Peridot al mando

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Aterrizando la aeronave a las afueras del Templo de Cristal, Peridot intenta valorar el curso de acción probable de Amarillo. Tal y como se presenta la situación en la Zona Amarilla, un ataque rebelde sería de esperar, así que deben estarse preparando, y necesita anticiparse a esos preparativos, idear contramedidas, pues el verdadero duelo no es bélico, sino táctico.

—No tiene caso sacar conjeturas apresuradas... —resuelve finalmente, apagando el motor.

Es cierto que conoce relativamente bien los protocolos de seguridad de la Zona Amarilla; pero, la información que hayan podido sonsacarle a Esmeralda será invaluable para su estrategia. Con eso en mente, baja del vehículo y se dirige a la entrada del templo.

Gracias al portal del templo, la rubia se apersona en el cuartel general con rapidez, siendo de momento la única persona allí; de hecho, incluso la celda que ocupaba Esmeralda se encuentra vacía. Curiosa, decide echar un vistazo en el lugar.

Lo que más llama su atención es el trono de Rose, cada comandante del imperio tiene un trono espectacular, digno de una gobernante suprema. «¿Qué tal si...?», piensa, y cerciorándose de que no haya nadie a la vista, se apresura para tomar asiento en el mismo, con la sonrisa alegre y traviesa de una niña pequeña.

—Bienvenidos a la corte de la comandante Verde —dice, con una voz forzosamente elegante —. Es decir, yo. Puedo notar que se sienten intimidados ante mi presencia deslumbrante, pero no teman, soy una gobernante justa que cree firmemente en el progreso.

—¿Qué estás haciendo? —pregunta súbitamente Lars, quien se encuentra de pie justo detrás.

Soltando un chillido por la sorpresa, Peridot baja torpemente del trono, observando al hombre con nerviosismo, y deseando que la tierra tenga la gentileza de tragarse su cuerpo a la mayor brevedad.

—¿Estabas jugando a ser comandante? —pregunta nuevamente, mirándole con una sonrisa burlona.

—¡Llegas tarde! —responde la rubia, queriendo olvidarse de la bochornosa situación.

—¿Yo? Ni siquiera he abandonado el templo desde anoche, además de dormir, he dedicado todo mi tiempo a interrogar a Esmeralda, es una mujer ruda, pero comienza a ceder si haces las preguntas correctas —afirma con orgullo.

Entonces, arqueando la ceja, Peridot nota que Lars tiene el cuello marcado con labial verde... Con una mirada inquisitiva, se cruza de brazos y señala la celda vacía.

—Que trabajador... Hablando de la prisionera, ¿no debería estar allí?

La soltura de Lars desaparece ante ese comentario, sonriendo forzosamente mientras evita el contacto visual.

—S-Sí... Pero tuve que trasladarla a otra habitación, entenderás que los interrogatorios deben hacerse en una sala de interrogatorios, no en una celda cualquiera.

—Claro, debes de ser un experto en interrogatorios, ¿y qué técnica avanzada utilizaste para hacerla hablar?

Lars parece pensar su respuesta por algunos instantes, tragando saliva.

—Bueno... Es bien sabido que, si la persona sospechosa se siente cómoda, será más proclive a develar información, está en el manual —dice finalmente.

—Oh... Tiene sentido, y no me cabe la menor duda de que estuvieron muy cómodos ustedes dos —responde Peridot con sarcasmo, señalando su propio cuello.

Captando la indirecta, Lars se lleva la mano al cuello, solo para retirarla con los dedos manchados de verde. Compartiendo la vergüenza de su acompañante, el hombre aclara su voz y le extiende la mano.

—Hoy nos hemos encontrado para planificar la operación, y no hemos visto ni escuchado nada fuera de lo ordinario, ¿trato?

—Trato —responde Peridot, estrechando su mano.

Habiendo llegado a un acuerdo, ambos toman asiento en la mesa de guerra y analizan conjuntamente el plan de Rose. A grandes rasgos, la idea es que lideren una flota rebelde a través de la Zona Amarilla, aprovechando las dos naves imperiales que le han robado a Esmeralda; es decir, el Incinerador Solar y el Destructor de Destinos. Una vez hayan llamado la atención de las fuerzas enemigas, Peridot y su equipo descenderán para infiltrarse en la base de operaciones, confrontando directamente a la comandante Amarillo. En caso de tener éxito, el siguiente paso será movilizarse hacia la Zona Blanca, en dónde se encontrarán con el equipo de la Zona Azul, suponiendo que estos hayan logrado también su cometido.

—¿Quiénes entrarán con nosotros a la base de operaciones? —pregunta Peridot, mientras observa el mapa de las instalaciones enemigas.

—Mi tripulación: Padparadsha, Fluorita, Rodonita y las gemelas Rutilo —responde Lars, con orgullo —. Les encargué algunas modificaciones para el Destructor de Mundos, pero deberían estar aquí pronto.

—Aunque siempre hay espacio para mejoras, creo que nuestras naves están en óptimas condiciones. Es la segunda fase de la operación la que me preocupa, me pregunto qué clase de obstáculos encontraremos antes de dar con Amarillo —admite, sintiendo un poco de ansiedad.

—No te preocupes por eso, Esmeralda me ha informado de las mejores opciones que tiene Amarillo para defenderse, por lo que no podrán tomarnos por sorpresa.

—¿En serio? Vaya, tu extraña aventura con esa mujer ha dado sus frutos...

Después de afinar algunos detalles, Peridot finalmente conoce al resto de su equipo, con quienes discute detalladamente la estrategia a seguir. Posteriormente, deja que Lars termine de preparar a su tripulación, y aprovecha el resto del día para perfeccionar sus guantes magnéticos, pues es de esperar que algunas armaduras de combate se interpongan en su camino. 

Amantes en Guerra [Lapidot]Where stories live. Discover now