Amistades peligrosas . Parte 2.

3.3K 432 19
                                    

—Eso no es asunto tuyo —balbuceé.

—Conozco de él más secretos de los que jamás podrías imaginar. Cosas que te asustarían mucho más que mi roce.

—No me importan —susurré.

—Niña tonta...

—¿Qué es lo que quieres de mí? Chascó la lengua de nuevo y sonrió.

—Vuelves a equivocarte con mis intenciones. No quiero nada de ti, he venido para ayudaros.

—¿Ayudarnos? —No me molesté en esconder el tono de confusión de mi voz.

—A Christian y a ti.

—No soy tan inocente como para creerme eso. —Lo miré suspicaz.

—Siempre digo la verdad, Lena De Cote. Sé por qué lo has alejado, conozco tu miedo.

—Yo no lo he alejado, él se ha marchado por lo de Lisan... —me detuve. No estaba segura de cuánto debía contar, aunque imaginaba que Elora y Lester ya se lo habrían dicho.

—Lisange... —Rio—. Yo no me preocuparía por ella. Aunque merece todo lo que le ocurra, esa cazadora —pronunció esta última palabra con sorna—, jamás se dejaría decapitar. Apuesto a que solo es una broma de buen gusto para daros la bienvenida a este lugar.

—Sería demasiado retorcido.

—¿Y eso es inusual? —Sonrió—. De igual manera, no he venido aquí esta noche para tratar asuntos de tal trivialidad. Sé lo que le pediste a Christian; yo puedo ayudarte.

—No sé de qué me hablas. —No recordaba nada en ese momento, excepto la imagen de esa cabeza bajo la lluvia. Christian tampoco creía que fuera ella. ¿Sería cierto? ¿De verdad Lisange seguiría con vida?

—Puedo enseñarte a enfrentar lo que te persigue. Puedo ayudarte a defenderte, a no ser nunca más el miembro débil. Te hablo de empezar a ser útil para evitar, por encima de todas las cosas, que mi hermano muera por protegerte.

Me quedé helada, ¿él también pensaba que Christian moriría por mí?

—¿Por qué querrías ayudarme?

—Ningún gran predador debe morir por proteger a un cazador, y no pienso tolerar semejante vergüenza en uno de los nuestros. Llevo años velando por ese necio, no permitiré que caiga en tal deshonra por alguien como tú. —Poco a poco, todo el temor que me invadía se fue transformando en desprecio, mezclado con humillación por la forma en que se estaba refiriendo a mí. Le dirigí la mirada más dura que fui capaz de canalizar—. Como ves, los tres salimos beneficiados.

—No te creo —insistí.

—Sabes que él nunca te llevará al límite para aprender lo que realmente necesitas. Sé que te gustan los tratos pero, si te atreves a burlarte de mí, conocerás en tu propia carne lo que es la venganza —dicho esto, se alejó de mí—. Volveremos a vernos.

Parpadeé y, un segundo más tarde, Hernan ya no estaba allí. En ese momento, alguien llamó a la puerta. Pegué un bote del susto.

—Lena, ¿todo va bien? —Abrí con cuidado y allí, en el pasillo, encontré a Gaelle. En las manos traía un pequeño montoncito de ropa. Me aclaré un poco la garganta antes de contestar, pero no fui capaz de decir nada. Me llevé una mano a la sien, interiorizando lo que acababa de ocurrir—. He subido a traerte esto. Te he comprado algo más y supuse que tendría que hacerle unos ajustes. No eres muy alta y no estaría bien que lo llevaras grande.

Lisange nunca me habría dejado llevar eso, pero era todo un detalle por su parte. Pensar en ella me encogió el estómago. Gaelle debió interpretar mi gesto dolorido con alguno de disgusto porque añadió:

Trilogía Éxodo (Éxodo, Revelación y Jueces)Where stories live. Discover now