Autoridad Diamante en conflicto

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Cerrando los ojos con fuerza, Azul se sobresalta ante el estruendo provocado por la descarga de su hermana; pero, al abrirlos nuevamente y bajar la mirada, puede ver que esta ha fallado a propósito, dejando un pequeño cráter humeante frente a sus pies.

—¿Acaso perdiste la cabeza? Pude haberte asesinado... —expresa Amarillo, notablemente frustrada.

—Blanco, quizá. Pero tú eres distinta, debajo de esa actitud indiferente, yace una mujer que se preocupa por los demás, por mí —responde Azul, bajando los brazos y juntando sus manos.

—¡No estoy de humor para otro de tus dramas!

Azul se aflige ante el filo de sus palabras; sin embargo, puede comprender la enorme carga que pesa sobre los hombros de su hermana. Después de todo, una guerra se lleva a cabo mientras hablan.

—¿Hasta cuándo piensas seguir torciendo las reglas? —cuestiona Amarillo —. Primero por Rosa, y ahora por una de tus nobles, ¡nosotras tenemos que dar el ejemplo!

—Si tan solo dejaras de gritar y me escucharas por un segundo.

—Oh... Tendremos mucho tiempo para hablar, tan pronto termine con esta absurda invasión. Hasta entonces, tendré que inmovilizarte —amenaza en respuesta, extendiendo su mano para otra descarga.

Antes de poder siquiera canalizar su energía; no obstante, Amarillo cae repentinamente de rodillas, sobrecogida por una repentina oleada de angustia. Aunque jamás ha sentido en carne propia los efectos del don de su hermana, resulta evidente que se trata del mismo, y un vistazo hacia arriba le revela el cómo ha logrado blandirlo encontrándose tan lejos de su generador.

Avanzando con gracia, Azul acaricia el pequeño anillo que adorna su mano. Se trata de un anillo de plata, con una hermosa gema incrustada, brillante y de color índigo.

—Un... Un generador de respaldo... —murmura Amarillo, intentando resistirse al influjo.

—Un prototipo, tú misma me recomendaste ordenar su creación.

—Jamás pensé que lo utilizarías en mi contra...

—Yo tampoco... Pero necesito que me escuches, Lázuli me ha traído maravillosas noticias —expresa, con una sonrisa afectuosa.

Azul estira su mano con gentileza, con la esperanza de apaciguar a su hermana sin necesidad de usar su poder. Un esfuerzo infructuoso, pues al tocar su hombro es recibida por un chispazo eléctrico, viéndose forzada a retroceder con un gemido de dolor.

—Suficiente...

Haciendo un gran esfuerzo para ponerse de pie, Amarillo decide poner fin a esa discusión de una vez por todas.

—¡Suficiente! —exclama, apretando ambos puños con fuerza.

Y forzando la maquinaria de su cinturón al límite, la comandante emite un pulso electromagnético de tal magnitud, que logra expandirse por todas las instalaciones, paralizando súbitamente a todo el personal, dañando los sistemas y creando un apagón general, siendo este último solventado por las luces de emergencia.

Ensombrecida bajo la lúgubre iluminación rojiza que ofrecen los reflectores, Azul cae de espaldas, completamente indefensa ante el entumecimiento de sus músculos. Amarillo; por su parte, limpia fatigada el sudor de su frente, habiéndose librado del influjo empático.

—Me excedí... —reflexiona, con la respiración agitada. Al dar un vistazo hacia abajo, se percata de que su cinturón se ha descompuesto, cosa que realmente no le sorprende.

Aunque no ha hecho más que actuar en defensa del imperio, la imagen de su propia hermana tendida en el suelo no es fácil de digerir, y el remordimiento rápidamente ocupa su mente.

—Ro... —masculla Azul, con problemas incluso para formular una palabra.

Preocupada, Amarillo se apresura para llegar a su lado, levantándole cuidadosamente y cargándole en brazos. Hay muchas cosas que necesita decirle; no obstante, guarda absoluto silencio.

—Rosa... Mi queri...

La expresión solemne de Azul hace que se le rompa el corazón. Ahora mismo, para Amarillo no existe ningún imperio, ninguna guerra que deba librar; solo su hermana, a quien debió intentar escuchar desde el principio.

—Ella no habría querido vernos de este modo, ¿no es así? —responde finalmente. Y aunque intenta contener sus lágrimas, estas no tardan en escapar de sus ojos, deslizándose por sus mejillas hasta caer sobre el vestido de Azul.

—Ella... Ha conocido lo peor... Lo peor de nosotras tres...

Aunque su cuerpo sigue entumecido, sus palabras comienzan a ganar fluidez.

—Pero, aún podemos mostrarle lo mejor, no es... Todavía no es demasiado tarde.

—¿De qué estás hablando? —pregunta la comandante, confundida.

—Ella vive... Ese es el regalo que Lázuli me ha traído...

Amarillo cuestiona seriamente lo que dice, cuando una tercera voz se escucha a sus espaldas.

—Ella vive —afirma la asistente de Azul, quien sostiene con firmeza la esfera holográfica de Lapis.

—¿Cómo es que sigues en pie? —interroga Amarillo, volteando la mirada con desconcierto.

—Yo... Yo me encontraba en nuestra nave cuando las luces se apagaron, regresé tan rápido como pude —responde esta, quien ha podido atravesar el laberinto con relativa rapidez; pues, aunque la maquinaria que lo mantiene en movimiento se encuentra apagada, todas las puertas siguen operativas —. Comandante, por favor, mire esto.

Al activarse la esfera y mostrarse el mensaje que lleva guardado, una sola palabra cruza la mente de Amarillo: imposible. 

Amantes en Guerra [Lapidot]Where stories live. Discover now