El día en que un sueño perturbó mi mente 2

6.5K 1K 54
                                    

—Hemos llegado —me susurró una voz al oído.

Abrí los ojos lentamente, y me sobresalté al ver su rostro a escasos centímetros del mío. Podía sentir su respiración fundiéndose con la mía.

—Gracias —dije con un hilo de voz, reincorporándo- me. ¿Cuánto tiempo había pasado? Él se apartó despacio de mí—. ¿Te veré mañana?

—Cuando tú quieras.

Sonreí y regresé a casa. Liam y Lisange estaban en la sala de estar, para variar, y aún llevaban puesta la ropa de montar. Capté el olor de Flavio, que provenía del piso supe- rior.

—Francamente, Liam, deberías decirle a esa chica que deje de acosarte. —La voz de Lisange sonaba muy frustrada. —Lo he intentado de todas las formas existentes para no ser descortés, pero ninguna parece funcionar —decía él con voz abatida.

—Tal vez deberías plantearte la posibilidad de no ser cortés con ella.

—Sabéis que no puedo hacer eso.

—Lo sé —suspiró, dejándose caer sobre el sofá con los brazos cruzados.

Liam se sentó a su lado, con aspecto cansado, y por fin reparó en mí.

—¿Qué tal el día, Lena?

Entré en la sala.

—Nada fuera de lo normal —dije—, excepto porque he tenido un pequeño accidente con la bicicleta.

Me miraron preocupados.

—Yo estoy bien, pero ha quedado un poco...

—¿Por qué la has cogido? ¿No eras consciente de la nueva fuerza que tienes? —preguntó Lisange.

Avancé y me senté en un sillón.

—Me temo que no. No había tenido ningún problema hasta ahora. Estaba pensando en algo y he perdido el control. —Me quedé con la mirada perdida, recordando todo lo que había ocurrido a continuación.

—¿Hay algo que os inquiete? —preguntó Liam de forma educada.

—No —mentí, saliendo de mi ensoñación.

Sí que era preocupante que me hubiera enamorado de Christian, pero sentí pánico ante la idea de tener que contár- selo a ellos. Al parecer era algo que tendría que guardar para mí sola. De pronto, una brillante tarjeta dorada colocada sobre la mesa captó toda mi atención. En ella había dibuja- das palabras con una caligrafía pulcra y ornamentada. Me acerqué para verla mejor.

—¿Qué es eso? —quise saber.

Lisange se me adelantó, cogió el papel y lo hizo bailar frente a mí, con una sonrisa radiante. Todo rastro de frustración desapareció de su rostro.

—Esto, señorita —canturreó—, es una invitación a una fiesta anual para los cazadores de la zona.

Pasé la mirada de Lisange a Liam intentando encon- trar algún sentido.

—En realidad es una tapadera —confesó—. Se orga- niza una celebración para que asistan humanos, pero en ver- dad es un encuentro de los de nuestra especie. Con ellos allí, los guardianes no se atreven a atacar.

—¿Tantos cazadores hay aquí? —dije sin dar crédito a lo que oía.

—Los hay por doquier. —Liam sonrió; mi ignorancia debía parecerle divertida—. Pocos, pero bien repartidos.

—¿Por qué nunca nos relacionamos con ellos? — pregunté asombrada, aunque conocer a más gente como nosotros me puso especialmente nerviosa.

—Con siglos por delante, una vez al año ya es suficiente —aclaró.

De pronto, Lisange se concentró mucho en algo y eso me alarmó; no podía ser nada bueno.

—¿Qué ocurre?

Tardó en contestar, con los párpados entornados y el rostro serio.

—Tenemos que buscar algo que ponerte.
—No voy a ir —contesté poniendo los ojos en blanco.

—¿Estás loca? ¡No puedes faltar! Es como tu presentación en sociedad —me reprochó mirándome como si acabase de metamorfosearme en un monstruo grande y peludo.

Me estiré un poco en el sillón y le hice un ademán con la mano quitándole importancia.
—No faltará. —Flavio apareció por la puerta. Teniendo en cuenta el terrible aspecto que presentaba últimamente por el calor, en ese momento estaba bastante bien—. Lena irá y se divertirá —sentenció—. Te hace falta distracción.

—No de ese tipo —aseguré—. Además, no sé bailar.

—¡Qué excusa tan tonta! Te creía más ingeniosa —exclamó Flavio riendo.

—Es la verdad.
—¿Y cómo sabes que es así?

Tomó mi mano y tiró de ella hasta que quedé en pie, frente a él.

—No digo que tengas que saber cómo se bailaba en el siglo XVIII —dijo tomándome de una mano y posando la otra en mi espalda—, pero hay ciertos bailes que son indispensables.

Bajé la mirada, era demasiado tímida como para que me sometieran a semejantes situaciones; todos los De Cote se estaban divirtiendo a costa de mi vergüenza. Me mordí el labio, nerviosa, y puse mi mano libre sobre su hombro, cui- dándome mucho de no alzar la vista del suelo para no encon- trarme con sus ojos. Antes de que me diese cuenta, estaba dando vueltas por el salón.

—Mira, Lena —rió Flavio mientras tarareaba una canción—,¡Estás bailando! Y si te decidieras a levantar la mirada, estoy seguro de que lo disfrutarías mucho más —susurró.

—No me estoy divirtiendo nada, Flavio. —Me detuve, apartándome de él, y regresé al sillón—. Sabéis que yo allí no encajaré; además, a mí me importan muy poco estas cosas.

—Pero a mí sí —alegó Lisange poniéndose en pie—, así que tu obligación como nueva hermana es contentarme.

—No puedes hacerme esto... —dije, pero ella se acercó a mí con ambas manos en sus caderas y expresión intimi- dante.

—Mañana te quiero bien mentalizada, Lena. Tenemos solo un día, así que después de ir a la universidad buscaremos algo apropiado que ponerte. —Sonrió radiante y dio una palmadita emocionada—. Será divertido.

Miré a Liam, suplicante.

—Sálvame, te lo suplico —le susurré.

—No pienso provocar la ira de Lisange —se excusó riendo.

—Imagino que no querrás disgustar a tu hermana favorita, ¿verdad?

Le hice una mueca.

—Eres la única que tengo.

—¿No harás eso por mí? —Hizo un puchero.

—Eres un ser odioso, ¿lo sabías? —Me escabullí escaleras arriba huyendo todo cuanto pude antes de que me involucrasen en algo más—. Esta me la debes, Lisange De Cote —le grité desde la escalera.

Su risa triunfal llegó nítida a mis oídos.

______________

¡Gracias por vuestros votos y comentarios! :) 

Trilogía Éxodo (Éxodo, Revelación y Jueces)On viuen les histories. Descobreix ara