Un impulso de amor

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Con la vida de Lapis desvaneciéndose justo frente a sus ojos, Peridot comprende que las palabras no conseguirán que Aquamarina desista, siendo ese el caso, solamente le queda actuar.

Llenándose de valor con una larga bocanada de aire, y temiendo estar por cometer el mayor error de toda su vida, Peridot presiona un botón debajo del volante, dando como resultado que este se divida en dos, dejando ver un contenedor secreto, en el cual yacen algunos aparatos tecnológicos de pequeño tamaño. Sin tiempo que perder, toma uno con forma de disco.

—Espero estar haciendo lo correcto... —murmura, mientras traga saliva.

Entonces, la rubia hace lo impensable. Tomando algo de impulso, corre en dirección a la capitana, y salta para sujetarse de su mochila, haciendo que esta pierda la estabilidad por el peso extra.

—¡¿Qué mierda crees que haces?!

—¡No puedo permitir que me arrebates a mi musa! —responde Peridot, sin pensar.

Y antes de que Aquamarina pueda quitársela de encima, la rubia consigue colocar el disco sobre el motor de la mochila. Al solarse y caer sentada en el suelo, puede ver a la capitana volteándose con una expresión colérica, sujetando la varita con fuerza.

—Pudimos hacer grandes cosas juntas, pero... ¡El Imperio Diamante no puede tolerar insubordinaciones como esta! —exclama, apuntando esta vez hacia Peridot.

Lapis levanta la mirada con pesadez, el aturdimiento que le ha provocado la varita no le permite ver o pensar con claridad; sin embargo, puede reconocer a Peridot, y puede también reconocer que sigue respirando a causa suya.

—Hasta nunca —declara la capitana, activando su varita.

—Al menos en eso estamos de acuerdo... —responde Peridot, con una sonrisa astuta —. Necesitas todas las variables para resolver la ecuación, así que pon más atención la próxima vez, ¡tarada!

Y con una mirada de confusión, Aquamarina siente como su mochila se apaga de forma abrupta, haciéndole caer también al suelo. Antes de poder reincorporarse, la mochila se enciende nuevamente, elevándola con potencia hasta hacerla estrellarse en el techo, con un lamentable grito de dolor.

Peridot se pone de pie y retrocede con nerviosismo. El aparato que utilizó es conocido como "Ergo-k9", cada cápsula de escape tiene un par, están diseñados para dispararse a naves enemigas, y hacer que sus pilotos pierdan el control de las mismas, ahora; sin embargo, está alterando las reacciones de la inteligencia artificial que controla la mochila, por lo que es completamente impredecible.

La capitana cae de nuevo al suelo, con un hilo de sangre bajando por su frente.

—¡Te voy a...!

Antes de terminar con su amenaza, su mochila vuelve a interrumpirle, haciéndole estrellarse de espaldas, impactando justo al lado de Lapis, quién se sobresalta y cierra los ojos, apartando la mirada.

Finalmente, el motor de la mochila comienza a humear como una tetera, y hace volar vertiginosamente a la capitana en dirección al parabrisas de la cápsula. Peridot consigue agacharse justo a tiempo, y escucha como el cristal se hace pedazos.

—Por las estrellas... —murmura, poniéndose de pie y mirando a través del cristal roto.

Por una fracción de segundo, puede ver a la capitana revoloteando sin control; pero, la agonía que debe estar sintiendo termina por fin, pues la mochila hace que ambas chicas se estremezcan, estallando en el aire con un espectáculo de luces y destellos.

—Por... ¡Por las estrellas! —exclama, llevándose las manos a la cabeza, con los ojos bien abiertos —. ¡¿Qué acabo de hacer?! ¡Me van a matar!

Cae de rodillas, intentando procesar las consecuencias de sus actos. Entonces, voltea lentamente la mirada al escuchar la dulce voz de Lapis.

—Si te sirve de consuelo... Ya no tengo tantas ganas de ahogarte... —dice, mientras contempla la nube de humo producto de la explosión.

Amantes en Guerra [Lapidot]Where stories live. Discover now