~83. Despedida~

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La fiesta de anoche le había pegado mal a todos. Algunos por el alcohol, otros por lo tanto que duró y algunos que ni siquiera habían ido, por lo ruidosa que era y no lo dejaban dormir. Básicamente, eran la una de la tarde y el hogar estaba en completo silencio. La mayoría de las personas dormían, aunque sólo un poco más de la mitad. Normalmente no dejarían que se durmieran hasta tan tarde, pero dos de las tres madres tambien estaban durmiendo. En el caso de Esperanza por estar toda la noche cuidando de todos los chicos que estaban en aquel enorme comedor. Y en el caso de Clara, por una fuerte dosis de cerveza. A nadie le extrañaba eso en realidad, era la más joven de la tres y estaba en todo su derecho de también divertirse, mientras que al mismo tiempo cuide a los chicos. Y así los hizo. María, estaba ya despierta y diambulando por todos los pasillos del gran edificio. Al levantarse tenía pensando despertar a todos, pero al estar sola le iba a costar la vida hacerlo, además de que sabía que estaban demasiado cansados y un día que los deje dormir y faltar cada uno a su colegio, no iba a pasar nada. Podía ser adulta, pero sabía muy bien lo que era ser adolescente.

Estaba pasando por el pasillo en la cual estaba la habitación de Guillermo y sus compañeros. Miraba a tenga a cada habitación y los que tenían la puerta abierta, aprovechaba para echar un vistazo y que todo esté bien.

Se sorprendió al notar la puerta de los chicos abierta, ya que nunca la dejaban así. Supuso que con algunos borrachos o muertos de sueño, ni se les habría pasado por la cabeza el cerrar la puerta. Su cama era su destino y ahí habían caído todos.

Se asomó por la puerta para ver si estaban todos, encontrándose con Samuel acostado con Guillermo encima suyo. El menor, aunque ya tenía 18 seguía siendo menor por algunos meses, se encontraba dormido plácidamente en el pecho de Samuel, mientras este acariciaba sus cabellos con tranquilidad. Esperanza no se esperaba que Samuel se haya quedado a dormir, pero tampoco le había molestado. Supuso que le habrá avisado a alguna de las otras y se olvidaron de decirle.

Samuel se dió cuenta de su presencia y le sonrió con timidez, sacando la mano de los cabellos de Guillermo.

-¿Está todo bien?- Habló bajito y despacio Esperanza, para que ninguno de los otros se despertase. No por algún tipo de respeto que claramente le tenía, sino porque sabía que si lo hacía, iban a odiarla por días, sin duda.

-Todo perfecto...- Le respondió de la misma forma Samuel, mirando un poco el tranquilo rostro de su ahora novio, apoyado en su pecho.- Es muy tierno durmiendo...- Mencionó en un ataque de sinceridad, haciendo sonreír a María.

A ella, como a las otras dos, les caía realmente bien Samuel. La noche anterior, pudo entablar una agradable conversación con él. Estaba realmente feliz con el chico que Guillermo había conseguido para su vida. Después de lo de Camilo, las tres tenían miedo de que alguien más pueda hacerse aquella cantidad de daño. Y aunque sabían que Guillermo había causado problemas en el colegio por aquello, no le habían castigado ni nada por estilo. Y aunque capaz eso es lo que esté mal, el que no lo castiguen, tampoco podían hacerlo. Su corazón estaba roto y ellas no podían echarle la bronca por algo que entendían totalmente.

Agradecía la presencia de Samuel en la vida de su pequeño, y esperaba que este, pueda rearmar el corazón roto del menor.

María se adentró con cuidado a la habitación, tratando de no despertar a nadie. Sonrió cuando vio a Mateo durmiendo abrazado a Martín. Ellos eran como hermanos totalmente inseparables. Y aunque todos se sentían como tal, ninguno se llamaba a si mismo hermano, excepto ellos dos.

Samuel la siguió con la mirada hasta tenerla en frente suyo. No se quería poner nervioso, pero ya lo estaba. La mujer demandaba un aire rígido y estricto. Aunque ya había comprobado que no era nada lo que parecía, tampoco la había visto en su rol de madre y sentía, que estaba por aparecer.

»El Salón de Detención»Youtubers»Wigetta«Where stories live. Discover now