~7. Culpa~

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La primera clase en aquel salón estaba siendo lo más divertida para todos. Risas podían escucharse y aunque muchas veces las personalidades chocaban, nunca se llegó al punto de insultarse o golpearse. Algo muy satisfactorio para la profesora. 

Alex seguía sintiendo esa cosa rara en el pecho, pues Frank lo ignoraba cada vez más, sólo para molestarlo. El menor no sabía que sensación era esa, ese mini vacío que sentía cada que Frank le hacía la del hielo. Muchas veces intentó hablar con él pero o no lo miraba, o se ponía a hablar con la persona que tenía más cerca suyo. Alex quería enojarse por eso, pero le costaba tanto... Y nunca le había pasado. Esa cosa rara que sentís cuando una persona se enoja, y sabes que fue por tu culpa, completamente tu culpa, pero tenés un orgullo que no deja que pidas el más mínimo perdón, haciendo que esa sensación crezca cada vez más. 

Ahora mismo la profesora estaba corrigiendo las actividades que les había mandado para hacer. Aunque estén en el último año de Secundaria, quería ver cuanto habían aprendido, o por lo menos cuanto habían llegado a prestar atención. Para su sorpresa, la mayoría habían aprobado. Menos Rubén y Alex, todos los demás habían sacado una nota mayor al 6. (Quiero que sepan que no tengo idea de como se promedia en España. El 6 es la nota mínima que se saca para aprobar y el 10 la nota máxima. Así que todo lo que esté por abajo del 6 está reprobado :D) 

Había empezado corrigiendo a Frank quien fue el último en entregar el trabajo. Había empezado muy bien. Hasta el momento, de 5 actividades, 3 estaban correctas, pero después de eso había una incompleta y otra totalmente mal. Por lo tanto su nota fue un 7. La profesora sonrió feliz y dejó la hoja dada vuelta a un lado de las demás. 

El siguiente fue Guillermo que, para su sorpresa, había sacado una excelente nota. Todo estaba perfectamente hecho y la letra que tenía era muy prolija. El 10 lo tenía bien merecido, pero para que no se venga arriba le puso un 9,5. Sonrió,  se sintió traviesa.

Rubén, uno de los peores, había hecho sólo 2 de las 5 actividades. Ambas estaban incompletas por lo que le puso un 3, y regalándole un poco la nota. Aunque bueno, era de iniciación, sólo era para ver el nivel de aprendizaje que tenían. Hizo una mueca muy extraña y siguió con los demás que quedaban en la pequeña pila de hojas que tenía frente suyo.

(...)

Para Samuel, Guillermo era el hombre más interesante que había conocido. Ahora mismo, entre todo el barullo que había en ese salón, estaban conversando de la manera más agradable que podía haber. Para sorpresa del mayor, Guillermo tenía una mentalidad extraordinaria a los ojos de Samuel. Sentía que cada palabra que salía de esos finos labios, estaban siendo expulsadas con la más inteligente mente que conoció. Vale, capaz exageraba, pero es verdad que Guillermo tenía una forma muy interesante de ver la vida. 

Se notaba a leguas que era buena gente, aunque su mirada transmitía tristeza y odio, mucho odio. Samuel no se atrevía a preguntar sobre su pasado. Sentía que el menor se cabrearía mucho, o peor, se pondría más triste de lo que se ve y sinceramente, Samuel sólo quería ver una sonrisa en el bello rostro de Guillermo. 

Cuando el menor sonreía, todos los sentidos de Samuel se alarmaban y por una extraña razón, que el mayor no comprendía, una sensación linda y rara se alojaba en su pecho, sintiendo que la sonrisa del menor, es el mejor premio que pueden darle. Lo conocía hace poco, muy poco, pero sólo un par de horas hablando le fue suficiente para saber que esa sonrisa, marcaría algo especial en su vida. 

Y Guillermo estaba totalmente sorprendido. Él nunca fue una persona de sonreír, de hecho, si habla con cualquiera de los otros chicos, de seguro no sonría en ningún momento de la conversación o lo haría escasas veces... Pero con Samuel, era todo distinto. La sonrisa tonta le salía de lo más profundo de su ser, haciendo que no pueda evitarla. Sus mejillas se volvían rojas en cero coma y sus ojitos se ocultaba bajo ellas. El menor se sentía el ser más vulnerable al lado de Samuel, pero por otro lado, se sentía totalmente seguro y protegido con él a su lado. No muchas personas tenían el placer de verlo sonreír, porque Guillermo tenía una sonrisa por demás hermosa y resplandeciente. Con esos perlados dientes y sus rosados labios finos, formaba la sonrisa más especial del mundo que podía hipnotizarte hasta hacerte caer en la más profunda adicción a ella. Y que Samuel la reciba constantemente, era un indicio para Guillermo. Una alerta de que ese hombre, podría significar más de lo que él imagina. 

»El Salón de Detención»Youtubers»Wigetta«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora