Conociendo al enemigo

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—En todos mis años trabajando para la comandante Amarillo, jamás noté algo fuera de lo ordinario —comenta Peridot. Pero, no puede negar que han existido algunas pistas de tal engaño; por ejemplo, nada se sabe del árbol genealógico de ninguna de las comandantes, y sin cuestionar este hecho, todos han asimilado que simplemente se trata de cuatro hermanas, cuyo linaje no corresponde al antiguo líder del imperio.

—Ah... Amarillo, siempre fue la más estricta conmigo —responde Rose, suspirando al recordar todas las veces en que Amarillo perdió los estribos por sus muchas travesuras —. Como bien sabemos, el generador de la Zona Amarilla alimenta sus cañones de plasma, en el caso de Amarillo; sin embargo, le permite generar cargas eléctricas de alto voltaje.

—Interesante, ¿qué tan alto?

—No estoy segura, entenderás que no es una habilidad que utilice muy seguido.

—Aunque no podemos saberlo con certeza, he estimado que su voltaje máximo podría rondar los cien millones de voltios —añade Perla, mostrando entre los hologramas una serie de complicadas fórmulas matemáticas.

—Una descarga como esa podría derribar una nave del cielo... —responde Peridot, sintiendo un escalofrío en la espalda.

Lapis; por su parte, piensa que no será muy prudente meterse dentro de una gran masa de agua, al menos no si le pueden lanzar un rayo. En todo caso, no cree que Amarillo deba ser su principal preocupación.

—Pero destruimos su generador, eso quiere decir que será como una persona ordinaria, ¿cierto?

—Exacto, sin cañones de plasma y sin las habilidades de Amarillo, esta es una oportunidad que no podemos dejar ir —admite Rose; y haciendo un gesto con la mano, tanto el holograma de Amarillo como el suyo propio desaparecen —. Pasemos a Azul.

—El generador de la Zona Azul cumple dos propósitos; el primero, extraer agua del océano y purificarla para el consumo de todo el imperio; y el segundo, aprovechar el flujo de agua para servir como central hidroeléctrica, el sesenta por ciento de la energía producida en el imperio surge de este generador —explica Perla.

—Impresionante, ¿verdad? Este generador es demasiado importante para la vida de muchas personas inocentes, por lo que preferiría dejarlo al margen. Esto; claro, nos deja a merced de las habilidades de Azul.

—¿Ella también puede pulverizarnos? —pregunta Peridot, arqueando la ceja con ironía.

—No... El poder de Azul es un poco más difícil de explicar, pero puesto en términos simples, ella puede proyectar sus emociones en otras personas.

—Eso no parece tan terrible —comenta Lapis, con ingenuidad.

—Cuidado, Lázuli —responde Rose, sonriendo juguetonamente —. Azul es una mujer de emociones intensas, podría inundar a nuestras tropas con un sentimiento de desesperanza y pena, dejándoles vulnerables al ataque de las fuerzas imperiales.

—Que problemático... Aunque, si pudiéramos enviar robots controlados remotamente, podríamos lidiar fácilmente con ella —sugiere Peridot, ideando incluso el tipo de robot idóneo para la misión.

Ante tal sugerencia, Lapis no puede evitar ponerse de pie, ligeramente a la defensiva.

—Esperen... Sé que esto es una guerra, y que hay mucho en juego, pero yo he conocido a Azul, ella no es una villana. Cuando Blanco y Amarillo quisieron silenciarme, Azul se interpuso y defendió mi libertad de expresión.

—Lázuli —responde Rose, recobrando la seriedad —. Yo mejor que nadie conozco las virtudes de mi hermana, pero cuando alcé mi voz como comandante para salvar la vida de Rose, la verdadera Rose, Azul me dio la espalda, igual que las demás. Puede que ella no sea tan ruin, pero no deja de ser una comandante del Imperio Diamante, y nuestra enemiga.

No muy convencida, Lapis retrocede y toma asiento junto a Peridot, quien le mira con algo de pena. Para la científica, es fácil abstraerse del factor humano, y visualizar la guerra como un extenso y complejo juego de ajedrez; pero, puede entender que Lapis es una persona bastante más empática.

—No pongas esa cara —añade la líder, con una sonrisa comprensiva —. Estamos hablando de mis hermanas, y a pesar de nuestras diferencias, son mi familia, así que capturarlas con vida será mi prioridad.

—¿Qué hay de Blanco? —pregunta Peridot, intentando abandonar el tema de Azul, al menos de momento.

—Blanco es el mayor problema... —responde Rose, haciendo desaparecer el holograma de Azul —. Se encuentra casi siempre dentro de su fortaleza, resguardada por cientos de robots, alimentados todos por el generador de la Zona Blanca, mismo que le concede sus habilidades. Debemos ser muy precavidas con ella.

—¿Qué es capaz de hacer?

—Podrá parecerte una locura, pero Blanco puede controlar tu mente... —dice Rose, con un tono de voz siniestro y dramático.

Entrecerrando los ojos, Peridot voltea la mirada hacia Perla, quien se encoge de brazos con una sonrisa amena.

—Es verdad —confirma —. El cerebro de Blanco emite una especie de señal psíquica, capaz de suprimir la personalidad de una o varias personas a su alrededor; cuando esto sucede, las personas afectadas son incapaces de razonar por cuenta propia, y siguen ciegamente sus órdenes.

—¿Tenemos forma de contrarrestarlo? —pregunta la rubia, pensativa.

—Me temo que no, al no poder estudiar esa señal, es prácticamente imposible dar con contramedidas.

—No te preocupes, aunque es una habilidad inoportuna, poco podrá hacer contra la rebelión si hacemos caer las demás zonas primero —afirma Rose, quien parece bastante segura de que su plan dará resultado —. En fin, como piezas fundamentales de mi plan, sentí que debían saber esto.

—Parece todo muy complicado, ¿cuál es exactamente tu plan? —pregunta Lapis.

Lista para responder, Rose se detiene al escuchar un pequeño zumbido. Al lado del holograma de Blanco, aparece el de una caja de regalo, que al abrirse suelta grandes cantidades de confeti. Con un aplauso, el disco holográfico se apaga y regresa a su mano.

—Podremos hablar del resto mañana, no querrán llegar tarde a su propia fiesta, ¿verdad? —responde, llevándose las manos a la cintura con una expresión alegre.

Amantes en Guerra [Lapidot]Where stories live. Discover now