Crisis en el laboratorio

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Peridot toma asiento en su escritorio personal, justo en frente de los tanques de agua. Mientras enciende su computadora, su asistente le trae el café que solicitó, por lo que toma la taza con desdén y le hace un gesto para que se retire. La joven chica; sin embargo, da un paso al frente.

—D-Disculpe, señorita Peridot —dice con timidez.

Peridot simplemente levanta la mirada con desprecio, acomodando sus gafas.

—¿Qué quieres? No me hagas perder el tiempo, la ciencia no se hace sola, ¿sabes?

—¡Lo lamento! —se excusa la asistente, apenada —. Sucede que yo también me gradué con honores de la academia, claro que su puntaje es superior al mío, pero de todas formas conseguí ser asignada a este proyecto. Por ahora, solamente soy una asistente, pero espero muy pronto hacer grandes cosas, como usted.

—¿Qué quieres, un premio? —responde Peridot, con un suspiro de impaciencia.

—En realidad... Tengo una duda. Dadas las órdenes de la comandante Amarillo, pensé que estaríamos creando algún implante especial para combate, o armaduras tecnológicas, no comprendo por qué decidió ejecutar un proyecto como este.

—Claro que no lo comprendes, por eso eres una asistente, y yo una genio —responde nuevamente, mientras se pone de pie y extiende la mano derecha hacia su musa, como si la invitase a salir de su tanque y bailar un vals —. Los implantes y las armaduras son útiles, desde luego; sin embargo, entre más implantes tenga un individuo, más propenso será a sufrir un accidente, y las armaduras son muy costosas de manufacturar... En este proyecto, en cambio, hablamos de un arma completamente distinta, la hidrokinesis. Piénsalo, la facultad de manipular el agua a voluntad, podrá ser utilizado como un arma sumamente poderosa, o como una herramienta para transformar el mundo, las posibilidades son interminables.

—Lo entiendo... Pero, nueve de los diez sujetos de prueba están virtualmente muertos, y la única que ha respondido bien al tratamiento no se encuentra necesariamente bien. ¿No es este un desperdicio de recursos?

—¿Qué esperabas, que consiguiéramos un poder de tal magnitud como un dulce en una dulcería? —dice, alzando la voz y llegando al límite de su paciencia —. ¡El camino de la ciencia está pavimentado de sacrificios!

—¡Señorita Peridot! —interrumpe la voz de alguien más, una de las agentes de seguridad.

—¿Acaso no ves que estoy sermoneando a esta cretina?

—¡Es una emergencia! — insiste la mujer, mientras sostiene su arma con firmeza.

Por el rostro ansioso de la agente, Peridot presiente que se acercan malas noticias, pero no consigue adivinar de qué pueda tratarse.

—Los detectores de movimiento han sido saboteados, pero emitieron dos señales de alerta antes de dejar de transmitir —anuncia la agente, y todos en el laboratorio comienzan a compartir su ansiedad.

«Tienen que ser esos estúpidos rebeldes», piensa Peridot, mientras se muerde el labio con fuerza. No puede permitir que se salgan con la suya, no ahora, estando tan cerca de la mayor invención de toda su carrera.

—¡Ya escucharon! —exclama entonces, rompiendo el crudo silencio que se había apoderado de los presentes —. ¡Todos a sus puestos, protocolo de seguridad H-DI8!

Al escuchar la orden, todos parecen recuperar algo de confianza, obedeciendo sin rechistar. Peridot; sin embargo, se deja caer sobre la silla de su escritorio, toma un pañuelo blanco de su bolsillo y limpia el sudor de su frente, sabe que está jodida. Las instalaciones en las que se encuentra no son una fortaleza militar, esos rebeldes se abrirán paso como las bestias que son.

Su mirada se ilumina al observar una de las cápsulas de escape, la única opción que se le ocurre es escapar con su musa. Pero, su estado es delicado, si llegase a sacarla de allí ahora, no puede garantizar que vaya a sobrevivir, y si muere... Todo su trabajo habrá sido para nada, su proyecto será un rotundo fracaso, y eso es algo que se niega a aceptar. Según parece, su única opción es intentar detener a los rebeldes con su tecnología superior.

Amantes en Guerra [Lapidot]Where stories live. Discover now