~2. Adicciones Secretas~

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En la vida de todas las personas siempre hay un secreto oculto. Algo que nos marcó y que no queremos dejar ver al resto. Algo que es nuestro y queremos que se mantenga así.

Los chicos tenían ese "algo". Tenian un pequeño secreto el cual nunca podía ser revelado. Tenían miedos, dudas y recuerdos que los atormentaban evitando que puedan seguir adelante con sus vidas.

Necesitaban despejar esos miedos y aquel secreto mejor guardado, en algún momento tiene que salir a la luz. Pero... ¿Cómo sacarlo si es lo que nos da miedo? ¿Cómo olvidarte de él si él te atormenta? ¿Cómo cuentas un secreto... Si él ya está guardado en lo mas recóndito de ti y bajo siete llaves? Hasta el alma más pura tiene un asqueroso secreto... Un secreto que después de todo, es tu pequeña adicción.

~•~

El ambiente se había tornado un poco más serio. Frente a todos estaba parado Samuel. Contando su historia, contando su adicción. Contando lo que él nunca pensó que quería contar.

Realmente le estaba haciendo bien comentar con alguien su terrible y patética adicción. Por favor...¿Adicción a las bocas? ¿Eso siquiera existe? Pues si, porque él lo padece. Y no hay nada en el mundo que odie más.

Recuerda como varias amigas suyas se alejaban del chico al él querer robarles un Besito. Desde pequeño viene teniendo éste pequeño "vicio" que no deja de hacerle la vida imposible. Y es que aunque él quisiera con todas sus ganas, no puedo dejar de sentir esa atracción por los carnosos labios rosados de algunas chicas. Se repetía una y otra, y otra vez que estaba mal lo que hace pero es que... ¡Joder! ¡Lo disfruta tanto! Que es casi imposible no atacar labios ajenos.

-Me acuerdo una vez que yo tenía no se... ¿13 años? Solía dibujar un par de personas besándose, obvio que uno era yo y la otra era una chica cualquiera. Pero siempre lo dibujaba con labios grandotes y remarcaba muy bien el tono rosado en ellos. No se, es algo peculiar y raro, pero creándose que lo odio con toda mi alma.- Dijo serio Samuel, que ni bien la profesora le había ofrecido presentarse, el ambiente ya se tornó serio y complicado. Todo el ser de Samuel daba a un tipo duro que no quería que se metan con él. Pero sólo hacia falta un par de horas con el chico y te dabas cuenta que no había nada de malo en su persona. Sólo quería escapar de esa adicción que arruina su vida poco a poco y logra que todas las personas que él quiere se alejen. Y aunque sabe que la culpa no es sólo de él, pues si las personas te quieren no hay porque alejarse a pesar de que tan raro seas, su vacío se sentía y la culpa se la carga su adicción. Su estúpido vicio por los labios. Sus ganas incontrolables de besar.

-Hasta puede ser gracioso. Me he llevado cada ostia que se sorprenderían de la fuerza que tienen algunas mujeres...- Dijo ahora si riendo, alivianando el ambiente tenso que se había formado. Y aunque algunas risitas se escuchan, algunos no eran capaces de emitirlas. Guillermo prestaba suma atención a lo que Samuel decía y estaba, por primera vez en su vida, enternecido por la imagen sensible y dulce que daba Samuel. Y es que el chico al frente suyo, no era para nada raro. Era uno más de ellos y simplemente le encantaba, pero no de la forma que muchos quieren pensar. Le encantaba, por el hecho de que daba una imagen totalmente errónea a lo que verdaderamente era. Pero no lo hacia de falso o hipócrita, lo hacia porque así es y estaba seguro de que así lo habían hecho parecer el resto de personas.

-Pero nada, supongo que algún día podré "controlar" esta adicción.- Dijo riendo mientras levantaba los hombros en señal de "no saber". Dando a entender que podía ser muy pronto o que nunca podría llegar a controlarlo. De igual manera, le pasaba y es algo que no puede evitar.

-Muy bien, Samuel. Puedes sentarte que ahora va a pasar... ¿Luzu? ¿Quieres?- Le dijo amable la profesora al pelinegro sentado a un lado de Alex, donde estaba anteriormente Samuel.

»El Salón de Detención»Youtubers»Wigetta«Where stories live. Discover now