Parte VII

10.2K 1.1K 155
                                    

—¿A qué te refieres con eso?

—Hay tres tipos de existencia relacionadas con la muerte —explicó al fin—: guardianes, grandes predadores y nosotros, cazadores. No estamos del todo vivos, pero tampoco completamente muertos —siguió—. Podemos sentir o hacer casi todas las cosas que hace un ser humano, pero solo nos queda el alma.

—No lo entiendo —interrumpí con un leve balbuceo sentándome en la cama. No tenía sentido que me escondiera, ellos continuarían observándome—. Estoy demasiado cansada para esto.

—Y será así hasta que te alimentes —apuntó Lisange. Negué con la cabeza.

—Lo vomito todo.

—Eso es porque tu cuerpo lo rechaza, tu sistema digestivo ya no funciona.

¿Todo en mi interior estaba muerto? En ese momento me vino a la mente una imagen de entrañas secas y putrefactas y tuve que sacudir la cabeza para alejar ese pensamiento.

—¿Entonces, de qué os alimentáis? —pregunté—. ¿Sangre, como los vampiros?

—No —dijo Lisange; parecía un poco más tranquila al pensar que bromeaba. Supongo que no captó, o no quiso captar, el sarcasmo de mi voz—. Nosotros nos servimos más bien de energía o, si lo prefieres, de sentimientos humanos.

Arqueé una ceja.

—¿Qué?

Tenía que ser una broma.

—Todo lo que habita en el mundo tiene una finalidad, y nuestra existencia no es ninguna excepción —comenzó de nuevo Flavio—. Debe haber un equilibrio emocional entre los humanos. Nosotros fomentamos esa proporción y, para hacerlo, debemos pasar desapercibidos, por eso intentamos camuflarnos entre ellos.

—Sigo sin entender nada —reconocí.

—Creamos sentimientos en los humanos, lo hacemos porque ellos mismos generan emociones que desequilibra- rían a la humanidad. El hombre es un ser incapaz de controlar sus emociones.

—¿Hacéis que se sientan mal? —murmuré. No pude esconder el ligero tono de reproche que acompañaba a mis palabras.

—No debéis verlo de esa manera —intervino Liam—. El sufrimiento les obliga a evolucionar.

Guardé silencio. Flavio cubrió mi mano con la suya y me miró fijamente.

—Nadie puede ser feliz eternamente, Lena —dijo en voz tenue—. Por desgracia, nuestra labor es brindarles esas pequeñas dosis de sufrimiento de vez en cuando. —Lo miré con interés—. No tienes que dañarles. —Sonrió marcando esos hoyuelos de sus mejillas—. Considéralo como una vacuna.

Esa era la primera cosa positiva que escuchaba sobre el tema.

—¿Cómo lo hacéis?

—Es muy sencillo, te lo enseñaremos cuando te transformes. Aún no eres como nosotros, tu cuerpo debe terminar de morir.

—¿Qué? —Aparté la mano y retrocedí un poco en la cama, eso sonaba tan mal...

—Por eso has estado sufriendo esos golpes de dolor pero, no te asustes, es algo normal. Aunque aún te queda algún tiempo.

—¿Cuánto? Bajó la mirada.

—Nadie lo sabe a ciencia cierta, pero no debes preocuparte por eso ahora.

—¿Y qué hay de mi pasado? —inquirí—. ¿Lo recordaré algún día?

—No hay razón para que no suceda así —Liam se acercó a mí. Por un momento había olvidado que Lisange y él también estaban en la habitación—, pero puede que tardéis décadas en hacerlo.

Trilogía Éxodo (Éxodo, Revelación y Jueces)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin