Acción

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Ni nuestras respiraciones, ni el aire fuera de la casa... tan solo escuchaba los latidos del corazón de Christian, algo que no hacía más que pronunciar la tensión.

—¿No puedes hacer que se calle? —le soltó Helga—. Así no podemos tomarles por sorpresa.

—Arráncamelo —pidió él con sarcasmo.

Helga le devolvió una mirada salvaje. Yo me acerqué más a él interponiéndome entre ambos y la miré amenazan- te; no estaba segura de que no fuera a lanzarse contra él para hacerlo. Christian rió por lo bajo.

—Espero que esto no te resulte divertido —le susurré.

—Dentro de unos años lo será.

Mi cuerpo estaba entumecido, expectante a cualquier pequeño indicio que señalara que no estábamos solos.

Debía reconocerlo; nunca había sido valiente, no era ningún misterio, y eso no es bueno en una situación como aquella. Quizá lo fui al principio de mi nueva vida, cuando buscaba poner fin a todo, pero ahora era distinto. Aunque la verdad es que lo que me asustaba no era el miedo a morir, sino algo mucho peor; el miedo a que me separaran de él, fuera cual fuera la razón. Si a él le pasaba algo, yo no querría seguir viviendo más. Debía tener ese pensamiento muy presente, porque si acababan con él esa noche tendría

que aprovechar mi oportunidad con los guardianes para que hicieran lo mismo conmigo. Yo no podría vengarle, tan solo me quedarían fuerzas para unirme a él y a lo que fuera que viniese después. Así debía ser. Me reconforté a mí misma; si lo pensaba fríamente,ya había pasado por ello una vez.

Todos prepararon sus armas. Liam ya cogía la suya con firmeza y parecía listo para enfrentarse a lo siguiente; Lisange también se hizo un corte y Christian ensangrentó su daga en el brazo de Liam, pero, en cambio, Helga abrió la boca y hundió la afilada hoja de una hacha en la lengua. Su rostro era salvaje, acentuado por unos ojos violentos y fuera de sus órbitas.

Cuando conseguí evadirme de la mirada de Christian, me hice con un abrecartas afilado que había encontrado bajo una mesa cuando destruíamos todos los muebles, y lo escondí bajo el chaleco, solo por si acaso. Si algo lo amenazaba, no iba a quedarme sentada.

Intenté sosegarme, todo iba a salir bien.

—Deberías de haberte marchado —murmuró Helga detrás de mi oído con voz afónica, sobresaltándome. Una horrible sensación me recorrió la espalda—. Ahora afronta las consecuencias.

Me volví para enfrentarme a ella, pero mantenía el rostro impasible. Entonces, algo irrumpió en la noche, y todos los perros de alrededor de la casa comenzaron a ladrar como si hubiesen perdido la cordura. Miré hacia la ventana y luego a Helga otra vez, pero ya había regresado a su posición junto a Liam. Así que me giré hacia Christian.

Él me encaró y me tomó de las manos.

—Lena —pronunció lentamente—, si la situación se escapa de nuestras manos quiero que te vayas con Lisange; ella te llevará a un lugar seguro.

Negué con la cabeza.

—No pienso dejarte.

—Esto no es discutible.

—Estoy de acuerdo, no lo es.

—Lena —intervino Liam sin moverse—, él no podrá protegeros y cuidar que no le ataquen al mismo tiempo.

Christian buscó de nuevo mi mirada.

—Yo tampoco quiero separarme de ti, mi vida; no lo haría si no fuera la mejor opción.

Trilogía Éxodo (Éxodo, Revelación y Jueces)Onde as histórias ganham vida. Descobre agora