Adiós

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 Hola a todos!

Ya hemos llegado al final de la primera parte! (La segunda continúa más abajo) La verdad es que cuando decidí empezar a compartir por aquí la novela no esperaba todo el entusiasmo y cariño que le habéis demostrado. Ha sido una experiencia muy diferente ir leyendo vuestras impresiones y teorías conforme avanzada y la verdad es que me ha encantado, <3, <3, <3. Muchísimas gracias, de corazón. Espero que os haya gustado y que os hayáis enamorado de Christian y Lena tanto como yo. La de cosas que les esperan! Jeje.

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Un besito enormeeeeeee!!!

*********

Escuché las sirenas de los bomberos cada vez más cerca, pero aún estaban a unos cuantos kilómetros de allí, demasiado lejos para detener toda aquella locura. De pronto, la voz de Christian sobresalió clara de entre todo el ruido.

—¡LISANGE! ¡SACA A LENA DE AQUÍ! ¡LLÉVATELA!

Caían casquillos incendiados en todas direcciones, el humo comenzaba a rodearnos y ya apenas se le distinguía ahí arriba, sobre las vigas, enfrentándose cada vez más débil a ese monstruo. Ambos se movían rápido, saltaban, volaban... Aquello parecía sacado de lo más profundo de mis pesadillas.

—No pienso dejarle —advertí apartándome de ella. Liam estaba de nuevo en pie, a mi lado.

—Yo le ayudaré, ¡marchaos!

—¡Estás herido, no puedes arriesgarte!

Oí un tremendo ruido, algo casi ensordecedor. Giré la cabeza con pánico hacia la casa a tiempo de ver cómo los cimientos cedían y los restos del hogar de los Lavisier desaparecían entre las llamas. Mi corazón se encogió en un puño.

—¡CHRISTIAN! —grité corriendo hacia allí con los ojos muy abiertos, pero Lisange me siguió y me detuvo sujetándome por la espalda antes de poder acercarme lo suficiente. Forcejeé y ambas caímos al suelo.

—Lena, debemos irnos —dijo conteniéndome con fuerza.

—¡HAY QUE SACARLO DE AHÍ!—grité fuera de mí.

—¡No puedes entrar! ¡Morirás!

Liam me adelantó y se volvió hacia nosotras. No se veía nada bien; la herida que le habían hecho tenía muy mal aspecto, pero, aun así, se irguió todo cuanto pudo y endureció su rostro antes de añadir:

—Haremos lo que estaba previsto. —Miró hacia los escombros y luego a nosotras—. ¡Marchaos!

Un instante después, Liam desapareció tras la huma- reda. Lisange me aferró del brazo y tiró de él con fuerza, pero yo me resistí; no podía alejarme ni un paso de él, no sin saber si aún estaba vivo. Me negaba a dejar allí a Christian y ahora también a Liam.

—Lena, tenemos que irnos.

—No puedo hacerlo —sollocé, sintiendo que mis fuerzas empezaban a flaquear.

—Saben cuidarse —insistió apresuradamente—, tú no. ¡Vamos!

Pero no me moví, no quería. Entonces, noté que alguien me elevaba del suelo: Lisange me había cogido y corría ya en dirección contraria.

—¡No¡ ¡LISANGE!¡POR FAVOR, BÁJAME! ¡BÁJAME! ¡NO QUIERO DEJARLE!

Ella ignoró mis súplicas y continuó corriendo, ajena a mis forcejeos, mientras, impotente, veía alejarse cada vez más el horizonte y a Christian en él... «Grandes lenguas de fuego que rugen como leones», la voz de Helga resonó en mi cabeza más nítida que nunca. ¡Ella lo había visto! ¡Me lo había advertido! Y, tonta de mí, no tuve la suficiente fuerza para hacer lo correcto. ¿Por qué? ¿Por qué había permitido que él me convenciera para regresar? Ahora, quizás... quizás él estuviera... no, no podía pronunciar esa palabra. Ya había perdido a Flavio, no podía perderle a él también, a él no... Canalicé toda mi rabia y comencé a retorcerme y a patalear en un intento desesperado por que Lisange me bajara.

Trilogía Éxodo (Éxodo, Revelación y Jueces)Where stories live. Discover now