Abriendo el corazón

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Peridot siente un impulso incontrolable por preguntar acerca del cuadro; pero, prefiere hacerlo de la forma más disimulada posible.

—Cambiando de tema... Noté que tienes muchas pinturas por aquí, hoy en día la fotografía ofrece la mejor calidad en imagen, ¿por qué optaste por una opción menos eficiente? —pregunta finalmente, sin poder ocultar su incomodidad.

Lapis le mira con algo de incertidumbre, de todas las cosas que podrían interesarle a una cerebrito, sus pinturas serían la última que se le ocurriría.

—El arte no se trata de eficiencia, se trata de expresar emociones; además, pintar me hace sentir mejor, me distrae de los problemas —responde, sin darle demasiada importancia al asunto.

—Espera... ¿Tú los hiciste?

—Hace tiempo, cuando formaba parte del Museo de Arte de Sedih.

«¡Soy una estúpida!», piensa con agobio, deseando que la tierra tenga la gentileza de abrirse y hacerla desaparecer en el abismo.

— ¡E-En ese caso es una pena que este se encuentre en el suelo! —exclama, intentando reparar el daño. Entonces, se agacha y toma el marco del cuadro con ambas manos.

La artista se sorprende al verlo, había olvidado por completo que estaba allí. Una sonrisa amarga invade su rostro, es como si llevara años fuera de esa mansión.

—Te dije que el arte expresa emociones, y ese... Refleja muy bien cómo me sentí en el momento.

Peridot se limita a asentir, no necesita preguntar nada más. Deja el cuadro en el mismo sitio en el que lo encontró, y regresa a la mesa, sentándose junto a su compañera.

—Sé que tenemos prisa —añade Lapis, mientras toma una botella de agua sobre la mesa, y retira lentamente su tapa —. Pero hay algo que quería preguntarte, mientras tenemos un respiro.

—Adelante.

—Yo... Entiendo hasta cierto punto lo que hiciste conmigo, pero ignoro los detalles, agradecería una explicación.

Peridot siente un nudo en la garganta, después de todo lo que ha ocurrido, no se encuentra deseosa de hablar del tema; sin embargo, le debe respuestas.

—Era un proyecto para conseguir que soldados imperiales pudiesen manipular el agua de su entorno durante el combate, eso... Sería una gran ventaja, una habilidad práctica y efectiva —explica, bajando la mirada con arrepentimiento —. Con cada uno de los sujetos de prueba, realicé pequeños cambios a nivel celular en distintas zonas del cerebro, explorando cuáles son más sensibles a este tipo de telekinesis.

Su voz se quiebra por un momento; pero, Lapis no le interrumpe en lo absoluto, simplemente le mira, a la expectativa.

—Estos cambios, por minuciosos que fueran, ocasionaron mutaciones físicas inesperadas en la mayoría de sujetos, haciendo que sus cuerpos fueran incompatibles con la vida. La única cuyo cuerpo resistió el proceso fuiste tú.

—¿Solo yo? —pregunta Lapis, entrecerrando los ojos ante esa revelación —. ¿No crees que podría tener alguna malformación dentro de mi cuerpo? —añade, con un poco de ansiedad.

—¡No, tu cuerpo es perfecto! —exclama la rubia, poniéndose de pie y apoyando las manos sobre la mesa, con una mirada intensa, seguida de un notable sonrojo —. Quiero decir, se encuentra en perfecto estado.

Peridot ríe nerviosamente, regresando a su asiento. La propia Lapis también se avergüenza un poco, recordando que Peridot conoce cada detalle de su cuerpo desnudo a la perfección.

—Pudieron ser muchas variables, en realidad —añade —. Pero, sospecho que se debe a tu código genético, creo que tu cuerpo está predispuesto a asimilar la hidrokinesis. Aun así, tenemos el problema de tus jaquecas, pero no debes preocuparte, encontraré una solución, siempre lo hago.

Lapis sonríe, Peridot parece segura de lo que dice, y eso le genera confianza. Echando un vistazo a la botella de agua, mueve suavemente sus dedos como si dirigiese una orquesta, y el agua obedece su voluntad, saliendo de la botella y rodeando su muñeca, emulando la forma de una pulsera transparente.

Amantes en Guerra [Lapidot]Where stories live. Discover now