Cuestión de seguridad

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Al día siguiente, apenas era capaz de levantarme. Sentía todo el cuerpo pesado, como si me hubiera estado toda la noche transportando algo soberanamente grande de un lugar a otro, o como si hubiera estado el día entero corriendo un maratón. Entreabrí un poco los ojos y dirigí la mirada hacia la ventana, por la cantidad de luz, el día debía de estar ya avanzado. Mi vista se clavó entonces en la pequeña bandeja de comida que descansaba en la mesilla de noche y en la butaca que sostenía una pequeña pila de ropa perfectamente doblada.

Me levanté y me acerqué a ella para examinarla. Me alegró comprobar que era ropa actual, vaqueros y camisetas; el contrario de lo que Gaelle solía vestir.

En ese momento, capté el timbre de voz de Christian desde la planta inferior, así que me vestí deprisa y descendí por la irregular escalera hasta llegar al salón. Allí estaba él junto a Valentine, sentados en un sofá, muy concentrados en un papel que tenían entre las manos. Dudé si debía entrar pero ni siquiera advirtieron mi presencia.

—Demasiado profesional, ¿quién se va a creer que lo has hecho tú? —comentó él.

—Odio fingir, odio ese lugar. ¿Por qué no puedo quedarme aquí contigo?

—Gaelle quiere que seas una niña normal —respondió sin mirarla.

—No lo soy. Me aburro, quiero ser como tú.

—Apuesto a que hay algo allí que te gusta.

—No paso hambre —soltó como si nada—. Pero mi maestra me repugna. Me trata como si necesitase de su ayuda, ¡le doy pena!

—Prometiste no hacerle daño, debes mantener tu palabra.

—No la he tocado... a ella.

—¿Qué has hecho? —parecía interesado, más que preocupado.

—Maté a su pájaro y lo eché en su comida. —Abrió mucho los ojos, feliz—. ¡Se lo comió!

Christian soltó una carcajada alegre.

—¿Eso hiciste? —La cogió en brazos y la abrazó, sin poder parar de reír—. Mi pequeña Tine... ¡es brillante! —felicitó. Esa visión de Christian en plan padrazo me desconcertaba. ¡Era la versión macabra de una familia feliz en la que el tema del día es: «cómo ha torturado la niña de siete años a su profesora de colegio»! Escalofriante, pero debía reconocer que verlo tan contento con ella, hizo que algo se encogiera dentro de mí—. Sin embargo, sé que puedes hacerlo mejor.

—La próxima vez te sorprenderé.

—Muy bien. Ahora —dijo cogiendo de nuevo el dibujo—, hazlo de nuevo.

—¿Quieres que lo haga mal?

—Así tu necia maestra se dará por satisfecha. Si ella está contenta, Gaelle también y sé que quieres que así sea.

—Ella hizo una mueca, arrugando la nariz—. La necesito. Te gusta demasiado recordármelo.

—Es mi pequeña tortura personal.

—¿Mañana saldremos de nuevo a cazar? —preguntó emocionada.

—Es posible. —Sonrió él y se volvió hacia mí. «¿Por qué Christian Dubois, mostraba esa sonrisa feliz y esos ojos inocentes?»—. Buenos días.

Valentine también se giró, y su emoción se transformó en enfado.

—¿No sabes que no se interrumpe a los mayores mientras están hablando? —inquirió ella con retintín, bajándose del regazo de él con el dibujo en la mano.

—Valetine... —reprendió Christian en tono cariñoso. Ella resopló, se levantó con total majestuosidad y se marchó al otro extremo de la habitación.

Trilogía Éxodo (Éxodo, Revelación y Jueces)Where stories live. Discover now