~62. Me Odio~

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Se sentía fatal. Se odiaba, se repugnaba a si mismo.

Su imperfecto cuerpo reflejado en el enorme espejo que tenía en su baño. Su blanco baño decorado de la mejor forma posible. Decorado por su madre, quien se encontraba al otro lado de la puerta, viendo una serie que a él no le importaba.

Su cuerpo y sus imperfectas piernas. Su cuerpo y sus imperfectos brazos.
Imperfecto rostro. Imperfecto él. Su sonrisa forzada y asquerosa. Sus ojos caídos y tristes, que ocultaban un secreto que nunca iba a revelar.

Se odiaba. Mucho mas de lo que el resto pensaba. Se odiaba, al punto de querer morir antes de seguir soportando comentarios estúpidos.

Toda su niñez la vivió a base de odio. A base de chistes absurdos sobre él y su cuerpo, sobre él y su notable imperfección corporal. Los niños se burlaban todo el tiempo y su madre no había sido capaz de darse cuenta.

Ni siquiera ahora se daba cuenta y estaban a metros de distancia.

No la culpaba, ella no tenía la culpa de nada. Ella no tenía la culpa de tener un hijo como él. Ella, no había podido planear a su hijo como quería, porque estaba seguro, lo habría hecho mucho mejor. Le debía mucho a su madre en realidad, ella supo como lograr que él supere su odio hace años, pero había recaído y tal vez, no haya algún pasaje de vuelta al bienestar.

Odiaba estar así, de verdad lo hacía. Odiaba odiarse, pero es que tampoco podía evitarlo. Se veía y sólo podía reflejar alguien feo y poco atractivo que jamás podría ser querido por alguna chica. Se miraba y sólo veía fracaso en cualquier lugar: quizás en su despeinado cabello; o su desacomodada ropa que le quedaba monstruosamente mal.

Sus ojos escondían el mundo entero al que se enfrentaba. Voces en su cabeza le repetían lo feo y aborrecible que era. Lo asquerosa persona y lo mala gente que se sentía. Su propia mente, había creado un punto en su cerebro de "auto-odio". Un punto donde sin piedad, se atacaba a si mismo con un millón de bombas. Con un millón de insultos que de a poco, calaban cada vez más profundo.

Quería dejar atrás todo. Quería irse y no volver mas. Quería por una vez en su vida, mirarse al espejo y ver a alguien bien, a alguien alegre y divertido con el cual poder pasar un buen momento. Y no ver una persona decaída y con sus ojos que estén a punto de llorar. No ver un payaso que no cuente chistes... quizás, ver a alguien, que no tenga miedo a ser un payaso.

Porque lo que tenía era miedo. Miedo de su propia persona y a que no lo quieran. Miedo de que su odio, logre separarlo de gente que él ama, como su familia y amigos. Aquellos nuevos amigos que logró obtener, y con eso se ayudaba. Pero el miedo volvía a formar parte de si, recordándole que si no mejoraba, todos ellos se irían corriendo de su lado. Se irían rápidamente, porque nadie estaría con una persona como él.

El agua corría por el grifo, opacando todo el ruido que se podría ocasionar dentro de aquel cubículo. Sólo estaban él, y el sonido del agua al chocar contra el mármol.

Una batalla sepulcral se formaba en su interior sobre que hacer y sobre que no hacer. Se sentía fatal, tal vez, demasiado mal para lo que quería, para lo que estaba dispuesto a enfrentar.

Su mundo daba vueltas en un bucle sin fin, que lo mantenía atado a aquella sensación de odio constante. Que lo mantenía atado al sentirse malditamente mal.

Miró hacia atrás, volvió su vista al frente... y pensó. Tal vez la peor idea que podía haber tenido.

Sus pensamientos son su mayor enemigo. Aquel que logra vencerlo con todas las armas, que logra obtener el rendimiento por su parte, llevándolo hacia donde estaba ahora mismo. Y aunque era consciente, de verdad no podía evitarlo, porque simplemente, se odiaba.

Volvió a mirarse en el espejo. La campera holgada que traía fue quitada con desprecio, en un intento de deshacerse de todo lo que le quedaba mal. Tal vez, tendría que desnudarse para lograr aquello.

Las lágrimas que retenían sus ojos, luchaban con salir para liberar de una vez las incesantes ganas de romper todo y mandarlos a la mierda. Querían salir y para que él deje de sentir ese apretón fuerte en el pecho que no lo dejaba respirar, que no lo dejaba vivir como realmente quería hacerlo.

Podría sonreír como nunca antes, pero se encontraba tan triste, que ni una de las mas radiantes sonrisas podría ocultarlo. Ni sus brillantes ojos, brillaban esta vez.

Rompió en llanto, quizás porque era lo único que le quedaba. Su cuerpo cayó desplomado al piso, para su suerte, sin causar demasiado ruido. Sin llamar la atención de su madre.

Cubrió su rostro con sus manos. Trataba de resistir la tentación de caer de nuevo. Trataba de resistirse al mundo de voces en su cabeza que le repetían que lo hagan.

No pudo resisitir, y se odiaba por ello.

Sus mejillas totalmente mojadas. Sus manos temblando y sus ojos cerrados, dejando salir el mar de lágrimas. Se acercó al water y sabía, no estaba haciendo lo correcto.

Estaba hechando años de recuperación a la basura. Años de poder sonreír de verdad a la mismísima mierda, pero ya no lo soportaba. No se quería, no podía llegar al punto de amarse porque no había el qué amar. No para sus ojos.

Y sólo segundos, fueron suficientes para que el sonido del agua, opaque la hermosa sensación que recorría su cuerpo al vomitar.

~•~•~•~•~•~•~

No les pienso decir quien es, así que no insistan.

Saquen conclusiones! No, no es Willy v:

Espero que les haya gustado. Me la jugué mucho al narrar algo como esto, ya que tengo idea de lo que es... pero no tengo idea de como se siente, tal vez debería pedirle ayuda a alguien. Soy una persona muy egocéntrica, obvio he vivido momentos donde me odio, pero nunca a tal nivel así que no sé...

No quiero que nadie se sienta ofendido por esto, es sólo cosas que hay en mi cabeza y obvio, habrán algunas que ni siquiera se acerquen a lo que verdaderamente es sentirse así.

Espero que les haya gustado de todas formas. Muchas gracias por todo y nos leemos otro día...

Luna❤

PD: Los saludos se retoman en el próximo capítulo.

»El Salón de Detención»Youtubers»Wigetta«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora