Parte X Día de vaqueros parte 1

8.9K 1K 31
                                    


Día de vaqueros

De nuevo, el día era grisáceo. No había rastro del sol de unos días atrás, así que la gente había vuelto a enfundarse en sus abrigos y bufandas. Yo circulaba entre ellos, ajena a todos esos cambios de temperatura. Ver a los habitantes de La Ciudad pasar por mi lado resultaba muy extraño. Me sentía rara. Jamás podría ser de nuevo parte de ese mundo.

Ahora conocía una parte del misterio más importante que ha intentado desentrañar el ser humano. Ya había pasado por lo que tantos temen y ellos transitaban por mi lado ignorando que yo tenía esa respuesta.

Es difícil saber un gran secreto y no poder compartirlo, pero para mí no era tan complicado. No lo veía como tal, ya que podía hablar de ello con todas las personas que conocía. No había especial peligro de que se me escapara por error porque no me relacionaba con humanos y no era plan de acercarme al primer desconocido y susurrarle la verdad al oído, ¿no? Además, en todas partes hay normas, y guardar ese conocimiento era una de las principales de mi nueva forma de vida. Seguramente, haberlo gritado a los cuatro vientos habría supuesto mi muerte de forma instantánea, pero no me ponía en peligro solo a mí, sino a todos los no-vivos en general.

Si de verdad quería poner fin a todo, debía buscar un plan B. La oferta de Christian seguía sin brindarme muchas garantías, y me daba miedo que convirtiera nuestro pacto en un espectáculo o en un juego, sobre todo después de lo que había visto con Lisange. En el peor de los casos, sabía que esa posibilidad estaba ahí, pero debía buscar alguna otra.

Un par de vehículos me adelantaron sin esfuerzo. Cuando llegué al cruce, un coche que venía a una velocidad considerable paró a medio metro de mí, bloqueándome el camino, y casi caigo sobre su capó beis. Oí chirriar unos frenos y unos pitidos de protesta detrás de mí.

—¡Lena! —Lisange salió del vehículo.

—¿Qué haces aquí? —le pregunté confusa.

—Entra, nos vamos.

La miré sin comprender. Ella se llevaba ya la bicicleta en dirección al maletero, así que la obedecí. No tenía otra alternativa, con todos esos furiosos conductores esperando.

Lisange no le había comentado nada de lo que había visto conmigo a ninguno de los De Cote, al menos no delante de mí, y parecía que lo había olvidado, igual que la búsqueda de su preciado libro, con lo cual no me vi obligada a decirle que lo tenía a buen recaudo.

Aguardé un poco impaciente a que volviera a sentarse frente al volante.

—¿Ha ocurrido algo? —pregunté en cuanto volvió a mi lado. Me miró confusa.

—¡Ah! No, no, solo he venido a buscarte.

—¿A mí? ¿Para qué?

—Quería proponerte una actividad.

—¿Y para eso has cortado el tráfico? —dije esbozando una pequeña sonrisita.

—A esta ciudad no le viene mal un poco de acción de vez en cuando... —alegó con fingida seriedad.

—¿Y qué es eso que tienes que contarme? Puso el coche de nuevo en marcha.

—Se nos olvidó comentarte que tenemos la costumbre de ir a un club de equitación cercano.

—No sé montar —dudé—, o eso creo.

Ni por asomo podría haber adivinado que se trataba de algo así. Busqué en mi mente alguna referencia sobre el tema, pero no encontré nada de nada.

—Eso lo descubriremos cuando lleguemos allí. ¿Te apetece venir?

—¿Es una especie de tradición familiar o algo así?

Trilogía Éxodo (Éxodo, Revelación y Jueces)Where stories live. Discover now