Infiltración exitosa

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A pesar de que la Zona Amarilla se ve inicialmente abrumada por la repentina invasión, su respuesta rápida y eficaz les permite mantener la situación bajo relativo control, logrando defender algunas de las estructuras más importantes. De todas formas, ninguna nave imperial consigue frenar el paso del Destructor de Destinos, nave colosal que no tarda en sobrevolar el cuartel general.

—Estamos en posición, capitana —comenta una de las hermanas Rutilo, quien abre la compuerta de una cápsula de escape.

—Llegó la hora, todos tienen sus instrucciones, síganlas al pie de la letra y tendrán posibilidades óptimas de sobrevivir a este golpe —responde Peridot, siendo la primera en entrar.

Y con una sonrisa incómoda, Lars le sigue el paso, junto con el resto del equipo. Una vez sellada la cápsula, Fluorita se dispone a crear la distracción perfecta.

Intentando defender el centro de operaciones, una escuadrilla imperial se aparta del grueso de la batalla para asediar al Destructor de Destinos, y este; en respuesta, libera una serie de bengalas disuasorias. Aunque la mayoría de bengalas libera explosiones de humo cerca de los atacantes, algunas son ingeniosamente dirigidas al cuartel, permitiendo que la cápsula de escape se escabulla entre el humo hasta aterrizar sobre el tejado del complejo.

Sin perder el tiempo, el equipo abandona la nave, portando máscaras de gas para protegerse del aire contaminado. Entonces, Lars y Padparadsha cargan juntos un láser de casi un metro, y al encenderlo, comienzan a abrir un orificio en el metal blindado.

«No parecen haber reparado en nuestra presencia», piensa la capitana, confirmando con su radar de bolsillo que las naves imperiales siguen asediando al Destructor de Destinos. Hasta el momento todo marcha según el plan, las fuerzas enemigas creen estar dominando el combate, cuando; en realidad, únicamente están perdiendo tiempo y recursos. La mayoría de naves rebeldes cuenta con un potencial bélico mínimo; en cambio, han sido equipadas con reservas adicionales de combustible, por lo que se limitan a disparar desde una distancia prudencial, dejándose perseguir mientras atraen la atención.

Con el estruendo provocado por el metal cayendo, Peridot echa un vistazo al agujero que acaban de abrir, y con un gesto de aprobación, el equipo ingresa finalmente a la base enemiga, infiltrándose en un laboratorio lleno de pantallas holográficas y luces tintineantes. Siendo Padparadsha la última en descender con el arnés, todos proceden a quitarse las máscaras, y tan solo segundos después, una potente alarma se activa, provocando una vibración leve y constante en el suelo.

—Mierda... —murmura Lars, observando con preocupación el cómo todas las pantallas se apagan de inmediato —. ¿Crees poder obtener el algoritmo de todas formas?

—No te preocupes —responde Peridot, sin perder la calma —. Esta era una posibilidad, solo debo aislar la red de la computadora central para acceder a su memoria, pero me tomará algunos minutos, no bajen la guardia.

Dicho lo cual, utiliza sus guantes magnéticos para partir la coraza del computador, y habiendo quedado su interior expuesto, saca algunas herramientas para comenzar a trabajar. Rodonita; por su parte, parece nerviosa por la forma en que el suelo vibra bajo sus pies.

—Es increíble que todo este lugar sea maquinaria en movimiento —externa, limpiando el sudor de su frente.

—Sí... —reconoce Lars —. Cuando Esmeralda me reveló que esta base puede convertirse en un laberinto al detectar intrusos, realmente pensé que me estaba tomando el pelo; pero, saberlo de antemano nos ahorra la mitad del problema.

En cuestión de algunos minutos, la computadora finalmente se enciende, y una de las pantallas holográficas aparece sobre la cabeza de Peridot, quien guarda sus herramientas y se dispone a descargar la información que necesita; sin embargo, rápidamente descubre que hubo un pequeño error en sus cálculos.

—Tiene que ser una broma...

—¿Todo bien por ahí? —pregunta Lars, volteando la mirada.

—Relativamente... Tengo el algoritmo del laberinto, por lo que podremos alcanzar a la comandante Amarillo sin problemas; pero, no puedo desactivar el canal de comunicación imperial desde aquí, y nuestra flota depende absolutamente de que la tiremos abajo.

—Deben haber movido el servidor desde que Esmeralda estuvo aquí, ¿tienes idea de en dónde pueda estar?

—Sí, se encuentra al lado del generador de energía, y es accesible desde el laberinto, el problema es que...

—Tendríamos que separarnos...

Un silencio inquietante se apodera de la atmósfera; no obstante, la respuesta es bastante obvia para todos los presentes.

—Bueno, dado que el currículum de nadie más incluye el pirateo de canales de comunicaciones, supongo que tendrás que ser tú —resuelve Lars, intentado imbuir a su tripulación de valor con una sonrisa optimista —. No te preocupes, las Descoloridas y yo hemos enfrentado cosas peores que una comandante con aires de grandeza, estaremos bien.

—Lars... Esto no es un juego, tenemos un plan, y debemos...

—¿Ves alguna alternativa? —le interrumpe este, con una expresión bastante más seria.

Y con la pesadez de un suspiro, Peridot reconoce que no la hay. Aunque Amarillo es el objetivo principal de su misión, la flota rebelde no resistirá mucho tiempo en el aire mientras ese canal de comunicación se mantenga activo.

—Muy bien... Desactivaré el canal y me reuniré con ustedes tan rápido como pueda. Sus mapas ya se encuentran actualizados con el algoritmo, así que deberían llegar sin problemas.

—Entendido, capitana. ¿Alguna otra orden? —responde Lars, posando la mano sobre el arma que cuelga de su chaqueta.

—Sí, mostrémosles quién manda. 

Amantes en Guerra [Lapidot]Where stories live. Discover now