~8. Llanto Desgarrador~

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Samuel, prácticamente, había salido corriendo en busca del menor. Había sentido tanta culpa al ver como empezaba a llorar, que el simple hecho de que se retire le había dejado un vacío dentro.

Se sentía tan feo cuando una persona te deja marcado de esa manera con sólo su presencia, y que al momento de su ausencia, todo tu mundo se derrumbe en millones de pedazos. Cuando Guillermo le dirigió aquella última mirada, era una clara advertencia de que se iba a ir y de que él fuera en su búsqueda. Bueno, Samuel lo había tomado así. 

Esos ojos hundidos en lo más profundo de su alma, rogaban que alguien los quiera. Rogaban que alguien tenga la decencia de ir por él, de que alguien se preocupe por lo que le pasaba. Por lo que tuvo que vivir. 

A cada paso que Samuel daba se sentía más perdido con respecto a donde pueda estar Guillermo. El edificio era gigante y el menor podría esconderse en donde fuera. No tendría duda alguna de que ya más de una vez lo haya hecho. Salir corriendo de una situación donde te sentís intimidado deben ser escenas constantes en la vida de Guillermo y Samuel no tenía dudas sobre eso. Se veía en el menor que algo malo había pasado con él. No puede tener tanta tristeza y odio en sólo una mirada. Unos simples ojos cafés no podían transmitirte todo lo que Samuel sintió al verlos. Una sola gota de llanto, no podía significar tanto dolor para una persona. 

Guillermo había sufrido de una manera muy hostil y el mayor iba a sanar todas sus heridas. 

Estaba bajando las escaleras lo más rápido que sus piernas le permitían. Casi ningún alumno estaba por ahí, pues las demás clases seguían su curso normal, así que su corrida era más fácil... Pero un llanto llamó la atención. 

Era un llanto tan leve y suave, que dudo por un segundo de que sea Guillermo, pero era él. 

Se adentró en el piso donde se escuchaba aquello. El baño estaba a un lado de la escalera, por lo cual los sonidos provenientes de él se podían escuchar perfectamente. 

Ahí se encontraba Guillermo. Su rostro estaba completamente rojo, como sus ojos. Sus manos cubrían su cara, completamente. Su cabeza estaba entre ambas rodillas, amortiguando el sonido de su llanto. Se veía como temblaba y como intentaba callar sus sollozos. 

Samuel se sorprendió por aquello. Samuel no esperaba ver al menor llorar. 

Se escuchaba un llanto desgarrador. Se sentían todas y cada una de las lagrimas que derramaban los ojos de Guillermo. Las gotas se veían en el suelo, y las piernas del menor temblaban, junto con sus manos, las cuales tenían un leve rastro de sangre corriendo por sus nudillos. La pared blanca de aquel baño, tenía el reflejo de la sangre en la mano de Guillermo. Resaltaba el tono rojo fuerte en esa clara pared. Uno de los grifos estaba abierto dejando que el agua corra, y corra, pero no opaca el llanto del menor. Se escuchaba fuerte y claro. Se escuchaba tan bien, que parecía obra del destino que solamente Samuel lo haya escuchado. 

El mayor se acercó al grifo y lo cerró, llamando la atención de Guillermo, quien se estaba preparando mentalmente para golpear a quien había arruinado su momento de desahogo. Todo pensamiento violento, había sido destruido al ver al causante de que el agua deje de correr. 

Su intento de pararse se había detenido, volviendo a su posición inicial. Sólo que esta vez, no ocultaba su rostro entre sus rodillas, pero si detrás de sus manos, quienes todavía tenían un leve rastro de sangre y temblaban con todas sus ganas. 

-¿Qué haces aquí?- Habló con la voz entrecortada el menor, mientras dejaba que más gotas caigan de sus ojos. Samuel se acercó, y se sentó a un lado de Guillermo. De cerca se veía peor. Se notaba como había jalado su cabello dejándolo un poco despeinado y como había mojado su cara, pues algunos pelos estaban igual de húmedos y no fue por las lagrimas. 

»El Salón de Detención»Youtubers»Wigetta«Where stories live. Discover now