¿Quién dijo miedo?

7.1K 962 201
                                    

—Gracias por traerme —musité.

Fui a entrar por la puerta, pero él bloqueó la entrada

con un brazo.

—¿Te importaría dar un paseo? —La pregunta me tomó desprevenida.

—¿Para qué? —quise saber.

—Por favor —dijo—, tenemos que hablar.

Asentí confundida. Él se dirigió hacia los jardines traseros de la casa y yo seguí a su lado, esperando impaciente a que pronunciara la primera palabra.

—¿Y bien? —le insté tras haber caminado juntos durante cinco minutos sin decir nada.

—Lena —comenzó al final tomando aire—, he intentado que te adaptes porque era parte de nuestro acuerdo.

—¿Qué quieres decir con eso? —pregunté con cautela.

Mis sentidos se pusieron en guardia, tenía un mal presentimiento.

—Que nuestro tiempo se ha terminado.

Paré en seco, él se detuvo unos pasos más adelante, pero no se volvió para mirarme.

—Eso solo puede significar o que vas a matarme o que vas a marcharte. —Apenas tenía voz suficiente para hablar.

—No volveré a verte después de esta noche.

—¿Por qué?

Se volvió lentamente, de modo que pude ver de nuevo su rostro.

—Hay muchas cosas que ignoras sobre mí.

—Y tú sobre mí —alegué.

—Ni siquiera tú lo sabes todo sobre ti misma, Lena.

—Pero eso no viene a cuento ahora.

—Te equivocas, esa es precisamente la cuestión —dijo acercándose aún más. Yo también avancé un paso hacia él.

—¿Crees que no sé lo que eres? ¿Lo que haces?

—No puedes ignorar la realidad, Lena —contestó negando con la cabeza.

—Ese es mi problema. Además, teníamos un trato; si quieres marcharte, bien, pero tendrás que matarme. No puedes irte sin cumplir con tu parte.

—No lo aceptaste —me recordó.

—Lo estoy haciendo ahora. —Sentí más que nunca seguridad en esas palabras.

—Ya es tarde para eso —replicó con voz dura.

—No, no lo es. —Me acerqué a él con paso firme—. Si tú te vas, Christian, yo no quiero este tipo de «vida».

—Deja de decir insensateces, Lena, no puedes aferrarte a mí. Hay seres ahí fuera que se merecen tu afecto mucho más que yo.

—A mí eso no me importa.

—¿Por qué eres tan terca? —preguntó irritado.

Porque te quiero.

Reordené todos mis pensamientos; no iba a hacerme cambiar de parecer. En ese instante no me importaba abrirle mi corazón y delatarme a mí misma, si así conseguía no perderle.

—Cuando te conocí, dijiste que no había nada en esta vida digno de ser amado —dije sintiendo un súbito calor y bajando la mirada—. Te equivocaste, yo lo he encontrado.

—¿Por qué me dices eso? —Cerró los ojos—. Conoces la razón por la que estoy contigo.

Sus palabras me golpearon con fuerza en el pecho. Había sido una estúpida creyendo que podría haber algo más, pero al parecer lo único que había hecho él era reírse de mí todo este tiempo.

Trilogía Éxodo (Éxodo, Revelación y Jueces)Where stories live. Discover now