~60. Cumpleaños... ¿Feliz?~

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Especial 3k⭐: Primera Parte.

Aquel mes no era el mejor para Guillermo. Tal vez ni siquiera era uno en el cual la pasara bien, aún cuando la fecha es más próxima al principio del mes que al final. Él sufría todo el mes. Todos los días, cada hora, por cada segundo que su mente repetía todos los cumpleaños que vivió junto a ella. Por cada sonrisa que le regaló, por cada abrazo que recibía aún, cuando ella era la cumpleañera.

Tal vez era pequeño y por eso nunca se puso a pensar en lo importante que ella era. En lo importante que para esa mujer, eran los "Feliz Cumple, Ma!" que el pequeño Guille gritaba ni bien se hacían las 12. En los besitos que con sus pequeños labios depositaba en su mejilla, haciendo sonreir a la mujer.

Tal vez no se había dado cuenta, pero todos los cumpleaños de la mujer, eran especiales para Guillermo. Ella lo llevaba a pasear ese mismo día, compraban mas de un kilo de helado que con mucho disfrute, se lo terminaban en un pequeño parque a la luz del atardecer. En aquel entoces no lo sabía, pero los cumpleaños de Rocío eran como los cumpleaños de Guillermo.

Para ella su regalo mas grande que podían darle, era la felicidad del pequeño. Que aquella sonrisa tan hermosa y tierna que tenía ni desaparezca por nada, y se mantenga toda la tarde del cumpleaños. Todo el día y el resto del mes. Si se podía, el resto del año también. Con sólo ver su felicidad, la mujer podía darse por satisfecha. Podía decir que un cumpleaños era un buen cumpleaños, si Guillermo sonreía para ella. Por y para ella.

No quería llorar, de verdad no lo quería, pero las lágrimas caen solas al ver todas las fotos que tenía en su habitación de aquel orfanato. Todos sus compañeros habían tratado de hacerle sonreír. Habían hecho tonterías que, estaban seguros, Guillermo amaría. Y así lo hizo, le encantaban los chistes malos que hacían, pero no podía sonreir. No cuando era el regalo perfecto para ella. No... si cuando lo hacía, no recibía un abrazo de parte de ella.

Al terminar el almuerzo sus amigos, que los consideraba como hermanos a la mayoría de ellos, se rindieron ante el hecho de hacerlo sonreír. En años anteriores lo lograban, cuando sólo era un pequeño que quizás, no terminaba de asimilar muy bien las cosas. Ahora le era imposible sonreír y sus amigos se habían dado cuenta de esto. Junto con abrazos y palabras de apoyo que, de verdad, Guillermo agradecía, todos se retiraron del gran comedor, dejando al mayor solo, solo y con sus pensamientos. 

Aquellos que le recordaban todos los buenos momentos que pasó junto con la mujer que podría decir, era la mujer de su vida. Que pasó con la persona que más veces habría logrado hacerle sonreír, ante todo. La única que era capaz de opacar esa sensación de vacío que a veces sentía en su corazón.

Vacío que ahora no podía dejar de sentir. Que ahora mas que nunca, necesitaba a una persona que pueda llenarle ese vacío, que le cure todo el mal sentimiento que tiene  y lo abrace, como alguna vez su madre lo había hecho.

Y como la extrañaba. Como extrañaba sus palabras hermosas, que eran dichas con mucho amor. Aquellos brazos que para ser de una mujer adulta, eran pequeños y flacos, pero que tenían la fuerza suficiente para cubrir a Guillermo y hacerlo sentirse en su propio paraíso. Era extraño como tan sólo un abrazo podía hacerte viajar por el universo, al punto de sentirte como en casa, aún cuando estás a kilometros de ella.

Luego del almuerzo volvió a su habitación, la cual compartía con otros chicos que eran como sus hermanos. Eran especiales. Se encontraba sólo el pequeño Mateo ahí. Aquel chiquitin que hacía de sus buenos días, unos buenos días. Se sorprendió al encontrarlo sólo ahí, dado que después de cada comida siempre tenían un ratito libre para poder jugar. Pero ahí estaba el pequeño, sentado en el borde de la cama de Guille.

»El Salón de Detención»Youtubers»Wigetta«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora