~98. Destellos~

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Había una luz al fondo de un extenso pasillo. Parecía que lo llamaba. Era como esos mosquitos que iban directo a la luz ni bien ésta se encendía. Y aunque ya llevaba tiempo prendida, no sabía muy bien cuánto, él parecía acercarse cada vez más. Sus pasos eran lentos, suaves y cortos. El camino era largo y a un tiempo que parecía, a veces, detenerse. Podía escuchar voces a lo lejos, señales, movimiento. Pero su atención estaba en aquella luz que cada vez lo llamaba más y más a ir.

¿Qué era? ¿Por qué tenía esa necesidad de ir sin ninguna distracción hacia aquella... luz? Aquel destello muy brillante que casi lo podía dejar ciego, pero que por alguna razón, él miraba atento sin hacerse daño.

¿Podía hacerse daño? No lo había intentado en todo el tiempo que llevaba encerrado en ese extenso pasillo. De hecho, ni siquiera había movido su cuerpo de aquel trayecto, sólo los pies para avanzar. ¿Y si daba media vuelta? ¿Y si caminaba para atrás y no hacía la luz?

Tenía miedo, ¿Qué podría pasar? ¿Qué era ese lugar? Acaso...¿Estaba muriendo? No quería.

¿O si?

Él había provocado aquella sentencia. Él había provocado su eterno camino por aquel extenso pasillo. Él, y sólo él, habían llegado a ese lugar. A ese sitio que lo ponía en duda con.. todo.

Tenía que darse vuelta. Ver que hay además de aquel destello. Además del camino hacia adelante...

Sus manos temblaban. Al igual que sus piernas. Casi no podía moverse por completo. No podía girarse, le costaba. Le dolía. El camino hacia la luz era el más fácil. El camino hacia el destello era el menos doloroso.

¡Pero no! Quería saber que era lo que había del otro lado. Quería ir, quería seguir. ¿Por qué había hecho esto?

Detuvo su andar.
Las voces crecieron. Aumentaron su volumen y aunque no estaba hablando, trataba de hacer el máximo silencio que podía.

Buen día, Mangel... todavía te extrañamos, sabes? ¿No has pensado en despertar? Duele, duele mucho tu ausencia.

¿Rubén? Había pensando instintivamente. Sus ganas de hablarle aparecieron. Sus ganas de ir con él y pedirle perdon a mil voces era increíble. Necesitaba ir, necesitaba volver. Necesitaba estar con él. Era su amigo, su gran amigo y le había hecho mucho daño.

¿Podría perdonarlo después de todo esto? Mangel estaba teniendo miedo. O eso creía, porque en realidad, no podía sentir nada. ¡Dios! Era demasiado extraño este lugar. Quería volver.

¿¡Por qué su cuerpo va hacia la luz!? No quería. De verdad que no lo quería, y se estaba arrepintiendo demasiado de haber hecho lo que hizo.

»El Salón de Detención»Youtubers»Wigetta«Where stories live. Discover now