~82. La Mejor Fiesta~

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-¿Te diviertes?- Susurró Samuel en oído de Guillermo, mientras bailaban al ritmo de la retumbante música que había de fondo. Tenían un par de copas de más, que Julián había traído en secreto, ya que ninguna de las madres los dejaban tomar alcohol. O por lo menos en frente de ellas. Pero como los vasos eran de un color opaco, no se notaba el tono de alcohol que tenía. Aunque Julián ya se veía lo borracho con sólo mirarlo bailar. Sus pasos hacían que Guillermo muera de vergüenza frente a Samuel.

Faltaba pocos minutos para que las doce lleguen, y Guillermo estaba emocionado.

-Si, ¿Y tú?- Le preguntó con una sonrisa, acercándose un poco.

-Como nunca...- Le susurró de igual forma, acercándose tal vez más de lo que debería al cuerpo de Guillermo. No es que estaba necesitado, pero las camisetas ajustadas eran algo que el menor lucía extremadamente bien. Y los pantalones negros le quedaban perfectos, simplemente lo volvía loco de diferentes maneras.

No era que lo necesite pero tal vez lo quería.

Lo tomó de la cintura acercándolo un poquito más y depositó un deseoso beso en sus labios, que no era para nada inocente. Guillermo enredó la mano vacía en los cabellos de Samuel, pasando primero por toda su amada barba que ya le estaba creciendo mucho, pero que de igual forma le encantaba. Samuel bajó un poco a la espalda baja, sintiendo la tentación de bajar más. Así lo hizo.

Guillermo sonrió ante tal acción, uniéndose más a él. Tampoco era que lo necesitaba, pero lo quería de igual forma.

Bueno, capaz que sí lo necesitaban pero ninguno quería decirlo.

Se separaron por la falta de aire, y se sonrieron juguetones, como dos niños que acaban de hacer una travesura. Amaban pasar el tiempo juntos y el sólo hecho de besarse, hacía volar su mente a un mundo idílico.

-Voy al baño...- Avisó Guillermo entregándole su vaso con la bebida a Samuel. El mayor asintió y vio como caminaba directo a uno de los tantos baños que había allí.

Tal vez era por necesidad o esos pantalones realmente le queda muy bien a Guillermo. Se lo imaginó, entre sus brazos. A punto de venirse en su abdomen. Masajeando su trasero, mientras saltaba en sus piernas y tal vez, sólo tal vez, algo que había movido dentro suyo, creando reacciones inesperadas en el momento. 

Le echó una última ojeada antes de que entré al baño, y supo, no aguantaría más.

(...)

-Hm... ¿Eres.. con–consciente de que podr.. ah.. podrían entrar en cualquier momento?- Dijo Guillermo en medio de una sesión de besos en su cuello y abdomen. Moría con cada toque de labios y simplemente, necesitaba más de aquella adictiva droga.

Samuel se separó un poco, caminó hacia la puerta y bloqueó la puerta, sonriéndole jocoso a Guillermo. Este rodó los ojos y se mordió el labio inferior, el cual rápidamente fue tomado entre los dientes de Samuel.

-¿Sabes...? Creí que podría aguantarme... pero eres tan caliente, amor- Lo levantó por los muslos y lo sentó en el lavamanos.

Comenzaron a besarse sin cesar, sonriendo sus lenguas chocar al ritmo de sus respiraciones agitadas. Sus corazones latan velozmente y su mundo, ahora mismo, estaba dando vueltas. No había mejor lugar que los labios del otro y ninguno se privaba de recorrer los cuerpos con las manos.

Guillermo sacó de su ser toda timidez que pueda afectarle y recorrió todo el abdomen marcado de Samuel, hasta llegar al final de su camisa. Comenzó a sacar botón por botón, mientras sus labios chocaban fuertemente y las manos de Samuel se mantenían firmes en sus cintura.

Las sensaciones que recorrían a cada uno eran miles en un millón y cada vez aumentaban más las ganas de hacerse en cuerpo y alma. Sus corazón latía rápido, pero a compás del otro, formando una extraña sensación de estar en un lugar correcto, con la persona perfecta.
Se estaban montando su propia fiesta en aquel baño, y se sentía como el mismísimo paraíso. Como si estuviera haciendo esto sobre un arcoiris en la hermosura del cielo azul.

De un tirón, Guillermo quitó la camisa del cuerpo de Samuel, comenzando a besar sus clavículas y cuello. Tenía una pequeña adicción con aquella parte de su cuerpo, ya que se le marcaban tan bien, que necesitaba marcarlas como suyas. Como parte de todo lo que él podía tener y el resto del mundo no. 

Samuel comenzó a sacar lentamente la camiseta que tenía Guillermo, deslizando sus dedos por todo el torso del menor, sintiendo como su piel se erizaba a su tacto.

-Si quieres que no nos descubran, deberías hacerlo más rápido- Susurró Guillermo en el oído de Samuel, mordiendo su lóbulo para volverlo loco. Seguido a esas sensaciones que recorrieron el cuerpo del mayor al sentir la respiración de Guillermo, sacó la camiseta casi a jalones del cuerpo.  Le dirigió una última sonrisa, pues el amor todavía estaba ahí, y permanecería por el resto de la noche y el resto del tiempo que les tome hacer este acto sexual.

Guillermo le correspondió y volvieron a juntar sus labios en un fogoso beso que comenzaría con la pasión que el momento ya estaba tomando.

(...)

Pantalones fuera, boxers fuera y un condón ya puesto era lo que estaban viviendo en este momento.

Sus respiraciones estaban aún más agitadas y el miembro de Samuel a punto de entrar en Guillermo era algo tentador para ambos.

-Hazlo ya...- Habló el menor, luego de una preparación anterior con los ensalivados dedos de Samuel. El mayor sonrió, y tratando de mantener a Guillermo en sus brazos sin que se caíga, entró en él de a poco. Sintiendo la estrechez con la que cargaba el menor, muriendo a cada momento que entraba cada vez un poco más.

-Dios...- Guillermo mordió el hombro de Samuel. Estaba en sus brazos mientras su espalda descubierta estaba apoyada contra la pared vacía de aquel cubículo. Sentía que podía morir con cada movimiento que el mayor hacia dentro suyo.

Samuel se detuvo un momento, esperando a que el menor se acostumbre a él. Ya sentía como con sólo entrar, podía venirse ahí mismo. Los gemidos leves en su oído lo volvía loco y ya quería comenzar a moverse con la fuerza más potente que tenga.

-Mue... Muévete- Y no hizo falta nada más para que Samuel pierda un poco de la cordura que le quedaba, logrando a Guillermo hacer desfallecer. Sintiendo oleadas de placer que recorrían su cuerpo en todo momento, por todo el cuerpo.

Los sentimientos estaban flotando por el aire y no necesitaban más palabras que los propios gemidos que ambos se daban a cada uno.

Tal vez era la necesidad, pero ambos sentían que estaban a punto de acabar, moviendo ambos su cadera más profundamente.

-Ya... casi, Samu- Gimió Guillermo, recibiendo como respuesta el ronco gemido de Samuel, junto al suyo.

-Feliz cumpleaños, Chiqui- Murmuró Samuel cansado, al escuchar los gritos de festejo fuera del baño.

-Te quiero, Samu, gracias- Y besó sus labios, luego de la mejor fiesta de cumpleaños.

~•~•~•~•~

Sigo diciendo que los Lemmon no se me dan nada bien, los odio. Creo que no va a haber más en lo que queda de la historia v:

Sorry v:

Les gustó? Espero que sí!

Ya saben que lo publiqué tarde por el colegio, perdón 😭

Muuuuchisimas gracias por los 13k de ⭐, me dan tanta vida. Casi como Willy😍❤

Perdón por la tardanza, gracias de nuevo y nos leemos otro día...

Luna❤





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