Con piel de cordero. Parte IV.

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Intenté protestar, pero él me tomó del brazo y me condujo a través de la sala. Estaba tan aturdida que ni siquiera me detuve a pensar si debía hacerlo. Miré hacia atrás, algo estaba ocurriendo. Hernan me hizo pasar a una sala y cerró detrás de sí. Me obligué a echar un vistazo a mi alrededor. La sala era más oscura, con una sola antorcha como única fuente de iluminación. La vegetación también se había adueñado de los muros de ese habitáculo y un enorme agujero en la pared daba paso a la oscuridad de la noche. Allí, la música sonaba amortiguada cediendo todo el protagonismo a los latidos de su corazón, hasta que, de pronto, un grito partió el sonido, seguido de decenas de aullidos, a coro.

—¿Qué está pasando? —Nada que te ataña. Eso me llevó a preguntarme por qué yo estaba "a salvo", con él, en lugar de al otro lado, y una pregunta muy importante se abrió paso entre mis labios.

—¿Qué harás conmigo cuando todo esto pase? — pregunté.

Se volvió hacia mí, despacio, repentinamente serio mientras se deshacía de los guantes.

—¿Cuando pase qué?

—Cuando tengas lo que quieres de mí.

Me miró con atención.

—¿Qué quieres que haga? —Me quedé callada, no pude responder a eso—. Tal vez tu corazón anhele una invitación.

Aparté la mirada de sus manos y levanté la vista hacia él.

—¿Una invitación?

—Tú lo has visto. No serías la primera cazadora deseosa de convertirse en gran predador.

Alguien gritó al otro lado de la puerta. Así, de repente. La música se detuvo al instante. Miré a Hernan, con el corazón en un puño, pero él se limitó a sonreír. Un segundo más tarde, eran muchos más los gritos que penetraban el silencio de la sala.

—¿Qué está ocurriendo ahí? —pregunté sin aire.

—Algo que tú misma deseas.

—No, yo no quiero eso.

Rio.

—Te aseguro que lo pasarás bien. Hay todo un mundo que puedo enseñarte y yo no tengo ningún temor por corromperte.

Retrocedí, de pronto volvía a pensar con claridad.

—No quiero estar aquí.

—Insististe en venir. ¿Qué esperabas encontrar?

Dudé, no podía decirle la verdad, pero él ya la sabía.

—Desde luego, no esto.

—Ya. Verás, Lena, también ha resultado ser una decepción para mí que ningún miembro de tu antiguo clan haya acudido esta noche. Pensé que te tenían en más estima, para ser sinceros.

—Seguro que era una trampa para ellos.

—Estás hambrienta —me dijo, ignorando mi comentario.

—No es cierto —mentí—. Quiero salir de aquí.

De nuevo sentí ese mareo, esa sensación electrizante sacudir mi cuerpo con un temblor desconcertante e incontrolable. Tenía miedo, oía los gritos y solo deseaba irme de allí pero, cuando quise darme cuenta, su mano se apoyaba en mi cuerpo, cálida y firme, y mi mente solo podía pensar en él.

—No estarás mejor en ningún otro lugar.

—¿Y tú? —pregunté—. Podrías hallarte en cualquier otra parte esta noche —le dije. Intenté parecer fuerte y firme, pero creo que fracasé—. ¿Por qué sigues aquí conmigo?

Trilogía Éxodo (Éxodo, Revelación y Jueces)Where stories live. Discover now