~93. No puede estar pasando esto~

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Una semana después.

Solo, así se sentía.
En medio de un huracán de gente, en medio de un lugar que estaba en sobre población, aún ahí, aún en esos lugares, él se sentía solo. Vacío. Sin nadie a quien acudir si necesitaba ayuda. Sin nadie. Aunque tenía a varias personas al rededor.

El mundo parecía detenerse a medida que avanzaba. Sin embargo, nadie lo detenía a él. Ni a sus miedos. Ni a sus inseguridades. Ni a aquellas voces que le repiten todo el tiempo lo aborrecible que es. Lo gordo y feo, lo asqueroso. Lo que nunca quiso escuchar, pero terminó escuchando. No quería más, no quería más voces. No quería más insultos, ni comentarios estúpidos que arruinen por completo la poca cordura que le podía quedar.

No quería sufrir de nuevo. Quería dejar de sufrir, dejar de pensar. Dejar de sentir.

Quería dejarse ir para nunca volver y así poder librarse de todos los males que ahora mismo estaban arruinando su vida. ¿Por qué a él? ¿Por qué de nuevo a él? ¿Por qué no simplemente... se iban? Necesitaba dejar de pensar, dejar de sufrir, dejar de sentir.

Necesitaba... dejar de vivir.

[Tú: Oye Frank, ¿Vendrías a casa?]

(...)

La tarde parecía que caía lento. Los días de primavera estaban comenzando y eso era algo que a todos les encantaba. Un ambiente que no era ni muy fresco, ni muy cálido; estaba al punto justo para poder salir a pasear y descubrir nuevas sensaciones.

Había sol, y un poco de viento fresco, por lo que el día estaba perfectamente hecho para ellos. Y aunque había un poco de nubes, no temían a la lluvia. Ellos ya habían pasado bajo ella.

La rubia caminaba muy pegada a Luzu. Hace tanto tiempo que no se sentía tan bien acompañada como ahora. Su anterior novio no la llevaba a dar estos paseos, y aunque en su tiempo lo quería mucho, supo darse cuenta que aquel no era un amor sano. No se compara con el que estaba sintiendo ahora. Su mundo se volvía se millones de colores cada vez que Luzu caminaba a su lado, y para su suerte, esto ocurría varias veces al día.

En el colegio se juntaban mucho. Al salir volvían juntos y había hasta veces, que Luzu iba a buscarla a la casa. Además con el aprender del idioma, conseguían excusas para juntarse más seguido y así aprovechar el tiempo. Lana ya llevaba muy bien el español, y aunque a veces confundía las palabras y sus géneros, podías hilar una conversación simple con ella.

Dios. Se sentían realmente bien. Luzu la miraba sonreír y parecía que el universo entero sonreía. Los planetas se alineaban, la pobreza y el hambre desaparecía. El mundo se volvía un lugar hermoso al ella sonreír. Su mundo se volvía un lugar hermoso.

Ella era su mundo.

Paseaban por el parque de la ciudad, el anterior al que habían ido aquella vez. Recuerdos salían de sus mentes de aquel hermoso día que habían compartido juntos. Y aunque ambos terminaron llenos de barro y mojados de pies a cabeza, habían disfrutado al mil la compañía del otro. Sin duda, repetirían ese momento una y otra vez si les fuera posible.

Los sentimientos que recorrían el pecho de Luzu en este momento, eran increíbles. Junto a la rubia se sentía en un limbo de emociones, viajando a través de ellas y sintiéndose en demasía afortunado por tenerla a su lado.

Lana era simplemente hermosa, y había logrado captar su corazón de la manera mas linda y tierna.

Su acento español, lograba cautivarlo día a dia, y junto con su aguda voz cantante, lograban hacer el mejor concierto para Luzu. Sus manos suaves que ahora mismo, recorrían su rostro, se sentían cálidas al contacto con su piel.

»El Salón de Detención»Youtubers»Wigetta«حيث تعيش القصص. اكتشف الآن