Una nueva aliada

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—Si tanto me quieren... ¡Vengan a por mí! —exclama Lapis, quien no ha perdido el conocimiento debido a la adrenalina.

Dirigiendo la mirada al motivo de su enorme enfado, Lapis alza el puño hacia el sol, y lo deja caer con fuerza sobre Jaspe, quien a duras penas consigue rodar lejos de la zona de impacto.

—¡General, tenemos que abrir fuego!

Jaspe duda, desgraciadamente Lapis le está dejando sin opciones; pero, como una guerrera veterana, está acostumbrada a concebir estrategias incluso en medio del combate. Recuerda muy bien cuando su armadura quedó atrapada en el agua, Lapis perdió el control al comenzar a girar, por lo que más allá de manipular el agua, su debilidad es lograr mantenerla en su lugar.

—Permiso concedido —resuelve, mientras esquiva un segundo ataque que hace al suelo estremecerse —. Disparen evitando el núcleo, la agotaremos hasta que se rinda.

Obedientemente, los soldados comienzan a disparar, priorizando los brazos y cabeza de su objetivo, y evitando el pecho en el que yace la silueta borrosa de Lapis. Tal como pensó, la figura se estremece ante los disparos, sujetándose la cabeza, tal como lo hace la verdadera Lapis.

—¡Basta, basta, basta! —se lamenta, con un tono desgarrador.

En un gesto de ira desmedida, los brazos de agua se estiran hasta capturar a dos de los soldados, quienes forcejean inútilmente para liberarse. A uno de ellos, lo arroja con fuerza lejos de la mansión, en medio de un grito de desesperación, al otro; sin embargo, lo suelta a menos de dos metros del suelo, cuando el dolor se vuelve demasiado intenso como para siquiera pensar en hacerle daño.

—¡La tenemos! —exclama Jaspe, declarando victoria por medio de su sonrisa.

Incluso escondida detrás de una mesa destrozada, Peridot no ha despegado la mirada de su musa, y aunque debería estar fascinada por el potencial que su experimento ha demostrado, lo único que siente es preocupación.

Ante la apertura que ha dejado Lapis, la armadura comienza a girar nuevamente, y embiste la parte inferior de la figura de agua con tal fuerza, que esta estalla por completo, generando una pequeña llovizna por todo el lugar, y haciendo caer a la mujer que se refugiaba dentro.

—¡Lázuli!

Justo a tiempo, Peridot sostiene a Lapis en el aire utilizando la varita, y se tranquiliza al ver que pese a haber perdido nuevamente el conocimiento, su musa sigue con vida. Por desgracia, su predicamento sigue siendo prácticamente el mismo, exceptuando al soldado que Lapis mandó a volar.

—Baja a mi esposa y ponte de rodillas, si es que esperas recibir algún tipo de piedad de mi parte —ordena Jaspe.

Sintiendo que la situación está ahora bajo control, abre la compuerta de su armadura, se quita el broche de seguridad y baja de un salto. Se trata de una mujer alta y fornida, con una larga y desordenada cabellera blanca, algunas manchas en el rostro, y una expresión que intimidaría a cualquiera. Su uniforme hace patente el rango que tiene en el ejército.

—No voy a repetírtelo —añade, apretando los puños.

Pero, entonces ocurre algo completamente inesperado. La atención de Peridot y Jaspe es captada por un súbito estruendo, a espaldas de esta última, solo para encontrar que todos los soldados yacen tirados en el suelo, habiendo únicamente una persona de pie.

—Llegaron los refuerzos —es lo único que dice, con un tono de voz sereno y seguro.

La recién llegada es una mujer alta y tonificada, de tez negra y con un afro bastante llamativo, Jaspe se puede ver reflejada en sus lentes oscuros, y la ropa informal que lleva, junto con los guantes electrónicos que porta, le hacen saber que se trata de una rebelde.

Amantes en Guerra [Lapidot]Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ