres o cuatro capítulos. Ese parecía un buen momento para retomar la lectura, así que lo abrí y comencé a leer. Me costó concentrarme, siempre me pasaba lo mismo después de ver a Christian; era como si mi cerebro desconectara sin que yo pudiera hacer nada para evitarlo, y odiaba que eso ocurriera. Me impedía pensar, razonar e incluso dormir en muchas ocasiones. Unos golpecitos me devolvieron bruscamente a la realidad. Levanté la vista hacia la entrada, alguien había llamado. Un segundo después, el rostro preocupado de Lisange apareció tras mi puerta.

—¿Puedo entrar? —preguntó.

Su voz tenía un matiz sombrío que no me gustó ni un pelo; algo debía de ir mal.

—Claro. —Cerré el libro sobre mis piernas cruzadas, una vez más no había conseguido avanzar ni una sola página—. ¿Ocurre algo?

—Por eso he venido.

Me incorporé en la cama.

—¿Qué quieres decir?

—Dímelo tú, Lena...

La miré sin adivinar a qué se refería.

—Os he visto en ese acantilado —dijo sin alzar la voz—. Ya sabes de qué hablo, así que no hay necesidad de entrar en detalles.

Sus ojos destilaban una mezcla de emociones incomprensibles. ¿Enfado? ¿Sorpresa? ¿Temor? ¿Dolor? Entonces, recordé que ellos no estaban al corriente de que mantenía contacto con un gran predador. Al parecer, ella acababa de darse cuenta y, desde luego, no lo aprobaba.

—Me he encontrado con él por casualidad —confesé con voz inocente.

—Pero ha venido aquí, he visto su coche.

Se acercó a mi ventana y echó una rápida ojeada al exterior, comprobando si ya se había ido.

—Sí, ha insistido en seguirme.

—¿Para qué?

Debía contarle la verdad antes de que empezara a pensar cosas extrañas de él.

—Solo quería asegurarse de que llegaba bien.

Ahí estaba, lo acababa de decir. Si había algo que tenía claro, era que Lisange no tenía un pelo de tonta, así que, tal y como imaginaba, captó perfectamente lo que implicaban esas palabras. Apartó su atención de las cortinas y se dirigió a mí. He de decir que me intimidó, nunca había visto a Lisange de esa manera, con los ojos tan salidos de sus órbitas.

Cogió aire y me preguntó:

—¿Desde cuándo te estás viendo con él? —Sentí una gran presión; estaba acorralada.

—Desde hace un tiempo, pero no lo he visto más que unas cuatro veces —me apresuré a añadir.

Se cruzó de brazos y miró hacia otro lado intentando serenarse. Parecía que estaba haciendo un gran esfuerzo para controlarse y eso me alarmó aún más. Aguardé unos segundos a que ella volviera a hablar.

—Lena, te dije que era muy peligroso, te advertí por tu propio bien que no te acercaras a él. Necesito que me cuentes qué está ocurriendo —pronunció intentando aún moderar sus nervios.

Trilogía Éxodo (Éxodo, Revelación y Jueces)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora