Una nueva potencia

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—Va a estar bien... ¿Cierto? —pregunta Lapis, observando a Rodonita con ojos suplicantes.

Sin ánimas de dar falsas esperanzas, Rodonita examina detenidamente las heridas de Peridot. Su rostro es prueba fehaciente de las pocas limitaciones morales que restringían a Jaspe; sin embargo, tiene también una cantidad considerable de moretones y cortes en el abdomen, los brazos y las piernas, así como fracturas en los dedos índice y meñique de la mano izquierda.

—Me gustaría hacerle una revisión detallada; pero, al menos de momento, todas sus heridas parecen superficiales, creo que se pondrá bien —resuelve, con una sonrisa optimista.

—Hay un ala médica en mi crucero —interrumpe Azul, dirigiendo entonces la mirada hacia su asistente —. Llévalas allí, partiremos pronto.

—Sí, mi comandante —responde esta, con una reverencia respetuosa.

«Partiremos... ¿a dónde?», se pregunta Lapis; no obstante, su urgencia por ver que Peridot sea atendida supera con creces su curiosidad, por lo que no duda en seguir a la asistente de Azul de vuelta al laberinto, seguidas por Rodonita.

Observándolas partir, Lars se pregunta a sí mismo: ¿qué haría Rose en esta situación? Pese a ser una estratega consumada, ni siquiera ella pudo prever una alianza con Azul y Amarillo, y aunque tal asociación puede resultar invaluable para los rebeldes, tiene motivos de sobra para dudar sobre sus intenciones.

—Tú ostentas el mayor rango militar entre los rebeldes presentes, ¿me equivoco? —interroga Azul, sacándole de sus pensamientos —. Acompáñanos, es hora de hacer a un lado nuestras diferencias.

«Espero no equivocarme, Rose», piensa, suspirando y acompañándole hasta el trono, en donde conecta el canal de comunicaciones rebelde con el imperial. Teniendo a Azul a su izquierda, y a Lars a su derecha, Amarillo decide dar un paso para el que no hay vuelta atrás.

—Código de reconocimiento: 2994108, repito, código de reconocimiento: 2994108 —se logra escuchar en todas y cada una de las naves que combaten en el exterior —. A partir de este momento, anulo la declaración de guerra establecida por Miss White, y ordeno un completo cese al fuego.

Las expresiones de confusión no tardan en aparecer ante tales declaraciones; sin embargo, el ejército de la Zona Amarilla está entrenado para obedecer órdenes, no para cuestionarlas, por lo que rápidamente repliegan sus naves, tomando una distancia prudencial de la flota rebelde.

—Aquí Lars —añade el capitán —. Peridot ha sido herida en combate, y está siendo atendida por personal médico en este preciso momento, por lo que asumo el mando de esta operación. Nuestro objetivo aquí es el de privar a Miss White de su mayor ejército, y como acaban de escuchar, lo hemos conseguido.

Y así, la violenta batalla que ensombrecía el firmamento es reemplazada por el errante vuelo de naves vacilantes, cuyos pilotos ignoran qué hacer, o hacia dónde ir.

Llevándose la mano al pecho, es Azul quien retoma la palabra.

—Ha sido de nuestro reciente descubrimiento que, Rosa, la comandante que por mucho tiempo creímos muerta, vive bajo el alter ego de Rose Cuarzo. Sintiéndose impotente en sus esfuerzos por hacer de este un imperio más justo y solidario, decidió fingir su propia muerte para liberarse de la tiranía a la que Miss White nos tiene ya tan acostumbrados, e intentar construir algo mejor en su propio territorio. 

—Aunque una apuesta arriesgada, la eficacia de esta invasión demuestra que la sociedad experimental de Rosa es completamente funcional, y no ha tenido que sacrificar la libertad de sus ciudadanos para conseguirlo —agrega Amarillo, casi tan sorprendida como sus oyentes —. Ante esta revelación, hago de anuncio público que... La Zona Amarilla y la Zona Azul se desvinculan oficialmente del Imperio Diamante, y en conjunto con la Zona Rosa, formarán parte de la recién conformada República Naciente.

Una oleada de desconcierto se apodera de imperiales y rebeldes por igual, habiendo muchos que tras haber perdido tanto por la guerra, encuentran muy difícil el simplemente perdonar y dejar todo en el pasado. De todas formas, nadie se atreve a desertar de esta nueva "República Naciente", pues su creación deja al imperio en la misma posición de fragilidad que ostentaba la Zona Rosa, un solo territorio enfrentándose a tres, y para desgracia de Miss White, la Zona Blanca no cuenta con una barrera protectora.

—Así como Miss White fue incapaz de tolerar la pérdida de la Zona Rosa, jamás aceptará de buen grado perder dos territorios más —expresa Azul con severidad —. La República Naciente no estará a salvo mientras ella siga en el poder.

—Por lo tanto, el siguiente paso para asegurar un futuro próspero, es llevar un golpe de estado hasta su fortaleza —declara Amarillo —. Aunque sería idóneo postergar este golpe para recuperar nuestras fuerzas, el mejor momento para atacar es ahora, mientras Miss White y sus fuerzas puedan ser tomadas por sorpresa.

Aunque sus palabras son fundamentalmente lógicas, lo que verdaderamente le empuja a apresurar el ataque es la situación en la que se encuentra Rosa, quien se ha adelantado ya a la Zona Blanca.

—¡Ya la oyeron, es hora de hacer historia! —exclama Lars, con juvenil entusiasmo.

Sonriendo con nerviosismo, este retrocede lentamente ante la implacable mirada de Amarillo, siendo esta quien tiene la última palabra.

—Atiendan a los heridos, reabastezcan combustible y munición. En una hora quiero a todas las naves operativas detrás de nuestros cruceros.

Y cortándose la transmisión, el ejército de la República Naciente comienza a prepararse para librar su primera; y con algo de suerte, última batalla. 

Amantes en Guerra [Lapidot]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant